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Cuatro

Acepté.

— Bien, empecemos de nuevo. Maddie West. Igualmente, mucho gusto.— fue lo único que logré decir.

— Oh, bien, ahora somos amigos— dijo de una manera demasiado alegre para mí.

— Ey, reduce la velocidad, ¿amigos? Recién nos conocemos. No esperes que empiece a confiar en ti desde ya.

— Vamos, no seas tan antisocial. En fin, es tu decisión. ¿Que tal tu día?

— ¿De veras te importa? -—respondí lo más fríamente posible.

— Maddie, trato de ser amable contigo. En serio, no quiero que pienses que solo porque eres nueva nadie va a querer hablar contigo o que nadie te incluirá en su grupo. Solo quiero que seamos amigos.

Esperen, ¿Lee la mente o qué?

— ¿Y cómo sabes eso tú?

Pude notar como respiró hondo — Te lo digo porque yo también fui nuevo. Entré hace un año. Unos temas familiares nos trajeron aquí, y tuve que adaptarme.

Eres una mala persona, Maddie. Mala, muy mala.

Es cierto.

— Oh. En serio no sabía. Disculpa— me disculpé—, pero... No es lo mío ser sociable y eso. Y no esperaba que en el primer día hiciera un amigo.

— Descuida —dijo en un tono comprensivo —Además, ¿quién podría resistirse a mis encantos el primer día?

— ¡Que engreído! — le espeté.

— ¡Que antisocial! — dijo con mi mismo tono— Aún sigues sin captar las bromas. Entonces, ¿Amigos?

— Si dejas de comportarte como un engreído, sí, posiblemente seamos amigos.

Nunca me creí capaz de poder hacer un amigo. Y más en el primer día de clase. Jeni se sentirá orgullosa de mí.

Pasamos un rato en silencio hasta que me dijo — Bien, ¿Qué camino tomas?

— El de la derecha. Vivo por la avenida Gibson— al verlo sonreír, por no sé cuánta vez en el día, algo no me suena bien— ¿Porqué?

— ¿Quién lo iba a decir?—soltó otra carcajada para nada linda — Así que también somos vecinos. Yo vivo en el 735 de la avenida Gibson.

Ay no. Por favor, Dios. ¿Qué hice yo? ¿También vecinos? Esto no puede ser cierto. ¿Me estás castigando porque me comí la última barrita de cereal de papá, cierto?

— ¿En qué número vives?— dijo con tremenda curiosidad, tanta que hasta me levantó una ceja.

— Vivo en el 733 de la misma calle.—dije con un tono al borde de la desesperación.

En serio, hablo en serio.

— ¡Que bien! ¡Eso es muy bueno! Entonces, ¿Nos vamos ya?

Y ahí va, otra sonrisa.

— Eh no, no lo creo. Siempre me ha gustado ir sola y...

— Maddie por favor, somos amigos–vecinos, ¿Cierto? No hay nada de malo en eso.

Sin dejarme terminar el siguiente argumento para que vaya sola, me tomó de ambos hombros y me empujó haciéndome caminar hacia la avenida Gibson. En parte, al final se lo agradecí internamente, porque para ser francos ya sentía que me iba a perder volviendo a casa.

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De Mejores Amigos a NoviosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora