La muerte de un asesino

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De repente, el tiempo pasó muy despacio, fotograma a fotograma.

Denise veía a Crantére abalanzarse hacia ella con una mirada de odio y muerte, alzando sus dos cuchillos. La joven se agachó hábilmente, propinándole un codazo en el estómago de éste, cosa que no le afectó demasiado. Corrió hacia un carromato que estaba abandonado allí, y se subió encima, para ganar altura. Vio a Dimitri luchar contra su padre, con ferocidad.

-No volverás a huir ¿verdad zorra?-escupió el primogénito de Lumiére, balanceando el carro. La muchacha perdió el equilibrio y cayó de bruces en el suelo. El hombre se abalanzó sobre ella, arremetiendo con el cuchillo hacia su cara. Denise se removió, esquivando los golpes. Con su daga, hizo un corte en la mejilla del sicario. Hacía tiempo que no luchaba contra alguien corpulento, por ello le costaba más moverse. La sangre de Crantére comenzó a borbotear de su mejilla. La joven buscó otro punto débil en éste, para poder clavarle su cuchillo. Pero por ahora, lo tenía bastante crudo.

Dimitri, en cambio, observaba con atención cada movimiento torpe de su padre. Lumiére estaba bastante desmejorado a causa del alcohol y la enfermedad por el ambiente que se respiraban en los Muelles, es por eso que sus estocadas con eran tan precisas como antaño. El joven aprovechó esa debilidad para hacerse con el control de la pelea.

-Me rechazaste como tu hijo desde el día en que nací. No me pidas clemencia cuando te tenga frente a mi cuchillo...-espetó con los dientes apretados, lleno de rabia. Lumiére rió socarronamente antes de volver a abalanzarse contra él, provocando un corte en el brazo del chico.

-Fue culpa de tu madre, ella se quedó embarazada de otro hombre maldito bastardo. Mi sangre no corre por tus venas, ¡no eres hijo mío!

Dimitri tragó saliva y notó cómo algo se desgarraba de su pecho.

-Aún así, padre, estuve contigo todo el tiempo. Me esforcé para ser un buen hijo. ¿Y cómo me lo agradeces? Tirándome al vacío. ¡Yo siempre te he querido!

-¡Pamplinas! No eres más que un bastardo que no se merece vivir...

Con estas palabras. Lumiére dio un bofetón a Dimitri, haciendo que éste se desconcertara un poco. Lo empujó contra una pared con todas sus fuerzas, dejándolo semiinconsciente. Denise, la cual no había escuchado nada de la conversación por estar peleando con Crantére, vio cómo Lumiére se disponía a asestar el golpe de gracia contra su compañero de la infancia.

Gritó con todas sus fuerzas y comenzó a dar patadas a Crantére, asestando una de ellas en la entrepierna. El sicario gritó de dolor, aflojando el agarre. La muchacha aprovechó para levantarse y correr hacia Lumiére.

Al instante siguiente, su daga estaba clavada en la parte izquierda de la espalda del asesino.

El silencio se apoderó del lugar.

La chica sacó el arma y se echó a un lado jadeando. Dimitri se levantó lentamente, mirando a su padre boquear, mientras que un chorro de sangre salía de su espalda. El joven lo cogió en brazos, tumbándolo en el suelo.

-Padre...

Lumiére miró a su hijo con los ojos abiertos de par en par. En su mirada se podía leer toda la vida del hombre. Cogió a Dimitri por el cuello de la camisa y lo acercó a su rostro. Susurró varias palabras en su oído, ininteligibles.

Unos segundos después, su mirada apuntaba al cielo, sin ver.

Denise se quedó paralizada. Lumiére estaba muerto. Miró a Dimitri, que se quedó unos minutos junto al cadáver de su padre. Vale que no le tenía estima, incluso quería matarla. Pero en el fondo de su ser entendía los sentimientos de Dimitri. Eran los mismos que había sentido ella cuando vio el nombre de Adrien en las listas de fallecidos de la Barricada del Norte. Lumiére quería a Dimitri a su manera y eso en parte lo agradecía el chico.

Hija de los Muelles ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora