Capítulo cuarenta y cinco

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Alessandro

Al bajar del avión que me ha traído de vuelta a Sydney, me dirijo junto con Aidan al interior del aeropuerto para buscar nuestras maletas. Él no ha querido comentar nada respecto a lo que sucedió en Nápoles y lo agradezco, porque sinceramente ya ni sé qué pensar.

Luego de todo, me fui al hotel y no volví a casa sino hasta el día siguiente para desearle feliz viaje a Annette y Angelo. Tuve una conversación normal con papá y luego simplemente me fui.

Amellie no ha salido de mi cabeza en ningún momento, mucho menos luego de verla luciendo tan preciosa el día de la boda. Y debo admitir que cuando hemos caminado juntos al altar, por un momento mis pensamientos volaron a un día imaginario en donde fuese yo quien esperara por ella allí arriba.

Pero solo en mis sueños podría llegar a pasar algo como eso, porque está comprometida con otro imbécil.

Cuando subo al auto de Aidan, él no puede evitarlo más y me mira.

—¿Estás bien?—se nota preocupado y yo sólo suspiro.

—La verdad no lo sé, han sido tantas cosas que ni siquiera sé qué pensar. Primero Amellie, luciendo hermosa y estando comprometida, y luego mi papá queriendo arreglar las cosas de un momento a otro.

—Entiendo que te frustres por lo primero, pero por lo otro deberías estar feliz, ¿no crees?—cuestiona mientras pone el auto en marcha.

Suspiro y niego con la cabeza.

—Sé que es cierto que debo dejar que entre de nuevo en mi vida, al igual que toda mi familia, pero tengo miedo de que todo se vuelva a joder. No sabes cuántas veces pasé por lo mismo con papá, pensando que por fin tendría su cariño y luego todo se fue a la mierda. Estoy harto.—digo apoyando mi cabeza sobre una de mis manos, al tener el brazo apoyado sobre la ventana del auto.

—Sé que es complicado volver a poner tus emociones en juego, pero no puedes seguir así, te aseguro que te arrepentirás más adelante de no tener contacto con ellos.—dice mirándome de vez en cuando.

—Lo sé, en parte eso es lo que me hace querer ceder.—confieso haciendo una mueca.

—Debes hacerlo, te aseguro que te sentirás mejor.

Asiento sin decir nada más y me dedico a mirar las calles, hasta que él vuelve a hablarme.

—¿Y qué harás con respecto a la chica?

—Nada, no hay nada que pueda hacer, está comprometida. Espero no verla más y sacarla de mi cabeza.—digo sabiendo que esto es mentira, porque nunca pude hacerlo del todo, y ahora mucho menos.

Está tan preciosa, joder.

—La volverás a ver cuando hagamos su casa.—se encoge de hombros y de inmediato me molesto.

—Ya te dije que no haré esa mierda, Aidan, no me obligarás. Si quieres hacerlo, ve tú solo con Natalie.

—Alessandro, es trabajo, estoy seguro de que ese idiota pagará buena cantidad de dinero, ¡es médico!—exclama con desesperación.

—Me importa una mierda, no lo haré.

—Si nos llaman, lo harás, o quedas fuera de la empresa.

Le miro atónito con el ceño fruncido.

—¡¿En serio me harás esto por un simple proyecto?!

—Tienes que aprender a apartar tu vida personal de la profesional, y
ésta es la mejor manera de ponerlo en práctica.—me mira serio.

Same Old Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora