48

7.7K 426 61
                                        

Cuarenta y ocho


POV Maddie

Ya van cuatro días que no veo a Jessey. Dentro mío siento que fue mi culpa.

Oh Maddie, que lo fue, fuiste tan valiente para decirle lo que sientes molesta, pero cuando él te dice lo que siente le dices que lo que es, no es amor. habló mi yo interior.

Ya creo que van mil llamadas perdidas mías y quinientos mensajes. Creo que soy exagerada.

No sé qué hacer. En serio, lo extraño. Necesito que esté conmigo, ahora.

¡Pues que irónico! Primero le dices que lo que siente por ti no es amor, sabiendo que sientes lo mismo, ¡Y le mientes! Oh Maddie, eres una vil mentirosa.

Ahora mismo me encontraba en una discusión conmigo misma.

En el almuerzo, suena el timbre, mamá es quien sale a atender. Ni las fuerzas tengo de ir y abrir la puerta.

— ¡Liliana! — esa voz me suena muy familiar. Será que... Cuando volteo ahí la veo.

— ¡Jeni! ¡Ay mi Dios! ¡Jeni! —corro a abrazarla, ella me devuelve el abrazo tan fuerte— Te he extrañado tanto.

— Aw, amo cuando me mientes así, eres una vil mentirosa. No me has escrito en días y ya hasta pensaba que sí te habías resentido por lo último que te dije.

— He estado pasando por mucho estos días, lo siento por haberte descuidado tanto. ¿Te has cortado el cabello?

— Sí, ¿Qué tal me veo?

— Tan preciosa y sexy como siempre.—ella me guiña y yo sonrío, sí que la he extrañado bastante. Mis ojos se hacen agua, la necesitaba conmigo desde hace tiempo.— ¿Y hoy no tienes clases o qué?

— Me decidí saltar la de artes porque bueno, ya conoces que soy la preferida de Miss Martha, y nada vale más que venir a verte, Lili.

— Te he necesitado tanto.—ya no aguanto más y lloro.— Tengo mucho que contarte.— tomo su mano y la llevo a mi habitación.

— ¿Qué pasó, Lili? No me digas que ese mocoso te hizo algo, porque juro que ahorita voy y lo desaparezco.

— En realidad, todo es mi culpa. Yo y el maldito miedo, el miedo de pasar por lo mismo.

— Ay, Lili. Es obvio que vas a tener miedo. Todos tenemos miedo, miedo de lo que pueda pasar, pero sabes que de eso se trata todo este tema del amor. Mírame—mis ojos los dirijo a ella—, yo siempre tengo miedo, desde el tema de Jason. Pero nunca me he cerrado a la oportunidad de si me gusta alguien, y más si tuviera una conexión como la tienen tú y Jessey.

— ¿Crees que Jessey me haga lo mismo?— suspiro— ¿Qué pasa si Rouse vuelve, igual que ella? ¿Qué si él me deja y se va? ¿De qué sirve arriesgar todo si al final me quedaré sola y nuestra amistad se terminará?

— No sé si Jessey te haga lo mismo, pero puedes hablar con él. Decirle lo que me dijiste a mí. Qué con él todos tus miedos se van. Yo creo que ambos fueron la cura del otro, y por eso se gustan. Pero nunca lo sabrás si no se lo dices.—me le quedo mirando— Esa mirada... ¿Qué más pasó? ¿Qué tanto me he perdido?

— En realidad, sí se lo dije.

— ¡Liliana!

— Y también lo besé.

— ¡Por Dios! Y luego dices que yo soy la que siempre da el primer paso, eres una cínica. Te odio.—me río— No te rías, no es broma.

— Le dije de que posiblemente me gustaba el día que discutimos en la terraza. Y lo besé el día que tuvo fiebre, él estaba dormido. No lo sabe.

— Ah, no, pero yo sí quiero saberlo. Ahora sí, si quieres mi opinión, cuéntame todo y exagera.

Y ahí me ven, pasé toda una tarde con Jeni, contándole desde el inicio de cómo comenzó todo de Jess. Casi se muere al enterarse de todo, absolutamente de todo.

— Ay, Lili. Difícil situación eh. Y entiendo tu miedo, viste y fuiste testigo de cómo Jessey te dejó de lado por Rouse. Pero en las últimas semanas ya no ha hablado de ella, y lo has ayudado a olvidar ese tema también. Yo les digo, son su cura, pero si no lo crees así, entonces no digas ni hagas nada. Eso sí, por todas las veces seré totalmente honesta contigo. ¿Lista? —asiento— Eres una maldita cobarde. Y no me digas que no, a veces vale la pena arriesgar todo por amor. Deberías de ser valiente una vez más en tu vida, así en un futuro no podrás arrepentirte de nada porque sí hiciste algo. Tienes que hablar con Jessey, y decirle la verdad, que lo rechazaste por tus estúpidos miedos y no porque no sientas lo mismo. Te apuesto a que ahora el pobre debe de estar matándose la cabeza porque él sí está repitiendo su historia, le dice las cosas a su mejor amiga y esta la rechaza. Yo creo que no eres como Rouse, y no le harías lo mismo que ella hizo. Déjate de miedos mujer. Déjate de cuestionarse tanto. Deja de llevarte por tus malditos miedos de una vez por todos, ¡Ve al mundo, enfrenta, pelea, gana!—yo río por lo último que dijo.

— Y visítame más seguido, cariño, adoro tus visitas.—me río, haciendo honor a la película favorita de Jeni— Y si vuelvo a salir herida, estarás para mí, ¿Verdad?

— Como lo he estado desde que te conocí. Y si alguien rompe tu corazón, yo le rompo los huesos y te ayudaré a recoger cada pedazo para que vuelvas a ser tú.

— Gracias, Jeni. Te quiero.

— Yo también te quiero, y mucho, Lili. Ahora—dice levantándose de mi cama—, es hora de que me vaya, antes de que mi madre llame a la policía porque debí de haber llegado hace una hora a casa.

— Mamá, ya regreso. Voy a acompañar a Jeni a la parada de buses. — eso sonaba raro, siempre decía que salía con Jess.

— Está bien, cielo. No olvides el paraguas. Hoy el informante del clima dijo que tal vez habría tormenta.— me gritó desde la sala.

Obvié lo del paraguas, el cielo estaba despejado y no parecía que iba a llover. Así que salí, y mientras iba hablando con Jeni empecé a practicar qué le diría a Jess primero. Luego ya me las ingeniaría para hacerlo venir, tal vez un hechizo de accio...

Definitivamente estás loca. habló mi yo interior.

Dejé a Jeni y empecé el camino de regreso a casa, no me fijé cuánto caminé, pero sí que era mucho. Unas gotas en la acera me sacaron de mis pensamientos.
De un momento para otro empezó a llover. Rayos. Me refugié bajo un edificio que tenía ahí cerca.

De pronto, unos recuerdos vinieron a mí. Ya había estado aquí, fue Jessey quien me trajo por primera vez.

Vi que la puerta estaba semiabierta, no lo dudé y entré. Necesitaba protegerme mientras esperaba a que al menos calme en algo la lluvia.

Subí hasta el segundo piso. Ya estaba pisando el piso de éste, cuando mi cuerpo choca contra otro. Y me obliga a caer de rodillas en el suelo.

— Ay Dios, ¿Es que ni aquí puedo encontrar paz? —digo mirando el suelo.

— Eh... Descuida, si te molesto, yo ya me voy —habló de manera molesta y despectiva.

Pero de todas maneras, no me fue imposible reconocer inmediatamente de quién era esa voz. Levanté la mirada, y ahí estaba viéndome con esos hermosos ojos verdes, como el primer día, cuando también me caí por su causa.

De Mejores Amigos a NoviosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora