Capitulo veinticuatro.

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Moscú, Rusia.

Las prostitutas se encuentran en las calles esperando por sus clientes. La mayoría de las familias están en sus casas, ya durmiendo para despertar por la mañana y preparar sus niños para el colegio. Los adolescentes se embriagan a pesar de que sea un día entre semana. Y luego están Grant y Abraham, en la habitación del hotel, encargándose de negocios.

—¿Listo?—cuestiona Grant dándole una calada al cigarro, antes de tirarlo por el balcón.

—Está gente es peligrosa, un paso y disparas, ¿entendido? —Abraham aprieta los labios.

—No intentes enseñarme mi trabajo, cabrón. —dice Grant rodando los ojos. Seguidamente toman los dos bolsos con la mercancía y se dirigen a la salida de emergencia.

Bajan las escaleras y allí encuentran la camioneta negra que les espera con un chico ruso al cual solo Abraham conoce.

—Debemos hacer el negocio rápido, he escuchado que la policía estará en la calle está noche.—habla el chico con el acento remarcando cada una de sus palabras.

—Entonces, ¿que esperas niño? Vamos.—gruñe Grant acomodándose en el asiento delantero y el chico le dedica una mirada a Abraham.

—Vamos.—dice el serio y en segundos han arrancado.

Grant mira a Abraham desde el espejo, con la mandíbula apretada. Saben que este negocio es importante como también peligroso, porque si algo se sale de control, no solo ellos morirán o terminarán en la cárcel, si no que todos en la familia quedarán en peligro. Hagan lo que hagan.

Pocos minutos después han llegado al callejón, viendo otra camioneta negra con seis hombres parados frente a esta, todos con armas en sus manos.

—¿Cual es el jefe?—cuestiona Grant. Abraham ha vuelto a hacer negocios con el ruso.

—Kozlov. Está detrás del de medio. —y asintiendo los tres salen del auto con los bolsos en sus manos.

—¡Fabreschi! ¿Cuánto tiempo sin verte?—grita el ruso con una gran sonrisa. —¿Tus amigos?

—No tenemos tiempo de hablar, Kozlov. El dinero y tu mercancía. Simples cosas.—contesta Abraham. El hombre hace una seña y uno de sus guardias se empieza a acerca hacia Abraham pero Grant impide aquello, sacando el arma y apuntándole.

—No, no, no. —escupe Grant molesto. —Dejas los bolsos con el dinero en el medio y hacemos lo mismo.

Las armas de los hombres apuntan a los tres por dos veces pero la risa de Kozlov hace que todos frunzan el ceño.

—Debo suponer que eres el famoso Grant Segal, ¿desde hace cuanto que no matas a alguien?

—Si lo hago ahora, habrán pasado solo segundos. Muévete.—apunta de nuevo al guardia.

—Kozlov, el puto dinero.—gruñe Abraham.

—Vale, vale. —el levanta sus manos en señal de defensa y luego de unos minutos los cuatro bolsos se encuentran en el medio. El chico ruso que Abraham ha contratado, toma el dinero y uno de los hombres de Kozlov toma la droga.

Y entonces ambos abren los bolsos y empiezan a contar el dinero mientras el ruso, pesa las bolsas.

—Faltan diez mil.—grita Abraham luego de unos cuantos minutos y de inmediato los tres colocan sus armas en alto apuntando a los rusos. —Mi dinero, Kozlov.

—No falta dinero Fabreschi, obtienes la cantidad que merece tu mercancía.—Kozlov encoge los hombros y Segal no duda ni un segundo en disparar a la pierna de uno de sus hombres, lo cual provoca que los otros reaccionen de inmediato.

Same Old Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora