Capitulo veintitres.

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Alessandro

Me saca de quicio no poder golpear una pared ahora mismo. Primero la carrera, en donde no puedo recordar el exacto momento en el que he pedido el control de lo que estaba haciendo. Mi patrocinador ha dicho que el otro año competiré, pero lo que no entiende es que el otro año estaré en la universidad, una vida totalmente diferente, en otro continente .

Sé que esa carrera no lo es todo, que debería estar agradecido que no haya tenido heridas graves o haya muerto, pero es algo por lo que he estado trabajando todo este tiempo, algo que podría enorgullecer a mi papá. Pero parece que a el no le interesa nada, porque he tenido un accidente y no se ha tomado la molestia de dejar su maldito trabajo por solo un día y venir a ver que estoy bien. Simplemente para el soy una persona más.

Y lo peor de todo esto, es que ha impedido que mi tío Jaxon viniera, porque no se en que lo ha metido, que lo ha mantenido lo suficientemente ocupado. De verdad ya no tengo más paciencia. Quiero tomar todas las cosas e irme a Los Angeles, ahora mismo, pero ni siquiera aquello soy capaz de hacer.

Y por último está Amellie. No sé que hacer con esta situación, se me sale de las manos todo el control que tengo al verla. Cuando desperté y lo primero que vi fue ella, durmiendo sobre mi mano, no me pude sentir peor por lo que he hecho. He sido una mierda con ella, y sigue allí.

Como quisiera estar con ella sin ningún tipo de problema. Evitar todas las veces que la he hecho llorar y la he lastimado durante estos años, simplemente no es justo. Pero su padre jamás me permitirá hacer aquello, así que no tengo otra opción que solo estar con ella por unos cuantos días más. Hasta irme.

Maldición, ninguna otra mujer será ella, por más que lo intente y por más que me cueste admitirlo, nunca voy a querer a alguien como a Amellie. Y soy un cobarde por no decírselo.

Tocan a la puerta, es temprano y la enfermera se acerca para abrir. Al mirar me encuentro con Amellie la cual me dedica una gran sonrisa. Y sin darme cuenta, al segundo de haberla visto, una estúpida sonrisa también ha aparecido en mi rostro.

—Si necesita algo, ya sabe.—dice la enfermera y seguidamente sale de la habitación.

—Buenos días.—saluda acercándose a mi y se inclina, dándome un casto beso.

—Hola, preciosa.—murmuro sobre sus labios y veo que se sonroja de inmediato.

Vuelven a tocar a la puerta y mi ceño se frunce cuando ella se dirige para abrir. Un camarero entra con una mesa y varios platos de comida encima.

—Muchas gracias.—dice Amellie con una sonrisa, y el chico asintiendo sale de la habitación. —Pensé que tendrías hambre así que he traído desayuno.

—Am, no era necesario hacer esto.

—Lo hago para que veas que en realidad estoy comiendo.—arquea las cejas haciéndome sonreír.

Pero sé que algo está mal. Ha reaccionado en manera defensiva y ha tratado de excusarse y ahora esto, pero no entiendo si no ha estado comiendo los últimos días o los últimos meses. Me preocupa y no se que hacer al respecto, porque ella no quiere hablar.

—¿Que sucede?—cuestiona incomoda ya que me le he quedado mirando por varios minutos mientras sirve la comida.

—Nada, ven acá.—sonrío y ella se acerca con el plato, sentándose en la orilla de la cama, se inclina y la vuelvo a besar.—Gracias.

—Agradeces más que yo, últimamente. Para, esto no es nada.—ríe y ruedo los ojos. —Para ti.—coloca el desayuno en mi regazo y seguidamente se sirve a ella, pero al notar la cantidad, no es mucha.

Same Old Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora