¿Qué pasa cuando acabas de despertar de un coma de un mes, quieres saber de tus padres pero sólo te evaden el tema, tú novio sale de la habitación a contestar el teléfono y no vuelve a entrar; donde quienes te atienden siquiera te miran a los ojos y cuando lo hacen, te miran con lastima?
Coraline se encontraba sentada en la camilla blanca, mirando cómo las enfermeras movían aparatos de su alrededor de los que ella ni sabía que existían y con un dolor horrible en la garganta cuando quiere hablar. Le tendieron un cuaderno y pluma. La chica les tomó con dificultad. Su brazo derecho tenía una férula y apenas pudo sostener el cuaderno. Sostuvo la pluma con la izquierda y al intentar hacer presión se dio cuenta que no podía. Podría tomar el bolígrafo con la derecha y escribir con el cuaderno en su regazo, pero había un problema: Coraline era surda.
Suspiró de forma cansada, sentía una horrible presión en su pecho que le quería hacer llorar pero no podía, y el nudo en su garganta le hacía presión que pareciera no respirar. La puerta se abrió y dejó ver del otro lado a un castaño que le miró con lastima y tristeza. Eso desconcertó a la chica y por más que quisiera preguntar, su voz no salía, sólo dejando un horrible dolor, y las enfermeras le decían que no intentara hablar.
Graham se sentó al lado de la cama y entrelazó sus dedos con los de la chica, cuidando no dañarle. Besó el dorso de la delgada y fría mano de la joven y se quedó sosteniéndola un buen rato contra su frente. La chica sintió entonces un tacto húmedo. Pequeñas agujas sin punta que caían sobre la piel de sus dedos y sintió un nudo en la boca. Tomó con dificultad el cuaderno y el bolígrafo y escribió difícilmente un "¿Dónde están mis padres?", Graham leyó la nota y un profundo suspiro se atoró en su garganta. Cerró los ojos para no ver a los de la chica cuando le diera la noticia.
-Coraline...-se mordió los labios y cerró con un poco mas de fuerza sus ojos. La chica sintió un ligero apretón en su mano y sus labios comenzaron a temblar. -Tus padres... ellos no vendrán. -la chica sonrió en shock. Esa era una cruel broma, sus padres estaban del otro lado de la puerta y entrarían en cualquier momento para darle la sorpresa. La chica guió sus ojos a la puerta metálica que había en la esquina de la habitación, esperando a su madre y padre. Pero esa puerta nunca se abrió por quienes ella quería.
Un doctor se encargó de comentarle toda la situación a la joven que soltaba amargas lágrimas con sollozos lastimeros de su dañada garganta. Gritó, lloró e imploró inútilmente hasta que de su boca comenzó a emanar sangre y tuvieron que sedarla para que dejara de dañarse. A la joven no le importaba el haber perdido casi por completo su voz o el incluso despedirse de su sueño de ser una gran madre como la que ella tuvo. Prefería quedar todo el resto de su vida sentada en una silla de ruedas y tener a sus padres a sus lados. ¿Por qué ellos y no ella? Lloró en silenció el siguiente mes. Dejó de comer y sólo miraba sus manos con horribles cicatrices sobre sus brazos, ni pensar en sus piernas, y la que más odiaba era la de su vientre. Una gran línea diagonal por debajo de su ombligo que tenía un diámetro de 2cm y casi la atravesaba de lado a lado. Para distraerse se ponía a contarlas y cada día encontraba al menos 2 o 3 más de las del día anterior. Pronto los huesos de sus manos comenzaron a resaltar y sus costillas a sobresalir. Se empezó a repudiar ella sola, le daba asco el mirar sus propias manos, pero no hacía nada al respecto.
El tiempo pasó y pronto se acumularon 2 meses en los que la chica seguía internada. Todos los días era visitada por su novio y algunas veces sus amigas hacían acto de presencia en la habitación; contando algunos chismes de chicos atractivos de la escuela. Pero la joven no hablaba y aunque quisiera, se veía incapaz. Sus ojos se veían obscuros y sin ese rayo de luz que siempre emanaban. La joven poco a poco se extinguía a sí sola.
-No es normal que una joven de 17 años le suministren tantos medicamentos y antidepresivos. -entró diciendo un joven médico, intentando animar a la joven, quien le miró con ironía. Tomó el cuaderno de su lado y dejó que el tratamiento sobre su brazo izquierdo surtiera un poco de efecto con el bolígrafo.
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Protegerla de mí...
Manusia SerigalaUna noche común de otoño, ella, pidió algo diferente para cambiar su vida. Algo que le hiciera ver las cosas de otro color, pero nunca creyó que esa petición se cumpliera. Mucho menos que fuera muy literal el "algo diferente que me cambie la vida"...