Una nueva esperanza

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-Eleanor.-Murmuró el rubio desde el otro lado de la puerta.-Ele tenemos que hablar. Abreme.

-Si vas a gritarme mejor hazlo desde ahí.-Eleanor estaba recostada detrás de la puerta con las piernas recogidas y entre sus manos una foto que había robado del expediente que Steve escondía de Armonía, "para ser el soldado perfecto no sabe guardar secretos" pensó la pequeña pelirroja.

-No voy a regañarte.-Afirmó el rubio.-Solo quiero hablar. Al fin y al cabo solo nos tenemos el uno al otro.

-Armonía.-Musitó la pequeña.-No olvides a Armonía.

-Ella no está aquí.-La voz del rubio se escuchó grave y pesada.-Y va siendo momento que lo entiendas. No puedes vivir aferrada al pasado.-Al momento de decir eso los momentos durante la Segunda Guerra Mundial invadieron su mente. Su historia en los callejones de Brooklyn rediciendo golpe tras golpe por defender sus ideales. Pensó en Peggy y los momentos vividos juntos.-Yo lo intenté pero no puedes vivir así.

-Tu no hubieras despertado si no te hubieran encontrado.-Contraatacó la pequeña abriendo la puerta lo suficiente para que pudieran verse.-Debemos despertarla. Como hicieron contigo.

-Hablaremos de eso mañana.-Steve tomó de la mano a Eleanor, caminó a su lado y la arropó entre las sabanas.-Ya es muy tarde y debemos dormir.

-Prometelo.-Ordenó la pequeña pelirroja.

-¿Prometer que?.-Inquirió Steve algo confuso.

-Promete que no te rendirás.-Los ojos verdes de Eleanor brillaron a la espera de una promesa.-Que vas a traerla.

-Lo prometo.

-¿Por la garrita?.-Preguntó con un suave tono esperanzador.

-¿Por la que..?

-Por la garrita.-Tomó la mano de Steve que era muy grande en comparación a las suyas e hizo que la cerrara en un puño a excepción del meñique.-Así sabré que no mientes.

-Por la garrita.-Afirmó Steve con una sonrisa en los labios ante la elocuencia.-Pero buscaremos el modo mañana porque ambos debemos descansar.-Depositó un beso en la frente de Eleanor y salió de la habitación cerrando la puerta tras de si.

Aquella noche Steve no pudo dormir, en sus pensamientos solo estaba Armonía, pero no la joven que estaba en un hospital costoso alimentada por intravenosa sumida en un sueño del cual parecía no despertaría nunca. La imagen de joven Maximoff vino a su mente, ¿quien sino ella podría ver en la
mente de alguien? Los médicos habían asegurado infinidad de ocaciones que Armonía seguía pensando como una persona normal. Quizá Wanda podría ver en el interior de la mente de la inglesa y descubrir algún modo o alguna cosa que fuera de ayuda al momento de intentar despertarla. Ante ese nuevo horizonte de posibilidades e imanando cientos de situaciones alentadoras, el rubio no supo diferenciar en que momento dejo de pensar en aquellas situaciones para empezar a soñarlas y entre el recuerdo de la voz de la inglesa murmurando su nombre y los fieros deseos de tenerla a su lado el valeroso capitán América sucumbía al sueño.

The traveller I: VibraniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora