Epílogo

9.9K 456 169
                                    

Hoy todo el mundo me dice que estoy muy hermosa. Y realmente creo que así es. No puedo dejar de sonreír ante el recuerdo que dio origen a esto.

Y cómo de nerviosa me siento hoy. Siento mis piernas como gelatina y mi estómago no hace otra cosa que enviarme pequeñas contracciones como para darme esas ganas tremendas de arrojar lo poco que comí debido al nerviosismo.

Estoy con un hermoso vestido blanco, con un corte corazón, detalles en lentejuelas y desde el corte hasta las mangas con un bello encaje blanco. En mis manos un ramo de flores y en uno de mis dedos anulares, un precioso anillo.

— Te ves tan hermosa, cielo.— dijo mi madre apunto de derramar lágrimas— No puedo creer que hoy sea el gran día.

—Oh mamá— le dije y fui a abrazarla —, no te pongas así que me vas a hacer llorar otra vez.

— ¡Oh no! Eso ni lo pienses, Maddie.— habló una de mis mejores amigas ahora, a parte de Jeni, Andrea, haciendo que me separe de mi madre — No vas a arruinar mi obra de arte. Te ves preciosa. En serio, ese chico tiene una gran suerte.

— Y vaya que también les costó trabajo a ambos. —dice Jeni.

— En serio, ustedes hicisteron un gran trabajo. Gracias. — le digo a todas y las abrazo.

— Hija, creo que ya es hora de que salgas, los invitados ya llevan casi una hora esperando.—me dice mientras revisa su reloj.

— Bien mamá, avísale a papá. Que ya salgo ahora, solo necesito respirar. — termino de decir esto y empiezo a hiperventilar.

Papá entra y me ayuda, dándome ánimos y me digno a salir. Cuando vamos a entrar las puertas se abren y el piano con el tono nupcial empieza. Hoy más que nunca los zapatos de tacón se esfuerzan por hacerme sentir incómoda.

Malditos zapatos — pienso—, ni bien tenga el momento, me los quito de una buena vez.

Me agarro aún más fuerte al brazo que me tiende mi padre para hacer la gran entrada. A los costados del largo camino hasta el altar puedo divisar a mis parientes y a los de mi futuro esposo.

Entre esos invitados puedo ver claramente esos verdes ojos, con un toque de avellana que vi desde que entré en la preparatoria. Al ver esos ojos a mi mente vienen tantos recuerdos, tantos buenos y malos que pasé junto a una de las más maravillosas personas que pude haber conocido. Recuerdo el mural, el casillero, las bromas, las fiestas, las risas, cuando me emborraché, mi roto corazón, mis sentimientos, mi amor correspondido, el beso con mi mejor amigo. Recuerdo todo con sólo ver aquellos ojos verdes.

Simplemente no puedo imaginarme que exista un mini tú, y más de la persona que más amo, Jessey Black. Los padres de Jessey hace tres años nos dieron la sorpresa de que Nora estaba embarazada, luego de la espera de nueve meses trajo al mundo a un mini Jessey. Son tan parecidos que puedo decirles gemelos, esos ojos verdes, ese cabello azabache. El pequeño Javier ya camina y habla mucho, aunque en su idioma pero sí lo hace. ¡Hasta me dice tía! Es un bebé adorable.

Después de seis años de relación con mi novio y mejor amigo Jessey, habiendo terminado cada uno nuestras respectivas carreras; él decidió darme la sorpresa hace un año de pedirme matrimonio, ser su esposa y la futura madre de sus hijos. En la mansión todo fue fenomenal, ya que era del padre de Andrea, ella y yo fortalecimos la relación amical, y pude tener una mejor amiga. Cómo olvidar que los dos se aliaron para poder darme semejante sorpresa, además de un paro cardíaco.

Mi teléfono empieza a sonar y me levanto desganada de mi cama para contestar.

¡¿Liliana?! — escuché esa voz y la reconocí rápidamente.

De Mejores Amigos a NoviosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora