Protegerla de mí...

Capítulo Especial (p8) Mundo Utópico

Jaque se encontraba sentado frente a su hijo en la sala de su hogar. Le miraba con el ceño profundamente fruncido mientras la pequeña de ojos verdes se escondía en el regazo de su hermano de la mirada penetrante de su padre. El licántropo mayor soltó un suspiro y pasó las manos por su cabello de forma desesperada.

El que una humana supiera de Paula era un problema. No sabía si la mujer iría a hablar con la policía o algún otro lugar. Quizá la tratarían de loca, pero no se arriesgaría a poner en peligro a su familia. Miró a la pequeña que lagrimeaba en silencio y evitaba los profundos ojos de su padre.

-Le he amenazado- Dijo Aley bajito -No supe que otra cosa hacer. Es mi culpa por haber llegado tarde. Si hubiera salido rápido del examen podría haber tomado el tráfico fluido y llegar a tiempo por ella. - Jaque le analizó y suspiró al ver el arrepentimiento en los ojos de su hijo mayor.

-Paula- llamó a la pequeña, quien se encogió ante el tono frio de su papá. Jaque se arrepintió al momento por el tono de su voz y la suavizó un poco - Te cambiaremos de escuela a otra que esté más lejos. O tomarás clases en casa hasta que aprendas a controlar tus intentos y metamorfosis.

La pequeña levantó rápidamente la cabeza. ¿Tendría que dejar a sus amigas? Sandy tenía su fiesta de cumpleaños por la tarde ¡Le había prometido ir! Su amiga tenía un profundo amor por Aley y le había hecho prometer que también iría. Paula negó salvajemente ante la idea de abandonar a sus amigas. ¡Tanto trabajo había sido el armarse de valor y preguntarles si podía pasar los recreos con ellas! Más lágrimas amenazaron con salir y sollozó fuertemente. Aley la acunó en su regazo y abrazó fuertemente, comprendiendo su dolor al perder todo aquello por lo que había luchado. ¡Tantas horas que había estado quebrándose la cabeza para entender las restas! Y eso no era lo peor. ¡Aún no se explicaba por qué la H era muda y en algunas palabras sonaba como una J!

-Papá...-rogó Aley a Jaque, sin poder soportar que la pequeña llorara en sus brazos. -No puedes ser tan cruel.

-Aley, la seguridad de ustedes es mi primera prioridad. Es arriesgado dejar que Paula siga asistiendo a la misma escuela... de hecho es más seguro que estudie en casa. -Aley cubrió los oídos de la pequeña antes de susurrar.

-Cambiándola de escuela sólo lograremos que la inseguridad crezca en ella. Y encerrarla la vamos a obligar a que no se relacione con nadie más y sería mucho peor.- Jaque suspiró con frustración, sabiendo que Aley tiene razón. Asintió.

-Paula- la pequeña le miró cuando su hermano le indicó que girara a ver a su padre- No te cambiaré de escuela, pero te alejarás de esa profesora. No hables con ella.

La pequeña no entendía por qué le pedía tal atrocidad. ¡La profesora Bo era la mejor! Y le pedían que la evitara como si tuviera pulgas. Más lágrimas resbalaron por sus mejillas, pero asintió. Papá era sabio y sabía lo que hacía, y ella lo amaba mucho como para desobedecer. Pero aun así, buscó el consuelo en los brazos de su hermano.

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La pequeña tenía su pequeño uniforme deportivo puesto, mientras saltaba feliz por la siguiente clase. Le encantaba correr, era la más rápida de su salón y las niñas siempre le felicitaban. Y ese día correría contra Héctor, el niño más rápido del salón contrario. La profesora llegó por los niños al aula, pero no fue necesario que les llamara cuando todos habían salido corriendo ya hacia la pequeña cancha donde se ejercitaban. Dividió a los dos grupos antes de indicarles el calentamiento diario, mirando de reojo a la pequeña azabache que reía a carcajada por algún chiste inocente que habían contado entre su pequeño grupo. La pequeña había faltado a clases lo que restaba de la semana pasada después del incidente y en la mañana al llegar a la escuela primaria se encontró bajo la profunda mirada del hermano mayor de la pequeña. Un joven que era un par de años menor que ella misma, pero le había inculcado el miedo suficiente como para apartar rápidamente la mirada y apurar el paso.