Descubriendo la verdad

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Horas antes del enfrentamiento de Denise con Lumière

El sonido de la puerta lo despertó de golpe.

-¿Quién es?-preguntó un tanto malhumorado, reordenando los papeles manchados de tinta que tenía desperdigados por el escritorio.

-¿Enjolras? Soy Combeferre. Hay que ir al Musain ¿lo recuerdas? Tenemos que reunirnos con Montieur y Sèbastien para hablar de la estrategia ofensiva hacia los soldados del rey.

Enjolras se levantó y estiró los brazos, desperezándose.

"Es verdad" pensó, haciendo funcionar su memoria "la reunión con el grupo de Notre Dame" El sueño lo había vencido mientras intentaba acallar sus pensamientos para estudiar. Abrió la puerta de su dormitorio, indicándole a su compañero que podía pasar.

-Espera a que me adecente y coja un par de cosas...

Combeferre asintió, entrando en la estancia. Se sentó en la silla que había justo al lado de la puerta, mientras se limpiaba sus lentes con la manga de la camisa.

-¿Te encuentras bien? Te noto un poco raro estos días...-dejó caer como si nada. La voz del joven contenía una pincelada de preocupación.

Conocía a Enjolras desde que, prácticamente, entraron en la Universidad. Las horas consumidas entre libros y planes para instaurar la Republica había fortalecido aquella amistad. A pesar de que el muchacho no compartía mucho la pasión de Enjolras en la lucha de la revolución, no dudaba en seguirle a todos los planes, aconsejándolo y siendo un punto de apoyo para su amigo. Todos decían que Combeferre era el límite de la locura de Enjolras... y razón no les faltaba.

El joven líder miró de reojo a su interlocutor mientras se colocaba una chaqueta burdeos. Todas las reflexiones que atormentaban su mente intentaba que no se mostraran al exterior. Pero para Combeferre, no había secretos. Se conocían bastante bien como para advertir cuándo alguno de los dos tenía alguna preocupación.

Tarde o temprano, descubriría la verdad.

-Sí... sólo estoy un poco cansado-susurró Enjolras de manera firme, cerrando el armario y peinándose los rizos dorados con los dedos, agarrando los que estaban sueltos en una pequeña coleta al final de su nuca.

-Te entiendo... Tenemos muchas obligaciones entre la Universidad y la revolución, y encima poco tiempo para realizarlas.

Enjolras asintió ante el comentario de su amigo, mientras se sentaba en la cama para calzarse las botas. De su mesita de noche cogió una escarapela tricolor, y se la guardó en el bolsillo. Combeferre contempló en un silencio taciturno a su compatriota, no muy convencido de la respuesta que éste le había dado. No tenía nada en conclusión sobre la actitud tomada del líder en estas últimas semanas, además de que sabía que el carácter fuerte característico en él no le iba a permitir sacar más información.

"He de investigar un poco más..." pensó el muchacho mientras volvía a apoyar las gafas en su tabique nasal.

Una vez listos, salieron del pequeño piso de estudiantes, rumbo al café. La conversación por el camino no fue muy animada. Ambos estaban sumidos en sus propios pensamientos. Cuando llegaron, se dirigieron a la sala de reuniones. Allí los esperaba ya los líderes revolucionarios de las barricadas de Notre Dame.

Enjolras recorrió con su mirada la estancia, descubriendo a una chica de pelo azabache y ojos color mar siendo ayudada por una de las mujeres que cosían banderas y escarapelas. Sonrió satisfecho al ver que la joven no había desobedecido la decisión impuesta por él de quedarse en la sede, a salvo. Decisión la cual había recibido muchas pegas por parte de la muchacha, las cuales habían sido respondidas con un silencio sepulcral.

Hija de los Muelles ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora