Alessandro
Tomo mi mochila y bajo las escaleras para dirigirme a la cocina, no he dormido absolutamente nada y después de lo que sucedió simplemente no pude parar de pensar en aquello. Niego con mi cabeza tratando de ocultar la sonrisa en mi rostro. Annette se encuentra desayunando junto a Beth y mamá, ella no está, de seguro sigue dormida.
—Buenos días. —saludo sentándome en la barra para tomar una tostada.
—¿No has dormido bien, mi amor? —pregunta mamá luego de saludarme y le miro confundido. La mirada de Annette esta fija en mi como si supiera que algo ha pasado.
—Eh...si, solo que me desperté temprano y no pude seguir durmiendo. —respondo tranquilo antes de darle un mordisco a la tostada. Ella asiente y se levanta para darme un beso en la mejilla.
Terminamos de desayunar entre risas, y de verdad el humor que tengo es indescriptible. Luego de hacer mi higiene bucal tomo las llaves del auto y me subo al auto junto a Annette, lo pongo en marcha y ella de un momento a otro me golpea el brazo con fuerza.
—¡¿Qué te pasa?!—exclamo echándole un rápido vistazo y me fulmina.
—¿Por qué sonríes de esa estúpida forma Alessandro Fabreschi? ―ruedo los ojos. —¿Algo que me quieras contar, hermanito?
—Ann, estoy de muy buen humor, por favor no lo arruines. —suspiro y comienza a reír lo cual provoca que yo también lo haga.
—¿Has hecho cosas sucias en nuestra casa? —comienza a mover sus cejas de arriba a abajo.
—Esto de que me conozcas tanto ya comienza a asustarme.
—Tal vez estaba hablando con Angelo por teléfono alrededor de las dos y escuché la puerta de al lado abrirse y no volví a escuchar la puerta hasta hoy en la .
Sonrío negando con la cabeza.
—Estoy feliz, eso es todo. —encojo los hombros. Se inclina y besa mi mejilla.
—Me alegra verte así hermanito, y por tu gran suerte las paredes de tu cuarto son insonorizadas porque si no, estoy segura que todos se hubiesen dado cuenta. —me hecho a reír.
—¿Todo bien con Angelo? —pregunto cambiando tema.
—Esta perdonado, solo que no lo sabe aún. —dice y sonrío. —Hemos estado hablando y el noventa por ciento de sus palabras son lo siento y perdón. —rueda los ojos.
—Sabes que lo golpearía de nuevo.
—Por supuesto. —sonríe.
Aparco el auto el auto en el estacionamiento y nos bajamos encontrándonos con varios chicos afuera, hemos llegado temprano así que aún no ha sonado el timbre.
—¿Entramos? —pregunta mi hermana y niego sacando un cigarro de la caja. Le doy una calada y me recuesto al capo del auto para luego expulsar el humo.
—¡Hey Fabreschi! —escucho que me llaman y al voltear me encuentro con una castaña que como de costumbre, no tengo idea de quién es. Le miro moviendo mi cabeza en señal de saludo y ella me sonríe. —¿Para cuándo otra fiesta en tu casa?
—No más fiestas en mi casa. —sonrío falsamente, bufa.
—¡Estuvo genial! ¡No dejes de hacerlo! —me guiña un ojo y mi hermana rueda los ojos lo cual me causa gracia. —Aquí está mi número por si cambias de idea y me quieres invitar. —me entrega un papel el cual no tengo otra opción que tomar. Asiento y con una coqueta sonrisa se aleja.
—Debes hacerles entender que ya no estás disponible, así te dejarían en paz, ¿no crees? —murmura Annette y río tirando el papel al suelo.
—Entremos. —apago el cigarrillo con mi bota y comenzamos a caminar hacia el interior.
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Same Old Shadows.
General FictionCuando tienes un pasado oscuro, lleno de dificultades e historias que no te apetece contar, es muy difícil que no tengas sombras presiguiéndote por el resto de tu vida. Cuando intentas cortar los problemas de raíz, muchas veces sólo logras meterte...