Nuevas decisiones

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Primera barricada en la Revolución de 1832, entre la Place Hébert y la Rue Boucry.

Mayo de 1831

La pólvora cubrió el ambiente con su densa nube. El rugido de los cañones fue la melodía del lugar, acompañado de varios disparos y gritos.

Aquel infierno había empezado de madrugada, cuando el pueblo de París dormía en sus casas. El ejército del rey se presentó inesperadamente, con unos cien soldados y varios cañones. Los revolucionarios no esperaban el ataque, por lo que sufrieron varias bajas nada más comenzar el enfrentamiento.

Adrien cargó por tercera vez su rifle. No sabía a cuántos soldados había matado, pero aún así, seguía rezando una pequeña oración por sus vidas. Alguien le gritó desde arriba, y notó un calambre muy doloroso en la pierna. Le habían disparado. Gritó de dolor y de rabia, e intentó resguardarse en los soportales que se encontraban a los lados de la calle.

La herida era muy fea. Intentó visualizar entre el amasijo de escombros y cadáveres a su agresor, pero le fue imposible. Quizás ya estuviera muerto, o lejos de allí. Apoyó su espalda contra la pared y cerró los ojos. Necesitaba descansar un poco.

En su cabeza sólo había dos personas: su amada, Isabelle, y su pequeña Denise. Las dos dieron sentido a su vida de burgués, aunque ello costara el repudio de su familia y una amenaza de muerte por parte de El Dueño. Todo por enamorarse de una prostituta.

Aquel día siempre lo llevaría en el corazón. Cómo ella, siendo una pobre chica de veinte años, que buscaba subsistir de los estragos que dejó la Revolución de 1789 y él, hijo de un rico empresario de telas, fueron acertados por la chispa del amor en las oscuras calles del barrio de Belleville.

Tras aquél encuentro fortuito, la visitó todos los días, llegando a enamorarse poco a poco, a través de cartas y poemas... Cuando descubrió que era prostituta, empezó a maquinar planes para sacarla de allí, y llevarla lejos de la ciudad. Y empezar una vida desde cero. El Dueño se enteró de estos encuentros, y amenazó de muerte a Andreu, haciéndole jurar que no vería más a Isabelle. Éste aceptó tal amenaza, dejando a una Isabelle embarazada, y con la promesa de que compraría su libertad a cualquier precio. Pero, a causa de varios acontecimientos ocurridos, entre ellos las revueltas de la ciudad, aquel viaje hacia una nueva vida se posponía siempre.

Hasta el día de hoy.

Un estruendo y varios escombros volando lo sacaron de sus ensoñaciones. La pierna no la sentía a causa del dolor. Intentó levantarse. Tenía que seguir luchando. Medio arrastrándose, consiguió volver al muro de escombros. Siguió disparando a un par de soldados, a pesar de que el dolor inundaba su cuerpo y casi lo paralizaba.

De repente, otro estruendo inundó el aire. Saltó por los aires y cayó al suelo. Notó su cuerpo crujir contra los adoquines de la calle, inmovilizándolo del todo. Respiró entrecortadamente, buscando con la mirada su rifle. En lugar de eso, se encontró con el cañón de un arma apuntándole. Lo único que escuchó fue su corazón latir con fuerza y el rugido de un disparo.

Al instante siguiente todo estaba oscuro. Su último pensamiento se lo dedicó a ellas.

Rue du Louvre, tres días después de la caída de "La Barricada del Norte"

Gritó, presa del pánico. Otra pesadilla más. Se despertó de golpe con el corazón encogido, como si alguien le hubiera disparado en el pecho. Miró a su alrededor intentando situarse. El sudor resbalaba por su frente. Las paredes enmohecidas adornaban el lugar, iluminado por un pequeño ventanuco. Intentó coger aire y se tranquilizó a medida que pasaba el tiempo.

Hija de los Muelles ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora