Capitulo veintiseis

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Cinco meses después

París, Francia.

Las cosas desde la llegada de Segal en septiembre han estado tensas. No le ha dado explicaciones a Beth y aquello la ha molestado. Se saludan en la mesa por cortesía, para no demostrar que algo está mal frente a Amellie y Ashton pero eso no significa que ellos no se han dado cuenta.

Las mañanas en donde Ashton encuentra a Segal dormido en el sofá deben significar algo, o cuando mamá llora sola en la cocina , antes del desayuno. 

Segal despierta a las seis de la mañana y al subir a la habitación, se encuentra con Beth saliendo de la ducha. Ella le ignora y se dirige al closet. Segal respira hondo antes de seguirle y al entrar al armario, ambos se miran por segundos en silencio. Segundos eternos.

—¿Podemos hablar?—murmura él pero Beth toma su ropa e intenta salir del armario. —Beth, por favor.—la toma de la muñeca, deteniéndola.

—No ahora. No permitiré que Amellie y Ashton nos escuchen pelear por otra vez más.—responde seria y el no hace nada más que aceptar aquello.

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Faltan una hora para que Amellie y Ashton lleguen del colegio. Beth ha intentado evitar la conversación pero Segal insiste y se sientan en la sala, mirándose por unos cuantos segundos en silencio. Hasta que el toma la decisión de contarle todo.

—¿Entonces?—Beth arquea las cejas y el mira al suelo. No puede mirarla a los ojos y decirle como la ha defraudado.

—Abraham y yo, estuvimos en Rusia. —comienza a hablar y ella ya sabe a dónde va esto. —Se que debí hablarlo contigo, pero quería protegerlos y preferimos mantenerlo en secreto pero, luego sucedió esto y...—el aprieta los labios al ver la mirada de Beth.

—¿Que sucedió, Segal?

—Uno de los negocios salió mal, y...—se queda en silencio, joder, ¿desde cuando le es tan difícil decir este tipo de cosas?—Estuvimos presos.

Nápoles, Italia.

—Por aquello no pude venir cuando Alessandro tuvo el accidente y te llame desde la celda. Kiana, nunca pensé que terminaría así. Lo siento.—Abraham habla arrepentido. Sabe que debió decírselo hace mucho tiempo atrás, pero no podía, necesitaba que Annette y Alessandro se fueran de la casa para que quedarán los dos solos y solucionar las cosas.

—¿Eso es todo? —habla Kiana, manteniendo su postura. Aunque por dentro está lanzándole mil cosas a la cabeza. Abraham le mira en silencio con remordimiento porque la conoce, sabe lo molesta que esta. —Bien.—se levanta y se dirige a la cocina, abre la gaveta de esta y saca una caja de cigarrillos, encendiendo uno.

—¿Estas fumando?—el frunce su ceño llegando a la cocina.

—¿Que prefieres? ¿Que grite o fume? Porque sinceramente estoy cansada de hacer lo primero.

—Se que debí decírtelo, pero por un momento las cosas volvieron a estar bien y no podía arruinarlo.

—¿Bien? Joder Abraham, ya no sé quién eres. No eres la persona con la que me case, porque esa persona no me volvería a mentir después de todo lo que pasamos. Esa persona no le cortaría las malditas tarjetas a su hijo y sobre todo esa persona no destruiría nuestra familia.—se muerde el labio inferior para evitar sollozar.

—Hay algo más...—murmura y Kiana sonríe con ironía, esperando a que continúe.

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—No sucedió nada, estaba ebrio y no estaba pensando en el momento pero cuando me beso la aparte de inmediato, entendí lo que estaba haciendo y enseguida fui en busca de Abraham...—Segal mira a Beth quien aunque este en silencio después de escuchar todo, está llena de lágrimas.

Same Old Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora