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Trece

— Primero, aceptó hablar conmigo. Fuimos a caminar. Y luego ella me dijo que quería ir al cine. Pero, no vimos lo que yo quería, sino lo que ella quería. Estuve aburrido en toda la película. Pero estuve con ella y eso...

Mi mente vagaba en esos ojos azulados, tez blanca y cabello peinado hacia la derecha con un pequeño flequillo. Dylan.

— Mad, ¿me estás escuchando?

Jessey, ¿siempre tienes que interrumpir nuestros pensamientos?

— Eh... Sí claro, yo quise ir a ver "The Avengers" ayer, pero no había con quién ir. ¡Dicen que estuvo épico! — lo dije con una emoción inimaginable

— Sí, yo también deseaba verla, es la mejor película de todos los tiempos.

Ambos nos quedamos en silencio. Yo empezaba nuevamente a sumergirme en mis pensamientos hasta que llegó Jessey.

— ¡Maddie, vamos al cine! Tú quieres verla y yo también. Vamos vamos vamos. ¡Levántate!

— ¿Ahora? ¿Es en serio? ¡¿Me lo estás diciendo en serio?! — casi grito de la emoción, pero luego disminuyó cuando recordé que no había traído dinero— Jess, no traje dinero...

— Tú solo ven. Ya luego arreglamos eso. ¡Vaaaamoooo al cineee! —luego de decir eso, ambos soltamos una carcajada.

En serio, Jessey era medio tarado. Pero era divertido.

  [...]

Las personas no se equivocaban. Fue una película épica. Estuvo espectacular. Los efectos, los personajes, Iron Man, el Capitán América, Thor y Hulk.

—Bien, Mad... ¿Qué tal estuvo? —preguntó mi azabache amigo

Lo miré, la noche le daba un toque más oscuro a su cabello y a sus ojos verdes — ¡Estuvo épico, hermano! ¡Fue genial! —dicho esto, chocamos los cinco

— ¿Linda?— esa voz. La había escuchado antes, miré hacia un costado de Jessey. Y ahí estaba, Dylan.

— ¿Dylan?

—El mismo. ¿Viniste a ver "The Avengers", también? —en su voz, se notaba una gran curiosidad

—Eh, sí. Estuvo genial la película. La mejor de todos los tiempos.

— ¿Viniste con tu novio? —esa pregunta hizo que tanto Jessey como yo, nos ruborizáramos.

Jessey, ¿mi novio? ¡Ja! Eso sonaba tan raro.

—Eh, no. Él es mi amigo Jessey. Jessey él es Dylan.

— El chico que ayuda a lindas a levantarse del suelo, un gusto— me guiñó un ojo.

—Sí. El chico que es mejor amigo de Maddie, un gusto igual.— dejó de mirarlo y volteó a verme— Maddie, ¿nos vamos? 

Déjame. Me quedo con él.

—Maddie, ¿no te gustaría ir a comer algo? Yo invito— dijo Dylan

—Eh. Me encantaría pero luego no habrá quién me lleve a casa. Y está empezando a oscurecer.

 ¡Pero yo quiero quedarme!

Cállate consciencia. Ambas sabemos que no podemos. Por más lindo que sea.

— Yo te llevo.

—Maddie, vámonos —intervino Jessey —, yo te llevaré a casa ahora.

¿Por qué actua así? Yo quiero quedarme. Piénsalo, es comida graaaaaaaaatis.

Buen punto.

De todas formas, ¿No hay nada malo que acepte una comida, no?

—Jessey, crees que por hoy, ¿pueda ir a casa después? —le dediqué una sonrisa y creo que entendió.— Es comida gratis— le susurré.

— Está bien. — respondió con un tono queda.— Solo por esta vez. Pero si tu mamá me pregunta por qué Maddie resulta desaparecida durante dos semanas enteras, le diré que un completo desconocido te habló, te ofreció comida y te fuiste con él. Netamente tu culpa, eh.

— Jessey, tú también fuiste un desconocido en un inicio, y mira cómo somos amigos. Deja el drama, bobo.

—Bien. Maddie, ¿nos vamos? —Dylan tenía una voz que mataba.

—Adiós, Jessey. Te llamo luego —dicho esto. Nos fuimos.

Todo aquel que nos compre comida, se merecen nuestros respetos. Dylan, vas por buen camino.

Fuimos a McDonald's. Ordenamos. Cuando nos trajeron la comida. No esperaba más para empezar a hacer otra de las cosas en las que soy buena.

—Miras la hamburguesa como si fueras un cazador que va a cazar a su presa, Maddie— lo dijo con una media sonrisa.

Dile que deje de sonreír, o provocaré un paro cardíaco ahora mismo.

—Eh. Sí, es que la comida me ama y yo también. Tenemos una relación de años.

—Pero, la mayoría de las chicas ordena una hamburguesa dietética. Ya sabes, menos grasa, menos calorías...

Golpe bajo. Podemos estrellar la servilleta en su cara, y nos llevamos la hamburguesa, y así todos felices.

—Yo no me preocupo por eso, sino por el sabor. Y si te refieres a mi dieta, pues me vale. Amo la comida, la como y punto.

—Bueno, está bien. En ese caso, Bon Apetit.

Aunque Dylan me hizo molestar un poco, igual devoré la hamburguesa.

Al terminar, me llevó a casa. Mamá preguntó por qué Jessey pasó a saludar por la casa y preguntó por mí, cuando habíamos salido los dos juntos.

Méndigo traidor.

Ni bien llegué a mi cama, me tiré en seco. Hasta que oí una rama rompiéndose, y vi una sombra en mi ventana.

— ¡Ahhhhhhhhhhhhhhh! —grité.

— ¡Ahhhhhhhhhh! — escuché de la otra persona y luego un golpe seco.

¡¿Quién rayos era?! Y en especial, ¡¿qué quería?!

❄️

De Mejores Amigos a NoviosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora