Capítulo doce

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Amellie

Al momento que abro mis ojos me arrepiento de hacerlo, siento una gran punzada en mi cabeza.

Gruño y cuando me levanto con lentitud, noto que aún llevo el vestido. Frunzo mi ceño,¿qué tanto he tomado?

Ni siquiera me acuerdo. Noto a mi hermano a mi lado durmiendo plácidamente y cuando veo al reloj que hay en una de las paredes, marca las doce.

Suspiro y me dirijo al baño para darme una ducha, apesto a licor al igual que el cuarto entero.

¿Alessandro me habrá visto así?

Solo recuerdo hasta el momento en que le he estado haciendo el graffiti y después de aquello, todo es negro. No sé cómo he llegado a la habitación.

Luego de ducharme, me visto con un simple vestido de color vino tinto, una bufanda y unas medias que llegan hasta mi rodilla junto a unas botas de color caqui. De verdad no me imagino tratando de fundir mis piernas en un pantalón en este estado.

Suspiro secando mi cabello y luego de terminarme de quitar todo el maquillaje corrido, me aplico corrector de ojeras, base, polvo y rímel, necesito ocultar el terrible aspecto que tengo.

Nadie puede ver lo mal que estoy.

Hago mi higiene bucal, me lleno de perfume y tomando mi teléfono salgo de la habitación.

Mi hermano sigue durmiendo pero yo necesito agua y seguramente una pastilla para el dolor de cabeza.

El equipo del DJ ya no está pero cuando miro abajo, noto que la casa está un desastre.

Justo cuando salgo de la habitación veo a Annette salir en sus pijamas y con su cabello en un moño desordenado. Le sonrío levemente.

—Hola, creo que todos hemos terminado mal anoche.—río pero mi rostro cambia cuando ella me mira con disgusto y me fulmina con la mirada para luego ignorarme y bajar—¿Ann? ¿Qué pasa?—le llamo.

—Pasa que eres una zorra.—dice antes de darse la vuelta de nuevo y terminar de bajar.

Me quedo paralizada y abro mi boca sin entender y cuando voy a seguirle la puerta de al frente se abre, y trago saliva.

El aprieta los labios acercándose a mi. Ya está vestido con un una camisa de cuadros verde con azul y unos vaqueros.

Ni siquiera puedo hablar de lo nerviosa que me he colocado.

—¿Cómo sigues?—pregunta acercándose a mi, frunzo el ceño mirándole y entonces sonríe—No te acuerdas de nada.

—¿De qué debería acordarme?—suspiro.

—Angelo ha intentado pasarse contigo...—hace una mueca y mis ojos se abren con sorpresa.

—¡Oh Dios mío! ¿Pasó algo? ¡Debo hablar con Annette ahora!—comienzo a hablar rápido y desesperada y cuando voy  bajar las escaleras, Alessandro toma mi brazo deteniéndome.

Me estremezco.

—Es mejor que dejes que se calme. No pasó nada.

—¿Cómo sabes? ¿El té lo ha dicho?—siento ganas de llorar porque Annette es muy importante para mí y entonces llevo la palma de mi mano a mi frente.

—Yo lo detuve.—dice serio.

Pestañeo varias veces y noto mis mejillas ruborizarse. El sonríe.

—Me alegra que aún tus mejillas cobren ese color.—dice en tono bajo.

Lo odio, de verdad lo odio por lo estúpido que fue pero su sonrisa solo me hace pensar en cuanto me gusta.

—¿Sabes cómo he terminado en mi habitación?—trato de evitar su mirada y lo que ha dicho, suspira asintiendo.

Same Old Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora