Capítulo 15

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Drake permaneció oculto detrás del árbol de la casa continua, había observado cómo toda la familia subía poco a poco todas sus pertenencias a la camioneta más grande que había visto en toda su vida, la llamó por lo bajo cuando Charlotte dejó caer su maleta con molestia en la cajuela del auto y regresaba con los hombros caídos hacia su casa. Ella miró a todas partes hasta que lo descubrió en su escondite, sonrió al verlo y dio pasos controlados hacia él que después se volvieron una carrera, se encontraron detrás del tronco robusto del árbol, él la envolvió en sus brazos para después estamparle un beso en los labios.

—Ya te ves mejor. —Le comentó viéndole el golpe cerca del ojo.

—Tú también. —Le respondió, aunque le hubiera gustado decirle que en realidad él siempre se veía bien.

—¿A qué hora salen?

—En un par de minutos, incluso la abuela vendrá. —Rodó los ojos. —Bueno, aprovecharé para lanzarla accidentalmente al río.

—Vamos, ni se te ocurra.

—Sólo bromeaba. —Bufó pero no descartó la idea en su cabeza.

—Te echaré de menos.

—Yo también, pero seguro no estaremos tantos días, no soportan verse a la cara ni convivir por más de una hora. Será pan comido.

—No los subestimes, será la última vez que estén juntos como una familia.

—Uhmmm —Charlotte lo pensó un momento. —La última vez, si no mal recuerdo, fue la última cena que pasamos juntos antes de que papá se hiciera de ese empleo. —Asintió segura. —Sí, esa noche fue. Drake, ya no somos una familia, es hipócrita de nuestra parte pensar que un viaje al bosque arreglará las cosas, como si fuera suficiente pasar tiempo alrededor de una fogata para perdonar las cosas que hemos dicho y que hieren.

—Tienes razón, pero intenta que sea un último buen recuerdo, ¿quieres? —Le acarició la mejilla y ella suspiró rendida.

—No prometo nada.

—Sólo promete no arrojar a la abuela al río. —Se echó a reír.

—¡Charlotte! —Se escuchó y ella puso los ojos en blanco.

—No prometo nada. —Repitió.

—Te veré pronto, niña mimada.

—De acuerdo. —Se acercó a darle un beso, uno último y largo, como siempre; insuficiente. Él la tomó una última vez de la mano y le dejó un papel dentro antes de darle un empujón para que diera marcha adelante y pudiera irse, ella le frunció levemente el ceño pero no puso resistencia, le sonrió levemente una vez más y luego se echó a correr hacia la camioneta que sólo esperaba por ella.

Se subió en el lugar que quedaba vacío, en la ventanilla pero junto a la abuela. Apretó la mandíbula y sacó sus auriculares de su bolso mientras su padre tomaba la carretera. Dispuesta a ponerse a escuchar un poco de música y sufrir menos el viaje, acercó uno de los audífonos a su oreja hasta que se le fueron arrebatados de manera abrupta de las manos. Alzó la mirada hacia su atacante y su madre le sonreía mientras guardaba sus audífonos junto con su nuevo celular en el bolso de mano.

—¡¿Qué estás haciendo?! —Alardeó Charlotte aún con las manos en alto como si sostuviera unos audífonos invisibles.

—Viaje familiar, eso implica convivencia; hablar entre nosotros.

—¡Santo cielo, están locos, quitarle de esta manera tan... puag! ¡Mi celular! Son los peores padres del universo, lo pagarán, si no es en esta vida será en la que sigue, o en la que sigue, o en la siguiente.

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