Capítulo 7

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Capítulo 7

Narra Charlotte:

Descansé mi barbilla sobre mis brazos bruzados en la mesa que nos separaba, era muy apuesto, tenía un fino perfil, con una nariz respingada y esos labios delgados que hacían juego perfecto con sus largas pestañas. No tenía idea del porqué pero no había podido despegar la mirada de él, quien no me prestaba atención, sólo veía hacia el exterior a través de la ventana. Estiré la mano y pasé uno de mis dedos por los tatuajes que adornaban sus brazos, finalmente me miró por el tacto y le sonreí un poco.

-Siempre he querido hacerme uno. -Admití.

-¿De qué? -Preguntó curioso.

-De lo que sea. -Me reí y volví a pasar los dedos por su brazo, me gusta la suavidad de su piel a pesar de tener apariencia seca, como si no conociera las cremas hidratantes.

-Te va a doler. -Me advirtió.

-Sí, ya lo creo. -Mis dedos descendieron por su brazo y se detuvieron en su mano, sus dedos eran delgados pero sus manos eran más grandes que las mías.

-¿Por qué eres así? -Me cuestionó.

-¿Así cómo? -Regresé mi mano a su sitio.

-Ya sabes, siempre a la defensiva, con ganas de molestar y lastimar a quien se te ponga enfrente.

-¿Sinceramente? No lo sé, yo no era así... -Fruncí el ceño, con él mi boca no tenía un alto. -Después de que mi abuelo murió todo cambió, mi abuela se volvió odiosa, mi padre se metió en su trabajo, y mi madre, cuando comenzó a notar que papá ganaba más, comenzó a viajar o a distraerse en cualquier otra cosa.

-Te abandonaron. -Resolvió.

-Luego mis padres comenzaron a tener problemas y no dejaban de discutir, todo el tiempo, todos los días, frente a quien sea, frente a mí. A veces, sólo quieres que ellos sientan lo que tú sientes, a veces sólo quiero que sufran lo que yo sufro. Pero no funciona.

-No, porque ellos te quieren lo suficiente para molestarse demasiado por tus travesuras, ¿no?

-Sí.

-Entonces te lastimas a ti para lastimarlos a ellos. -Sonrió un poco. -Crees que soy peligroso para ti.

-Yo no lo creo, pero estoy segura de que mi familia sí. Pero creo que me equivoqué contigo, eres sólo un vendedor de donas pobre. -Me eché a reír y él bebió de su cerveza ignorando mi comentario. -No sé qué me sucede contigo, siento que eres la única persona con la que puedo ser sólo yo y no me juzga.

-Te equivocas, te juzgo en mi mente todo el tiempo.

-¿Ah, sí?

-Sí, juzgo tus acciones, tu forma de ser, tu ropa, la manera en la que intentas ahogar tus emociones, tu vida.

-¿Y qué piensas?

-Pienso... -Desvió la mirada concentrado y luego la regresó a mí con ternura, me pregunté cómo existía en él un gesto tan delicado como ese. -Pienso que eres como un vaso frágil que va a romperse.

-¿Cómo tú?

-No, yo ya me rompí hace mucho. -Se encogió de hombros. -Ahora sólo trato que mis pedazos rotos y filosos no lastimen tanto.

-Sospecho que no puedes lastimar aunque te lo propusieras.

-Charlotte, a veces, cuando te has propuesto lastimar tanto a alguien ya no puedes detenerte a lastimar, incluso, a aquellos que quieres.

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