Capítulo seis

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Alessandro

Suspiro levemente y sigo intentando desayunar mientras la mesa se encuentra en completo silencio. Han pasado tres días desde que llegamos al crucero y la verdad ha sido un verdadero desastre.

La noche de la discoteca, justo cuando dejé a Amellie en su habitación y fui a la mía, papá me recibió a gritos diciéndome que estoy castigado. La verdad salí de la habitación sin decirle a nadie.

Annette tenía permiso de ir ya que papá no quería quedar mal con la hija de sus amigos y yo encontré la forma de salir de la habitación a escondidas.

Por supuesto cuando papá notó que no estaba, enfureció totalmente a tal punto que mamá no le dejó dormir con ella. La verdad no sé qué sucede, pero siento el mismo miedo de Annette justo ahora.

En vez de ser un viaje agradable, sólo siento que mi familia se desmorona poco a poco.

Siento que alguien toca mi pierna por debajo de la mesa y noto que mamá me mira con una sonrisa algo reconfortadora que lamentablemente no le puedo devolver. Sólo miro de nuevo a mi plato casi lleno y de inmediato se me quita el hambre.

Mamá retira su mano resignada y escucho que también suspira. Miro a Annette y ella tampoco ha tocado mucho su plato, mientras que papá se concentra en su teléfono, como siempre.

Trago saliva y recuerdo lo que tío Jaxon me dijo. Se supone que debería estar haciendo el esfuerzo de reparar mi relación con papá, pero no funciona. Todo lo que hago o digo le disgusta, y luego de la noche de la discoteca, ni siquiera voltea a verme más que para asegurarse de que no hago nada indebido.

Por otro lado, al parecer Amellie también está castigada, ya que las pocas veces que he salido de la habitación para recorrer el crucero con Annette o mamá, sus padres están sin ella. Es una verdadera pena, ya que lo único que me entusiasmaba de éste viaje era verle.

Y todo se ha ido a la mierda.

Sin embargo, puedo tener el dulce recuerdo de ella el primer día. Lucía jodidamente hermosa en su vestido blanco, y al bailar, simplemente quedé embelesado. Sus movimientos eran tan sutiles que al mismo tiempo de hacerle ver inocente, también se veía sexy.

No puedo explicar las ganas incontrolables que tenía de besarla, y mucho más luego de dar una pequeña probada a sus hermosos e inocentes labios.

Nunca ninguna chica me había parecido tan tierna como ella. Hay algo que sinceramente me hace sentir cómodo en esperar a que ella se decida a dar el primer paso, aunque por supuesto, no puedo evitar darle unos pequeños empujones.

Porque, joder, es hermosa. Y muero por besarla.

De repente siento unas increíbles ganas de verla, de volver a escuchar su dulce voz y de verla sonreír.

Miro a papá y sigue con su teléfono, por lo que choco mi rodilla con la de mamá por debajo de la mesa para que me mire. Cuando sus ojos se clavan en mí, hago una seña que ella entiende a la perfección. Necesito que me ayude a hablar con papá.

Asiente y yo respiro llenándome de valor.

—Papá.—le llamo.

Aparta la mirada de su teléfono y me mira con el ceño fruncido. Trago saliva.

—¿Estás muy ocupado?—pregunto intentando romper el hielo.

—Algo, ¿qué sucede?—dice serio.

—Bueno, yo... Quería saber si podíamos hacer algo hoy...

—Estás castigado, recuérdalo.—dice antes de mirar de nuevo su teléfono.

Same Old Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora