Capítulo 23

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Capítulo 23

Michelle pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros y me dejó llorar sin hacer preguntas, tampoco iba a responderle nada en ese momento, ya era suficientemente vergonzoso estar llorando en medio del patio principal y frente a ella.

No, no se saltaron un capítulo, pero sí se preguntarán qué diablos estaba haciendo yo con esa chica en mi momento vergonzoso de debilidad. Afortunadamente no se han perdido de mucho, todo comenzó esa misma mañana.

Estaba de mal humor porque, sí hay una explicación racional, tenía demasiada tarea. Si algo bueno me había dejado el imbécil era que había recuperado mis buenas notas y ya no quería incendiar escuelas porque no llevaba la tarea, y a pesar de que él ya no estaba más por allí, seguía con ese buen hábito. De alguna manera que no acababa de entender, mi semana había terminado en caos y aunque terminé a tiempo el trabajo final de la señorita Lucía, no había estudiado para su examen. En fin, salí volando de su clase, con el examen calificado en las manos y los ojos picándome mucho.

Pero qué tonta, cómo pude permitir que eso sucediera, todo había estado cronológicamente bien planeado. Sin embargo el estúpido proyecto me había llevado más tiempo del que debía.

Caminaba por el pasillo hacia los dormitorios, iba hecha una furia y el torpe moño me apretaba el cuello como si quiera estrangularme, deseaba estar ya en mi habitación para poder deshacerme de él.

Entonces se cruzó en mi camino una escenita, estaba Danny Patrowl acosando a la mocosa que les dije que no era importante el capítulo anterior, le decía un montón de cosas junto a ella. A Danny le gustaba fastidiar chicas en sus ratos libres, cabe destacar que la rubia con cabello enloquecido de risos disparados a todas partes, era malísima en la escuela y quería que todas las chicas hicieran su tarea. Me detuve frente a ellas porque no pude evitarlo. La mocosa no me necesitaba, lidiaba con esa situación mejor de lo que cualquiera lo había hecho, mantenía la vista fija en el nuevo libro que llevaba y pasaba las hojas con elegancia, con la misma con la que ignoraba los insultos de Danny a su lado. La rubia ya se había sonrojado, señal de lo molesta que se sentía por ser ignorada. Entonces me le quedé mirando a su maquillaje, cielos, debía de haber tomado clases o algo, pero se veía mucho mejor que cualquiera en este lugar. ¿Era de esas bonitas y estúpidas o sólo odiaba hacer sus deberes?

Pero la situación no podía estar más controlada, estaba clarísimo, pero era obvio que yo necesitaba desahogarme con alguien. Así que cuando Danny empezó a abrir la boca para lanzar otro insulto, mi mano golpeó con su hombro y este con la pared detrás de ella. Danny tragó aire después de sentir el golpe, pero no tardó mucho en recuperar su postura, tenía unos altaneros y oscuros ojos azules, unos labios delgados que dibujaban una sonrosa en todo su rostro.

—Miren a quién tenemos aquí, Aceituna Podrida. —Me dijo. Ah, sí, me llamaba así desde siempre, hacía referencia a mis ojos verdes. Cuando entré al colegio dejó muy en claro que odiaba mis ojos y que eran feísimos, que se parecían a un par de aceitunas echadas a perder. ¿Qué por qué nunca le hice frente? Bueno, hasta hace un segundo dudaba de sus palabras, porque recordaba que el idiota muchas veces me había dicho que mis ojos eran muy hermosos. ¿Pero y si me había estado mintiendo? Es decir, me mintió en todo. ¿Qué más daba halagarme falsamente?

—¿Se te perdió el camino, Ricitos de Oro? —Respondí. —Veo que llevas mucho tiempo con tu trasero estacionado aquí, ¿necesitas que alguien te ayude a llegar a casa de los ositos?

—No te metas, que no te estoy molestando a ti. —No se resistía ante la fuerza de mi mano sobre su hombro, parecía incluso muy paciente, dispuesta a quedarse un buen rato allí.

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