Capítulo 17

142 13 1
                                    


Charlotte se quedó mirando con ojos de loca el juego de mesa sobre la mesa de madera. Hacía años, literalmente, que no jugaba algo igual probablemente la última vez volvió a perder e hizo un berrinche como cuando no lograba ganar. Pero ya había crecido y su paciencia y su gusto por ese juego había desaparecido casi por completo. Se mordió las uñas con ansiedad mientras su abuela se ajustaba sus lentes y leía la carta que le tocaba. Puso los ojos en blanco cuando la vieja se equivocó en una palabra y volvió a empezar.

Ya llevaban dos días en el bosque y los piquetes de mosquito habían sido sólo uno de sus muchos problemas. La obligaban a comer todo lo que cocinaban en la fogata, dejándole un olor a carbón odioso a la comida. Había recuperado su celular ilegalmente pero el gusto no le duró lo suficiente, ya se le había agotado la batería y definitivamente no había donde cargarlo. Pero sobretodo, lo más molesto era el intento inútil de todos de esforzarse por pasarla bien, como si sus padres no estuvieran en medio del proceso de divorcio, su hermana no se fuera a casar regresando de ese viaje, su hermano hubiera estado demasiado lejos del país como para recordar todo lo que eran y luego estaba su abuela, que de vez en cuando le hacía preguntas del "chico de West" como ella lo llamaba, comparándolo constantemente con su abuelo. La estancia en medio de ese bosque había sido peor de lo que Charlotte se había imaginado, pues creía que todos pelearían, discutirían y se irían volando de ese sitio apenas lo vieran. No, su familia de verdad se esforzaba por pasarla bien. Todos menos ella que no encontraba la manera de sonreír para hacerlos sentir mejor.

—Va, es tu turno, Charlotte. —Le avisó su padre. Ella alzó la mirada desinteresada y después de soltar un suspiro lanzó el dado al tablero. Un siete. Todos soltaron alaridos y ella les frunció el ceño. ¿Qué significaba? —Vamos, vamos, ¡avanza! —La animó.

—De acuerdo... —Respondió y tomó su ficha. Avanzó una, dos, tres... siete casillas. Se quedó quieta en la última, era grande, muy grande y decía "meta". Charlotte hizo una "o" con su boca y se dio cuenta de que sin intentarlo conscientemente había ganado el juego. Todos soltaron gritos de festejo y se oyó uno que otro comentario como: "Bah, yo también estaba cerca" o "Si le hubiera salido un seis yo hubiera ganado". Como sea Charlotte sonrió un poco ante su victoria, luego, sonrió mucho.

"Bueno, al menos en el último juego familiar de nuestra vida gané". Había pensado.

—¡Muy bien, familia, como Charlotte ha ganado el juego ella decidirá en qué quiere ayudar el día de hoy!

Charlotte entrecerró los ojos e intentó recordar el momento en que su familia decidió que el ganador elegía su tarea.

—¿De esto se trataba?

—Desde ayer. —Su padre arrugó la cara extrañado.

—¿Y yo jugando al azar y limpiando trastos?

—Bueno, ¿qué eliges?

—De acuerdo, am... ayudaré a hacer la comida, entonces.

—¡Excelente, James, ayúdale a tu hermana! Todos los demás vamos a pescar.

Charlotte se quedó frente a la mesa de madera y tomando los utensilios necesarios comenzó a partir con un cuchillo un poco de verdura, su hermano la acompañó haciendo lo mismo.

—¿No es genial? —Le dijo.

—¿Qué es genial?

—Esto, éste viaje.

—Pues...

—A veces estamos tan concentrados en nuestros propios problemas, en nuestras cosas, que en realidad no nos damos cuenta de lo mucho que añoramos cosas tan sencillas como... jugar un juego de mesa. —Charlotte se le quedó mirando incrédula.

Trato hechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora