Sus piernas no podían dar más de sí durante la carrera que estaba manteniendo por las calles parisinas, al igual que sus pulmones estaban ardiendo del esfuerzo de conseguir oxigenar todo su organismo. Las manos, cubiertas de sangre, daban impulso al resto del cuerpo.
Todo había pasado muy deprisa.
Lumière había asesinado a un guardia de la casa real, al ser descubierto por éste en un intento de robar una joyería del centro de la ciudad. La chica había presenciado la escena desde su posición. La verdad, le había parecido una muerte innecesaria. Pero ya sabía que Lumière no era de perdonar vidas. Se acercó al cuerpo, con la esperanza de que en su interior aún hubiera un hálito de vida, esperanza que perdió al no encontrarle el pulso, manchándose así de sangre. Unos policías la habían pillado infraganti, y sin dudarlo, habían empezado a correr, viendo a cámara lenta cómo su mentor se fundía con las sombras, abandonándola a su suerte.
Torció una esquina con la intención de despistar a sus perseguidores. Pero, en lugar de conseguir dicho propósito, dio de bruces con una patrulla, que inmediatamente la arrestó.
...............
-¿Nombre?
-De... Denise Louvart.
-Bien, mademoiselle Louvart, ¿confiesa que ha matado al soldado de infantería, Pierre, el 12 de Febrero de 1830?
-¡No! ¡Lo juro por Dios! ¡Ha sido mi patrón!
La joven intentaba zafarse de los guardias que la apresaban, de forma inútil. El inspector Javert sostenía un pergamino en una mano, mientras que en la otra, tenía una pluma con la que apuntaba todos los datos del asesinato.
-¡Mentira!-acusó uno de los hombres que la apresaban-¡Yo la vi junto al cuerpo, cubierta de sangre!
-¡No! ¡Por favor, créame!-Denise se puso de rodillas mirando con súplica al hombre que la acusaba-¡Lo juro por el Santísimo! ¡Soy inocente!
Javert se apretó el tabique nasal en una señal de cansancio. Ya había escuchado a muchos reclusos suplicar su inocencia, sin saber que sus almas estaban condenadas sin remedio al destierro divino por el simple hecho de ser maleantes. Y aquella chica era uno de ellos.
-Llevadla al Cuartel General. La meteremos en un calabozo a la espera de un juicio por su presunto crimen.-sentenció, observando de nuevo a la chica con el ceño fruncido.
Denise se dejó arrastrar hacia la salida, donde la esperaba un carruaje blindado que la llevaría al Cuartel. El mar de sus ojos comenzó a desbordarse en forma de lágrimas saladas y amargas. Su mente repasó todo lo ocurrido. El soldado apenas podía tener su edad. Era joven, tenía una vida por delante. Vida arrebatada de forma cruel. Quizás estaba comprometido, o había llegado a la cumbre de su carrera. Sólo pensar que una chica o su familia estarían esperándole en casa sin saber que nunca regresaría, hacía que sintiera una punzada de dolor en su interior.
Varios presos la observaban pasar con cierta curiosidad, mientras era conducida a la puerta principal. ¿Por qué le había hecho eso Lumière? ¿Por qué la había abandonado de esa forma? Siempre habían trabajado juntos, le había enseñado todo sobre robar y matar... básicamente, se había convertido en su patrón, siendo la familia de éste la suya propia. Se supone que las familias han de estar unidas... ¿por qué entonces la ha traicionado así?
Ensimismada con esas preguntas, llegó a la puerta principal. Antes de salir, notó un agarre en su brazo. El inspector Javert, que la había seguido, interrumpió su caminar.
-Mira, querida-dijo con cierta frialdad. No tenía ganas de encabezonamientos ni tonterías de mujeres-Eres joven y hermosa... Dime la verdad, todo lo que ha pasado, y te dejo libre...-"quizás con este chantaje la chica cederá" pensó astutamente.
Pero esas palabras surtieron el efecto contrario en Denise. Negó levemente la cabeza. Levantando la mirada y clavó sus ojos en los de Javert. Notaba la ira y la impotencia recorrer cada centímetro de su cuerpo.
-No he sido yo...-susurró peligrosamente.-Yo no lo he matado...-impulsivamente, acompañó con estas palabras un escupitajo en la casaca del inspector. Éste, dejándose llevar por la furia y el asco, la tiró al suelo con violencia.
-¡Azotadla!-gritó enfurecido-¡Así aprenderá a no faltar el respeto a la ley!-sí, es cierto, él mismo se consideraba la misma ley. Y lo que no iba a permitir es que una vulgar asesina la mancillara de aquella manera, delante de todos los demás presos y de sus hombres, humillándolo. ¿Quién se había creído que era?
La chica lo miró impasible, sintiendo todavía la impotencia y la furia brotar de su interior. Se dejó arrastrar de nuevo en dirección contraria a la salida, a la sala de interrogatorios.
"Esta me la pagarás, Lumière" juró por dentro, mientras la ataban en el potro con brusquedad. La sangre reseca que lo adornaba estaba ante sus narices. Cerró los ojos con fuerza, mientras los guardias rajaban sus ropas, dejando la espalda desnuda. Apretó los dientes, y esperó el primer impacto del látigo...
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Hija de los Muelles ©
RomansaDenise es una chica que recorre las calles parisinas bajo el mando de su patrón Lumiére, obedeciendo sus órdenes e intentando sobrevivir. Con su padre luchando en las barricadas y su madre prostituta, bajo el mandato de El Dueño, ha de lidiar con lo...