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Treinta y uno


Todo fue muy raro acerca de lo que pasó ayer. Cuando solté la mano de mi amigo, éste cambió la expresión en su rostro. Pero yo no sabía porqué.

Hoy hemos quedado para salir a jugar de nuevo en el centro comercial. Luego de ver el estreno de "Un gallo con muchos huevos".

Sabemos que es algo para niños, pero esos huevos sí que hacen reír. Cuando la vi por primera vez con Jessey, coincidimos en algo: ambos nos reímos cuando un huevito decía que todos se llamaban "confi" y al estilo mexicano, eso sonó muy gracioso.

Tengo que estar sobre las tres, para poder hacer cola y luego ir a la heladería del centro. Pero otra vez no sé qué ponerme.

Cuando lo pienso mejor, me digo:— No voy a tener cita con nadie, así que mejor me pongo lo que tenga.

Elegí una camiseta color lila, mis jeans negros y mis balerinas negras. Me echo mi colonia con olor a jazmín. Cojo un bolso donde entra mi celular y las llaves, y salgo.

Tal como ayer, encontré a Jessey esperando. Cuando llegué un olor entró por mis fosas nasales hasta el fondo. Es la primera vez que cuando nos vemos se ha echado colonia. Y sí, esa colonia es muy atrayente.

— ¿Lista para la película más graciosa, mi cuata? — Jessey y sus cambios de acento. Me río por "cuata"

— Pos órale que se nos hace tarde, mi confi— ambos no aguantamos más y nos reímos.

[...]

Al salir, la película estuvo genial. La pasé genial. Compramos palomitas y Jess se encargó de las bebidas.

Enseguida, empezamos con el mismo juego de ayer. Solo que otra vez pasó algo que me dejó petrificada y sin habla.
Estábamos ya por la cuarta ronda, y era mi turno de preguntar. Decido por un acento francés para preguntarle a un chico que estaba en la cola.

Creo que es la tercera o cuarta vez que repito que no sé si llevo conmigo una maldición o algo por el estilo. Más si la maldición viene con tener que enfrentarte a alguien después de mucho tiempo.

— ¿Maddie?

Esos cabello, ese cabello castaño, ahora lo tenía algo largo para lo que era hace un año. Seguía teniendo la misma sonrisa, aquella que me logró acelerar el corazón tantas veces. Y esos ojos castaños que fueron mi perdición.

Maldita sea.

Samuel.

Hola, ¿Cómo has estado? ¿Hace cuánto que no nos vemos, un año?— lo único que sabía de mi era que me quedé tiesa y sin habla, mientras lo miraba fijamente, y todo pasaba por mi mente otra vez.

No, otra vez no, por favor. Ya no había vuelto a pensar en él, ¿Por qué ahora cuando estaba de lo mejor gracias a Jessey?

Siento como una mano se enrolla en mi brazo y me atrae hacia él, lejos de Samuel.

— ¡Oh! — soltó una sonrisa— ¿Es tu novio? Vamos, dime algo.

Otra vez eso, algo se removió dentro de mí al escuchar eso.

— Jessey, —mi amigo me mira— te presento a Samuel.—él le sonríe falsamente, lo noté—¿Qué haces aquí?

— Es una larga historia, quise dejar atrás todo aquello que me hizo daño, al igual que mamá, ya sabes. Entonces nos vinimos un tiempo aquí donde mi tía.— él trata de acercarse y Jessey es más rápido

— Bueno, fue un gusto. Pero ya tenemos que irnos.— y ahí otra vez esa sonrisa falsa.— Adiós.

Cuando ya estoy de espaldas a él, en dirección opuesta, él me habla.

— Lili, ¿Podemos hablar?

Volteé a verlo, y por lo que lo conocía me estaba mirando como me miraba antes, noté arrepentimiento en su mirada.

— ¿Para qué?—le espeté— No tenemos nada de qué hablar, ya dijiste todo y yo también.

— Sé que todavía te sientes mal por lo que pasó pero esta vez sí...

— No.— Se pronunció en mi mente, pero fue Jess quién lo dijo.— Ahora está conmigo, y Mad ya superó lo que sea que haya pasado entre ustedes, así que, chau que te borraron.

En ese momento. Mi corazón se paralizó, pero no supe si fue por la mirada que tenía Samuel o por lo que dijo Jessey.

Mi amigo me dirigió lejos de él, justo antes de que el otro pudiera volver a decir algo. Y antes de que viera una solitaria lágrima bajar por toda mi mejilla.

Ése... Ésa persona me había hecho recordar todo lo que pasé en un lapso de cinco minutos. Y todo lo que tenía reprimido volvió a salir.

Sentí unos ojos verdes que me miraban con ternura y compasión, sus brazos fuertes me envolvían y me hacían sentir bien. Esas sensaciones familiares volvieron a mí. Haciéndome sentir cómoda. Por un momento pensé que eso demostraban más que sentimientos de amistad. Pero no. Los volví a eliminar de mi cabeza porque eso no podría ser. Jessey se había quedado de la misma manera cuando vio a Rouse. Eso significaba que aún la quería, pero entonces... ¿Por qué entrelazó nuestras manos?

¡Para darle celos! ¡Eso está más que claro!

Me calmé y me fui separando de a poco— Ya estoy bien, gracias.— le dije — Solo... Me tomó por sorpresa.

— ¿Aún lo quieres?

— No... —dudé, a lo que respondí:— No lo sé.

— Pero Mad, sabes lo que te hizo. No es justo que te pongas así. Me torturas. Si tú estas triste, yo también estoy triste. Si tú estas feliz, yo también lo estoy. Pero ya no sé ni para qué lo digo... Mis intentos para que lo superaras poco a poco han ido bien, has ido bien. Todo, ¿para que al final estés así?

— No, Jess no. Tú no puedes recriminarme nada porque te pusiste igual cuando ayer la viste.

— Pero al menos actué diferente. Como para darle a entender de que ella no había ganado, que no se había salido con la suya, que ahora yo empezaba con alguien más. Alguien con quien soy feliz.

Esas palabras me dejaron sin habla. Mi amigo últimamente ha estado actuando raro. Y no solo él, yo también. No sé si aún tengo el miedo a pasar por lo mismo. Y viene él a decirme eso. Todo era un mar de dudas y diferentes cosas en mi mente.

Regresamos a casa en silencio. Creo que Jessey estaba algo frustrado. Pero no sabía si en realidad era frustración o enojo por la forma en que actué hoy. Él se había esforzado en ayudarme a superar por lo que pasé. Y ahora yo actuaba de esta manera.

— Lo siento— farfullé—, por lo de hoy. Fui una tonta al ponerme así. Entiendo que me has estado ayudando y todo. Lo siento, es el maldito miedo a pasar por lo mismo, ese todavía no se va.

— No. Discúlpame a mí. Fui un tonto al recriminarte eso. Hago todo lo posible para que superes a ésa persona, y no supe lo difícil que es para ti. Te entiendo porque me sentí como tú también, y eso lo sabes. Pero quisiera que yo fuera una de las razones por las que pierdas ese miedo, como tú lo fuiste y lo eres para mí. Solo hay que disfrutar de la vida.— me regaló una de esas sonrisas suyas que combinaban alegría y amistad.

— Bien, gracias Jess. Entonces seguiremos divirtiéndonos, ¿vale?— me acerqué a abrazarlo— Mañana iremos al parque de diversiones de la ciudad. Así que rompe tu chanchito.

— Está bien.— corresponde mi abrazo con fuerza— Me alegro por eso. ¡No! Ni lo pienses Porky no se rompe. Aún no se llena.

Nos reímos. Pero luego nos soltamos ya que resultó un poco incómodo. Pero seguimos igual.
Así quedamos para el día siguiente, pero esta vez era mi proposición, como devolverle a Jessey el favor que me hace al tratar de hacerme reír cuando más lo necesito, y algo que no sabe, es que cuando me hace reír se me olvidan todos mis miedos.

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De Mejores Amigos a NoviosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora