Carteles

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Preparó todo para el encuentro de aquella noche. Subió a las habitaciones de la Señora, que a esas horas dormía sonoramente bajo los efectos del whisky. Necesitaba algo para pasar desapercibida por entre los estudiantes. Rebuscó en el armario del marido fallecido de la mujer, y encontró algunas prendas que, a pesar de venirle grandes, se las puso atándoselas con un cinturón. Cogió una boina, y se la colocó con el pelo recogido.

Escuchó a la vieja burguesa hablar en sueños. El corazón se le aceleró de cero a mil en un segundo. Salió de allí corriendo, intentando no hacer ruido. Volvió al sótano evitando a los criados que cenaban en el gran salón. "Si supiera la Señora que sus súbditos se aprovechan de ella..." pensó, sonriendo levemente con tristeza al escuchar el tintineo de copas, las risas y la palabrería a media voz.

Fue a las cocinas a coger al menos un par de cuchillos. Uno de los que usaba desde siempre se habían perdido en el encontronazo con el joven burgués, en la tarea que Crantère le asignó y el otro estaba clavado en una mesa del Musain. Los guardó en el cinto que rodeaba su cintura y salió sigilosamente, cerrando la puerta principal con cuidado.

El cielo amenazó con romper en tormenta. Denise procuró fundirse con las sombras, aunque no le fue difícil, ya que era una noche oscura, sin luna. Sorteó varias patrullas con facilidad, la mayoría de los guardias estaban cansados de perseguir a estudiantes revolucionarios, y aprovechaban la noche para salir a beber unas copas.

Llegó al café al cruzar un par de esquinas, a los quince minutos de salir de la mansión. Las luces estaban apagadas, pero podía intuirse actividad en el interior. Abrió la puerta y siguió la tenue luz que salía del fondo del local, a través de un pasillo. Empujó la puerta despacio, dejándose empapar por el tintineo de los candelabros.

Varios estudiantes se agolpaban allí hablando en voz baja mientras miraban un gran mapa. Pudo ver a Enjolras explicando algo a un grupo de chicos. Por su expresión parecía algo serio. Unas mujeres estaban en un rincón puliendo los rifles y arreglando casacas rotas. Denise suspiró. ¿De qué le serviría hacer esas cosas para vengar a su padre?

Se acercó al grupo que estaba en el mapa y esperó a que el líder terminara.

-...Un grupo puede ir a la Place Dauphine y pegar allí varios carteles. Hoy me han dicho que no hay muchos guardias allí. Aún así, tened cuidado.

Todos asintieron.

-Si veis que hay peligro, escapad. No os hagáis los valientes. Hay una delgada línea entre la valía y la locura. No la crucéis.

Volvieron a asentir y comentaron entre ellos. Denise aprovechó la pausa de la explicación, y le dio un suave toque en el hombro.

-Ya estoy aquí-dijo firme, quitándose la boina y dejando libre su melena oscura-¿Qué tengo que hacer?

Enjolras la observó y endureció mas el gesto, recordando lo ocurrido por la mañana. Se pasó la mano por los rizos y resopló, mirando a los estudiantes que se agrupaban con un manojo de carteles y un poco de resina.

-No creía que fuera a venir-alzó una ceja, volviendo la mirada a la chica-Pensaba que era una broma de Courfeyrac...-se cruzó de brazos, acariciando sutilmente e inconscientemente el agujero de su camisa provocado por el cuchillo de la muchacha. Siguió observando a la chica, notando cierta curiosidad en su interior. "Debe de ser algo noble el motivo por el que quiere arriesgar su vida" pensó, mientras enrollaba el mapa con sumo cuidado.

-Iba en serio cuando dije que quería luchar-Denise apoyó una de sus manos en la cadera, y frunció el ceño. ¿Qué pensaba aquel burguechuelo barato? ¿Que por ser una chica iba a quedarse en casa? ¿Que iba a cruzarse de brazos?

Hija de los Muelles ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora