El sonido de varias voces acompañadas con el olor a café y tostadas, despertó a Denise de un sueño vacío, sin pesadillas. Se incorporó, sin fijarse que una cálida manta se resbaló de sus hombros. Miró a su alrededor, recordando poco a poco lo que había ocurrido la noche anterior.
Y recordó que la Señora quizás la estaría esperando enfadada...
Hizo la cama como buenamente pudo y sacudió la almohada con esmero, para no dejar rastro de piojos o pulgas. No sabía si tenía o no, nunca se lo había planteado, pero siempre le gustaba ser precavida.
Una vez que estuvo lista, se acercó a la puerta. Comprobó que, efectivamente, seguía cerrada con llave. Resopló un poco impaciente y pegó el oído en la madera.
-... ¿Cómo es que la fecha de la discusión era hoy? No me has dicho nada, Ferre...
La voz de Courfeyrac sonó cerca de la puerta. Denise tragó saliva con el corazón en un puño. Bajó el ritmo de respiración y tensó su cuerpo, intentando no hacer ruido alguno. Varios pasos resonaron en el suelo, haciendo crujir la madera.
-Si estuvieras más atento en clase, lo sabrías. Bastante tengo con dejarte los apuntes todos los días. Venga, vamos que llegamos tarde.
Otra puerta se abrió, y los pasos se alejaron.
-¿No vienes, Enjolras?-volvió a escuchar la voz de Combeferre.
-Ahora voy, he de acabar una cosa... Estaré en clase a la hora punta.
-Eso espero... Te vemos allí. Y la próxima vez, deberías de centrarte más en los estudios en lugar de hacer misiones nocturnas por la ciudad.
-De acuerdo...
La voz de Enjolras sonaba un tanto cansada, como si no hubiera dormido en toda la noche. La puerta principal se cerró de un solo golpe, dejando el piso en silencio. Denise se separó de la puerta, y tragó saliva. Escondió una mano en su espalda con un cuchillo preparado, por si acaso. A pesar de la hospitalidad del líder revolucionario, no se fiaba aún de él.
Enjolras, por su parte, se desperezó en cuanto sus compañeros de piso se marcharon por la puerta. Había estado toda la noche despierto, intentando centrarse en sus apuntes de Derecho Político. Pero su mente volaba lejos, de la mano de un ángel sin alas. En su interior, había empezado una lucha interna entre su corazón y sus principios. No podía enamorarse, pues lideraba una revolución junto a más hombres de honor. Pero la presencia de la chica le hacía sentir bien, y su mirada le infundía la fuerza necesaria para seguir luchando. "Ojalá fuera todo tan sencillo" pensó mientras cogía dos tazas llenas de café "No debería de haberla aceptado en mis filas... Así no me hubiera embrujado de esta manera"
Fue hacia su habitación, y giró la llave. Nada más abrir, se encontró con Denise despierta, en tensión. No supo qué decir.
-Buenos días...-susurró la chica, con desconfianza. Alternó su mirada con el rostro de Enjolras y las dos tazas de café humeante que portaban sus manos. La camisa de la noche anterior lucía arrugada y por fuera de los pantalones. Los rizos rubios que adornaban su cabellera, estaban algo desperdigados por su rostro. El porte que el día anterior mostraba con orgullo, se había desvanecido.
-Buenos días... te he traído café-respondió Enjolras, recomponiéndose. Dejó una de las tazas en una silla, mientras que bebía un sorbo de la otra-He de irme a la universidad, por lo que no puedes quedarte aquí...
-Lo sé, me marcho en seguida...-dijo la joven, algo incómoda por la brusquedad del chico-Gracias por todo, Monsieur Enjolras...
Empezó a caminar, haciendo crujir el parqué de madera. Pasó por al lado del joven y se ruborizó levemente. Tragó saliva y fue hacia la puerta, saliendo del piso sin decir nada más... dejando a un Enjolras algo consternado, aunque en apariencia, despreocupado...
.............
Llegó jadeando a casa de la Señora. Se paró en frente de la puerta del servicio y cogió aire, respirando hondo... En la casa bullía actividad. Rápidamente, entró en el interior, llegando a la cocina. Las doncellas la miraron con una mezcla de asombro y miedo. Denise notó un tirón en su brazo y se encontró con una mujer mayor, que resultó ser el ama de llaves.
-¿Dónde estabas? Te estábamos buscando...-la chica iba a responder, pero no le dio tiempo. La mujer la llevó por los ricos pasillos casi a rastras. Llegaron a una enorme puerta blanca, que estaba entreabierta. El ama de llaves llamó repetidamente y un "Adelante" ahogado por la puerta las recibió. Entró sólo Denise, de un pequeño empujón. La puerta se cerró completamente tras de sí.
-¡Tú!-la Señora se levantó pesadamente, resoplando. Las cuentas de su regordete cuello bailaron peligrosamente. Denise tragó saliva-¡¿Dónde estabas ayer?!-le dio un bofetón que la joven no vio venir. Notó varias punzadas en la mejilla. Respiró hondo y recuperó la compostura.
-Estaba... trabajando. Para sacarme unos francos, Señora-susurró sintiendo cierto resquemor en el interior, lanzando una mirada gélida a la mujer.
-¿Trabajando? Seguro que estabas con tu madre, entregándote al placer de los hombres-recibió otro golpe, que esquivó-Y yo mientras preocupada por ti. ¿Así me agradecer haberte recogido de las calles?
-¡No!-"lo que faltaba" pensó Denise, haciendo una mueca-Estuve trabajando en pegar unos carteles, se lo juro-pero la Señora no escuchaba.
Su rostro lleno de arrugas mostraba su enfado hacia la chica. ¿Qué pensarían sus amigas del salón de té si saben que la chica de los recados entregaba su cuerpo a medio París? Cogió a Denise por el brazo. La chica forcejeó, intentando soltarse de sus regordetes dedos. La condujo a la puerta de la calle, ante la mirada atónita de los criados.
-¡Se que no pegabas carteles, sucia meretriz! ¡Mentirosa!-la empujó a la calle en cuanto abrió la puerta. Denise trastrabilló con una loseta suelta y cayó al suelo. Alzó la mirada y descubrió su vestido y rebeca rota.-¡No quiero volver a verte en mi casa más!-escuchó decir a la Señora, que cerró la puerta con violencia.
La joven se acercó a la puerta y la aporreó con fuerza.
-¡¿Por que no quiere escucharme?!-gritó, removiendo las compuertas que estaban cerradas-¡No estaba acostándome con ningún hombre!
Recibió un silencio sepulcral como respuesta. Recogió lo que quedaba de rebeca y comenzó a deambular por las calles, con el temor de que haya llamado la atención con el espectáculo de la vieja burguesa.
Caminó rápidamente hacia unos callejones, notando las primeras gotas de agua sobre ella, anunciando tormenta...
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Hija de los Muelles ©
RomanceDenise es una chica que recorre las calles parisinas bajo el mando de su patrón Lumiére, obedeciendo sus órdenes e intentando sobrevivir. Con su padre luchando en las barricadas y su madre prostituta, bajo el mandato de El Dueño, ha de lidiar con lo...