Capítulo treinta y cinco.

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No hago ningún movimiento, simplemente me quedo pensando en si ese nombre debe significar algo para mí, pero simplemente no lo hace. Mi cabeza palpita con fuerza mientras el tal Tom me mira con una sonrisa que muestra dientes amarillentos que me causan asco inmediato.

—Supongo que debes tener muchas preguntas, y la verdad para mí sería un placer responderlas.—dice cerca de mi rostro y aprieto la mandíbula.

De un momento a otro arranca la cinta adhesiva que cubre mis labios haciéndome soltar un gruñido y hay una risa de su parte. ¿Qué mierda le parece tan divertido?

—¿Qué quieren? Mis padres tienen dinero...

Su risa me interrumpe y frunzo el ceño con profundidad.

—No creo que seas tan estúpido como para en serio pensar que esto se trata de dinero.

—Entiendo que mi padre tiene negocios de los que nosotros no estábamos enterados, así que precisamente no entiendo qué ganan con esto, yo no sé nada.

Vuelve a reír mientras niega con la cabeza y se levanta de su posición para buscar una silla que no había notado en un rincón de la habitación. Se sienta y me mira, apoyando sus codos sobre sus rodillas.

—Veo que eres tan estúpido como tu madre.—dice con calma.

Maldigo internamente cuando el miedo de tío Jaxon se confirma, deben ser los enemigos de mi mamá. Salieron de la cárcel quién sabe cómo.

—¿Qué tienes que ver con ella? ¿Ustedes le han hecho esto a mi tío?

Ríe.

—Por supuesto, ¿quién si no?

—¿Por qué?—pregunto con rabia.

—Era la manera más efectiva de traerte a Italia.—se encoge de hombros simple.

Respiro profundo.

—¿Qué mierda tienes que ver con mi madre?

—Más de lo que crees. Todo esto, Alessandro, es producto de errores que cometió tu madre mucho antes de siquiera pensar en tenerte.

Al ver que no digo nada simplemente continúa.

—Tu madre y yo fuimos una pareja muy feliz hace muchos años, pero ella decidió abandonarme y se encontró con el imbécil de tu padre.

Frunzo el ceño, maldita sea, no entiendo nada. Él ríe al ver mi cara de confusión y vuelvo a apretar la mandíbula.

—¿Tú eres quien estaba en la cárcel, no es así?

Asiente tranquilo.

—Tu madre me metió allí junto con otra persona que muy pronto conocerás, alguien que debería ser muy importante para ti.

—¿Quién?

—Tu abuela.—dice simple y mi confusión aumenta muchísimo más.

Se supone que estaba muerta. Y si no es así, ¿por qué mi mamá metería a la suya a la cárcel? Maldición, ¿en qué familia falsa he vivido siempre?

—Tu mamá trabajaba para ella, pero supongo que no sabes en qué.—dice sonriendo.

Aprieto de nuevo la mandíbula, no me gusta nada de esto.

—Kiana fue una prostituta, trabajaba para tu abuela y luego para mí, aunque conmigo todo fue diferente.

—¡Mentira! ¡Cállate la puta boca!—exclamo sintiendo como la rabia inunda mi ser.

Nadie, absolutamente nadie tiene el derecho de llamar a mamá de esa forma. Jamás podría creer algo como eso, no pienso caer en sus malditas torturas. Tom solo se carcajea y se acerca a mí lentamente.

Same Old Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora