Capítulo 20

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Capítulo 20

—¿A dónde iremos hoy? —Preguntó Charlotte después de haberlo saludado cerca de la escuela.

—Había estado pensando en un sitio en el que tú y yo no existamos.

—¿Marte? —Bromeó.

—Buena esa, pero no.

—¿Entonces?

—Westwood. Ni tú ni yo somos de ahí, es un punto medio, ni pobre ni ricos.

—Un punto medio. —Repitió y luego asintió. —Me agrada. ¿Qué haremos?

—¿Te parece fingir que somos una pareja normal y vemos una película en el cine, luego tomamos un helado y luego paseamos por el lago?

—¿Normales? ¿Qué tan normales?

—Empezando por esto. —Metió la mano a la ventanilla del auto y sacó un peluche. Ella se le quedó mirando un momento intentando encontrarle sentido.

—¿Un puercoespín?

—Sip, pensé que un oso era algo muy cursi y que me lo lanzarías en la cara, entonces vi éste, es como tú, suave por dentro pero por fuera tienes muy buenas armas para defenderte sola. —Ella lo fulminó unos segundos con la mirada pero luego suavizó su expresión y finalmente le sonrió y tomó al peluche entre sus manos.

—Gracias.

—¿Vamos? —Le abrió la puerta del auto.

—Vamos.

—Lo llamaré... Porky.

—¿Hablas en serio? —Alzó las cejas y recuperó el equilibrio antes de casi tropezar con una piedra.

—Se ve con cara de Porky, ¿no te parece? —Lo alzó hacia su rostro y Drake hizo una mueca.

—Claro...

—Okey, entonces te nombro... Porky.

—Ya anocheció, ¿tus padres no se molestarán?

—Están tan concentrados buscando casas y repartiéndose sus bienes que no notarán mi ausencia.

—¿Segura?

—De todas formas estamos por acabar con nuestra cita normal, ya estamos en el lago.

—Es cierto.

Se fueron acercando a paso lento al puente sin barandal que cruzaba todo el lago, no eran muy expresivos pero de haberlo sido habrían dicho que había sido uno de los mejores días de su vida, que con cosas tan sencillas lograban relajarse y pasarla bien, y que realmente no deseaban que acabara. A mitad del puente a Charlotte se le vino una pregunta a la mente que había deseado hacerle a Drake desde hace días, pero que olvidaba con frecuencia cuando se encontraba con él.

—¿Por qué dejaste que Paul bailara conmigo? —Le soltó de pronto y Drake detuvo su andar en seco. Frunció los labios y poco a poco, como si cada centímetro que movía su rostro hacia el de ella llevara mucho trabajo, la encaró.

—Pues tú no te veías tan molesta al hacerlo.

—¿Qué dices?

—Pudiste negarte, ¿no?

—¿Acaso me estabas probando?

—¡¿Qué?! ¡No!

—¡¿Entonces?!

—¡Diablos, no importa la razón por la que te dejé bailar con él si no que a ti no te importó!

—¡Sí, tienes razón, me encanta Paul!

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