¿Eres mía?

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-Enjolras, te presento a Dimitri...

Denise se levantó de la cama, notando un nudo crecer en su estómago, y se acercó al líder, el cual observaba a Dimitri con una mirada peligrosa y desafiante. Éste se levantó también, y le tendió la mano de forma amigable, un tanto confuso ante la confianza con la que el joven revolucionario había entrado en la habitación de su amiga.

Enjolras no aceptó el saludo. Simplemente dio una seca cabezada. Miró a la muchacha un tanto interrogante. Nunca había oído mencionar al susodicho en las conversaciones que mantenían casi todos los días tras la media noche. Pensaba que lo sabía todo de la chica con mirada triste y la cual entró en su corazón a pulso, por lo que no había más que ocultar.

Al saber que otro hombre había estado en su vida, hizo que sintiera cierta decepción hacia la joven. Además, el mismo sentimiento que tuvo cuando veía a Denise charlar y estar con Courfeyrac apareció de nuevo, calcinando su pecho.

Apretó los puños con fuerza.

-Creo... que he interrumpido. Nos veremos-dijo fríamente, girándose y volviendo a la puerta.

-Enjolras, espera...

Denise lo cogió del brazo y se puso delante de él, impidiéndole seguir caminando. Lo miró a los ojos y acarició su rostro con cuidado, como si estuviera tocando un artefacto a punto de estallar. Se sentía culpable por no haberle hablado de Dimitri, pues para ella estaba muerto, y carecía de importancia mencionarle en su historia.

-Dimitri es un viejo amigo mío de la infancia. Por favor... no te marches. Te lo explicaré todo después.

El líder gruñó ante las palabras de la joven y miró al suelo. No sabía qué hacer. Tenía ganas de salir corriendo de allí y no volver a verla jamás. Pero algo en su interior le dijo que debía de esperar a que ella se explicara.

La chica se quitó de en medio, con cierto pavor, pues temía que Enjolras se marchara de allí sin tener una explicación a lo ocurrido. Suspiró aliviada al ver que no fue así. El muchacho se apartó a un lado y se sentó en la silla junto a la puerta, sin dejar de mirar a Dimitri con el ceño fruncido.

-Veo que tu amigo no tiene buenos modales...-la voz de Dimitri sonó en la estancia, rompiendo el tenso silencio que los había envuelto.

-No es que no tenga buenos modales, simplemente que no sé si puedo confiar en que no le va a hacer daño a Denise o la vaya a traicionar-respondió Enjolras secamente.

-¿Acaso estás sordo? ¿Cómo voy a traicionarla?

-No, Monsieur, gracias a Dios no lo estoy. Pero, ¿cómo es que de repente apareces ahora alegando que eres su mejor amigo?

-Porque mi historia no es tan fácil, estúpido burgués. Si no sabe nada, mejor mantenga su bocaza cerrada.

Esa respuesta hizo que Enjolras se levantara furioso. Las manos le temblaban y en su rostro se podía ver perfectamente todas las venas latir. Se acercó al chico, apartando a Denise, la cual intentaba separarlos. Lo cogió por la camisa del cuello.

-Nadie ha tenido una historia fácil, Monsieur. Y no soy un burgués. Usted tampoco sabe nada de mí, por lo que le aconsejo que cierre también su boca.

-¡Enjolras! ¡Dimitri! ¡Basta!

Denise se interpuso entre ellos, separándolos a empujones. Echó una mirada fulminante a ambos, mientras Dimitri iba hacia la puerta y Enjolras se quedara junto a la cama.

-Mírate bien con quien te juntas, Denise. Estaré alojado en una pensión a unas manzanas de aquí. Si este burguechuelo te hace daño, llámame inmediatamente.

Hija de los Muelles ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora