Capítulo 38

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Diez meses, el tiempo pasa muy rápido cuando se tiene la cabeza ocupada. Charlotte seguía escribiendo cartas y Drake seguía sin abrirlas desde que recibió una donde Charlotte le contaba que había sido aceptada en todas esas universidades.

—Estoy tan orgulloso de ti. —Había dicho cuando la leyó. —Sé que tomarás la mejor decisión, confío en que lo harás.

Había dejado de leerlas porque no quería enterarse de la decisión de Charlotte, quería pensar que había elegido Harvard.

Charlotte había hecho listas y listas de pros y contras de cada una de las Universidades. Se había dedicado a eso mucho tiempo. Fue entonces cuando decidió. Bajó las escaleras de su casa y caminó con las manos detrás de la espalda hacia el estudio de su padre, el que había sido de su abuelo. Tocó la puerta despacito, como quien no quiere la cosa, y entró cuando su padre lo dijo. Lo vio trabajar, estaba muy ocupado en los asuntos de la empresa pero alzó la mirada para prestarle unos minutos de su atención.

—Pa... —Hizo una mueca. —¿Qué tan decepcionado estarías de mí si elijo quedarme y estudiar en la Universidad del estado? —Su padre se quitó los lentes y entrelazó las manos sobre el escritorio.

—¿Es tu decisión final?

—Sí. —Respondió.

—Vivirías con tu madre entonces.

—Lo sé.

—Rechazarías Universidades prestigiosas como...

—Lo sé. —Interrumpió.

—Él no quiere verte.

—Lo sé. —Tragó saliva. —Es mi decisión, nadie la ha tomado más que yo.

—Y espero que hayas pensado también en ti.

—Lo he hecho, papá. —Su padre soltó un suspiro y se encogió de hombros.

—Entonces está bien. —Charlotte tomó aire y se sentó frente a él.

—Quería pedirte un favor.

—¿Qué es?

—Sé que vas a irte a Nueva York. Pero quisiera saber que mi decisión no cambiará nada de lo que has hecho, y con eso me refiero a...

—No dejaré de apoyar a Drake, Charlotte, puedes estar tranquila.

—Okey. —Sonrió. —Gracias. —Se puso de pie.

—¿Irás a tu fiesta de graduación?

—Sí, Paul pasará por mí y él va a traerme de vuelta.

—Bien.

—Sólo una cosa más.

—¿Qué más Charlotte? —Le sonrió.

—Sé que lo has visto, ¿cómo está?

—Charlotte, es una prisión, no estarás imaginando que vive la gran vida allí dentro.

—No lo hago, por supuesto que no, pero... ¿te ha dicho porqué no responde mis cartas?

—Cariño, supongo que lo hace por la misma razón por la que no quiere que lo visites. —Charlotte apretó los labios.

—Okey.

—Bueno. —Regresó la vista la computadora.

—Papá... —Su padre rodó los ojos y la miró.

—¿Algo más?

—Sé que voy a quedarme aquí pero eso no significa que no te ame. De hecho lo hago y debes saber que si esa decisión fuera la única en juego hubiera deseado quedarme contigo.

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