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Treinta y siete

Bien, hoy es viernes, y según lo que me explicó mamá, habían pedido permiso por viernes y lunes en la preparatoria, ya que el viaje demoraba ocho horas en carro. Y para mi asombro, habían rentado una casa rodante con cuatro habitaciones, algo que claro, no le salía muy costoso a nuestros padres.

No me preocupaba por el viaje, no. No me preocupaba faltar a la preparatoria, no; ya que tenía buenas notas.

Me preocupaba el ir con Jessey. Después de la escena en la sala, nos hemos distanciado un poco. Entiendo que las últimas palabras que le dije fueran como si dijera «no te quiero ver, lárgate», pero eso no quise decir. Solo quería estar sola, tengo miedo de que por los sentimientos de ahora nuestra amistad se arruine, y él tampoco parece poner de su parte.

Creo que, si él se alejó de mí, es porque yo se lo dije. Pero ese pensamiento dejaba muchas otras dudas abiertas en mi mente.

Ahora mismo nuestra amistad pasaba por un problema, y no es a causa de la confesión de mis sentimientos o lo del casi beso, no. Es a causa, creo yo, de lo que le dije. Es decir, Jess viene, quiere ver una película, jugamos, casi nos besamos o casi lo beso, luego le grito, y se va. Noté su emoción cuando me preguntó si mi mamá me había dicho algo, creo que sí. Esto es mi culpa, culpa de mi estúpida boca suelta.

— Jess — susurré. Desde que habíamos subido a la casa rodante y empezamos el viaje, no le había dicho nada aunque lo tuve sentado en el sillón del frente toda esta hora.— Jessey. Oye, Jess.

— ¿Uhm? —se quitó los audífonos— ¿Decías algo Maddie?

Wou, sí estaba molesto— Escucha— le dije, parándome y sentándome a su lado—, lo siento. Sé que mis palabras fueron duras ese día, acerca de... De ese incidente.

— ¿Qué? — me miró con indignación, como si lo que hubiera dicho hubiese sido acompañado de una patada— ¿Lo sientes? No. Lo siento yo, todo eso fue a causa de mi culpa, no quería causarte tal incomodidad. Y si gustas ya no tocaremos este tema.

— Eh... Bueno, okey. El tema queda zanjado. Pero, ¿Te vas a enojar? ¿Conmigo? — hice un puchero.

Noté como esos ojos verdes me volvían a envolver, y sentir esas ganas de lanzarme a sus brazos y técnicamente, comérmelo. Pero me contuve.

— Sabes que no puedo contigo, Liliana.  — sus palabras fueron acompañadas de un abrazo por el cuello y un alboroto de cabellos.

Volvimos a hacer cosas juntos. Me van a llamar paranoica, pero no puedo dejar de pensar en cómo sería ahora si ese beso hubiese sucedido, que todo hubiera mejorado, ahora nuestros padres estarían conociéndose como futuros consuegros.

¿Por qué mejor no imaginas su boda ya?

— ¿Mad? Oye, escúchame pues. ¿Quieres naipes o damas?

— Naipes.— siempre me interrumpes cuando sueño despierta— Y, así que sabías de este viaje, eh.

— Sí, y te tengo una sorpresa. Pero si me ganas tres de cinco, te lo digo.

Me estaba poniendo su sorpresa en bandeja de plata. Le gané las tres en menos de diez minutos. Parecía que mi mente quería saber esa sorpresa.

— Oh vaya, creo que te subestimé.— se rió — Bien. Mi sorpresa era que el otro fin de semana es el cumpleaños de mi prima, Andrea. Es un año mayor que nosotros, así que organizará su fiesta de su cumpleaños número dieciocho con un día entero en la playa. Y, pues...— se rascó la nuca nervioso— Pues, me dijo que llevara a alguien... Y... Yo pensé en ti... Y pues, ¿Qué dices?

Y yo pensé en ti. Yo pensé en ti. Pensé en ti. En ti. En ti

Esas últimas palabras resonaron en mi cabeza por largo rato.

—  Eh, claro, ¿por qué no? ¿Necesariamente tengo que llevar esos tipos de bañadores? ¿O puedo llevar el que prefiera?

— El que prefieras Mad, aunque mi prima es demasiado sociable, no te sorprendas cuando te la presente y te trate como si fueras su hermana, ¿Está bien?

— Algo así dijiste para tu mamá. Y mira que me cae bien, tú eres el paranoico.— y solté una carcajada, mientras él se molestaba.

[...]

— ¡Al fin! ¡Tierra! Después de ocho horas, ¡tierra!— ni bien llegamos Jess se tiró al suelo.

— ¡Qué exagerado eres cielo! — dijo su mamá.

— Bien hombres, George, Jessey y yo nos encargaremos de traer leña y rocas. Y ustedes de la cena. Hoy solo cenaremos y a dormir, que mañana nos levantaremos con el sol.— dijo Jhon.

Nos encargamos de eso, y para cuando ellos ya tenían la fogata y sillas-roca listos, la cena también lo estaba.
Tal y como dijo, cenamos y dormimos. La habitación de Jess estaba frente a la mía, y la de nuestros padres a los lados.

A la mañana siguiente Jess se encontraba sentado en mi cama tratando de despertarme y así fue. Me despertó.

— Ya va a ser hora de salir, ¿Ya te alistas? — me dijo apenas abrí un ojo.

— No pienso vestirme estando tú aquí — noté como se sonrojaba.

Una vez salió, me cambié y salí para dar el encuentro a los demás que solo me esperaban. El recorrido fue de unas dos horas hasta que llegamos al lago, se veía hermoso, tan claro, tan puro. El padre de Jessey, Jhon, empezó a quitarse la ropa y los demás hacían lo mismo.

— ¡¿Nos bañaremos aquí?! ¡No, no! ¡Ni loca! — dije algo molesta.

— Sí, el agua purifica y más si es un agua natural y no como la que usamos siempre.— habló mi padre. — Si no has traído bañador, pues no te metas y ya.

— Está bien.— a regañadientes fui y me senté en un tronco.

Todos parecían que lo estaban disfrutando. El agua no parecía tan fría. Entonces decidí quitarme la camisa y usar el top que llevaba debajo, no era un bañador pero al menos me serviría, y doblé mis jeans.

— Mad, no me digas que sí... — mi mejor amigo me miraba de manera rara y con una sonrisa malvada.

— Sí— su mirada se hizo malvada y empezó a salir del agua en mi dirección — ¡No!¡ Ni siquiera lo pienses! ¡Sabes que te pateo! ¡Jessey!

Muy tarde. Ya me tenía en sus hombros, de cabeza mirando el suelo. Veo que iba hacia el lago, lo iba a hacer.

Por un momento veía el suelo, y en otro ya estaba viendo el agua, intentando salir a flote para no ahogarme.

— ¡Tonto! — le dije arrojándole agua

— ¡Aguafiestas! — me dijo e hizo lo mismo

— ¡Eres un pesado! —lancé el doble del agua que antes

— Lo sé, pero así soy tu mejor amigo y me quieres — me guiñó un ojo y me arrojó agua.

Me quedé atónita ante su acción. Y yo no esperaba esa reacción de mí, pero de repente cambié y me dirigí hacia él. Del enojo paso a la diversión. Empezamos a jugar y nuestros padres se unieron al juego. Éste consistía en hundir a tu contrincante. Hombres versus mujeres. Jhon con Nora. George con Julie. Jessey y yo.

Le ganaría, lo ahogaría hasta que dejara de respirar. Dirán que soy paranoica, pero no. Soy muy competitiva.

Jess vino a por mí, pero lo detuve con mis manos en su pecho, mientras trataba de subirme para hacer peso y pudiera ganar. Pero el tiro me salió por la culata, me agarró de la cintura y me iba bajando poco a poco al agua. Le agarré las manos y decidí empujarlo, él hacía lo mismo. Y por alguna extraña razón, nos fijamos en nuestras manos, estaban entrelazadas a causa del juego. Esos sentimientos volvían a mí, y por eso perdí. Me perdí en lo que sentía tan solo por el simple contacto. En lo que solo causaba Jessey con un roce en mí.

🌊

De Mejores Amigos a NoviosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora