Capítulo final

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Alessandro

Paso toda la noche mirando al techo y pensando en lo que acababa de suceder. No he aguantado más ante sus preciosos ojos mirándome y la he besado. La he besado y me ha correspondido de la manera más tierna.

No sabía cuánto había extrañado sus besos, la sensación de su cuerpo sobre el mío. Mi corazón se acelera al recordar ese momento una y otra vez, y aunque sé que está mal no puedo evitar sentirme feliz de que la he besado de nuevo.

Aunque me duele, me duele repetir la historia una y otra vez porque sé que ella se merece una estabilidad que nunca ha tenido conmigo. Soy consciente de todo lo que le he hecho pasar y cada vez que lo recuerdo, el sentimiento de que no la merezco vuelve a mí.

Y esa es la verdad, toda la vida la he lastimado, por mis acciones estúpidas la he hecho llorar y sufrir. Primero por actuar como un imbécil, por pensar como un niño la he lastimado en esa isla. Luego, cuando las cosas estaban mejor que nunca, descubrió lo que tenía con Giuliana de la peor manera.

Recordar eso hace que cierre mis ojos con fuerza y maldiga, he lastimado a la chica más perfecta del mundo por una que no valió nada, una a la que pensé que quería y supe que no era así luego de todo lo que sucedió. La lastimé por algo que no valió la pena, ninguno de los años que estuve con esa mentirosa se comparan a lo feliz que pude haber sido estando con Amellie.

Y he pagado el precio, estando solo todo este tiempo porque sencillamente ninguna otra mujer despierta en mí lo que despierta Amellie. No tengo ojos para nadie más y es literal.

Supongo que el sufrimiento que le he causado, lo pagaré al verla casada con otra persona. Por más que no quiera, si eso es lo que ella quiere, no puedo cambiar su manera de pensar y arriesgarme a
lastimarla de nuevo en el futuro.

Amellie salió de su departamento muy temprano, supongo que para ir a trabajar de nuevo porque al verla de espaldas, llevaba otro uniforme pero de color celeste. Me hice el dormido para no tener que
enfrentarla, porque sé que no me resistiré y la besaré de nuevo.

Después de eso, pasa una semana más y debo ir a su casa debido a que Natalie ha llegado y debo enseñarle todas las instalaciones y los detalles que quiere Amellie en la casa para incorporarlo al programa en digital.

Me la paso ocupado durante unas horas hablando con Natalie, hasta que la puerta principal de la casa se abre, mostrando a Amellie y a Izan, tomados de la mano.

Ella sonríe ampliamente al ver cómo ha quedado todo y me mira. Noto como suelta la mano de Izan con suavidad pero él no protesta. No nos hemos visto desde ese día en su departamento así que supongo que se han reconciliado y ha vuelto a quedarse con él.

—Esto luce fenomenal.—dice Izan al observar la obra completamente limpia.

—Mis gustos no fallan.—dice Amellie con una sonrisa mientras me mira y yo me remuevo incómodo.

¿Desde cuándo es ella la que logra ponerme nervioso a mí?

Se acerca a nosotros al igual que Izan.

—Ella es Natalie, nuestra arquitecto de diseños interiores.—digo presentándola.

—Un placer, estoy ansiosa por comenzar a implantar todo lo que quieres.—dice ella mirando a Amellie, la cual sonríe más ampliamente.

—Hemos realizado la representación digital, ¿quieres ver?—cuestiono mirándola.

—¡Sí, por supuesto!—chilla con emoción dando aplausos.

Procedemos a mostrarle el programa al igual que a Izan, el cual quiere cambiar algunas cosas y me molesto cuando Amellie no dice nada, pero decido no comentar.

—¿Para cuándo podremos mudarnos?—pregunta Izan.

—Querrás decir mudarme.—Amellie lo mira con una ceja alzada y me abstengo de sonreír.

Rueda los ojos y asiente cansado.

—¿Cuándo estará listo?—pregunta él de nuevo.

—En una semana, sólo debemos mandar a hacer los gabinetes y mesón de la cocina, pintar y comprar los muebles, camas y todo eso.—dice Natalie encogiéndose de hombros.

Una de las razones por las que Aidan decidió hacerla socia de nuestra empresa es por la rapidez con la que trabaja. Aunque es contraproducente porque al ser tan buena, se la pasa muy ocupada.

Es por eso que tuvo que negarse a la remodelación del departamento de mi hermana, y la verdad no pude hacer nada. Tenemos demasiado trabajo esperándonos en Sydney.

—Me parece fantástico.—dice Izan y ya quiero dejar de escucharlo, me saca de quicio.

—De verdad quiero agradecerles por todo esto.—dice Amellie mirándonos con una sonrisa, la cual no puedo evitar corresponder.

Pero se esfuma al ver a Izan mirándome con el ceño fruncido. Le miro serio y luego de un rato quita su mirada de la mía, para tomar a Amellie por la cintura.

—Cariño, ¿te llevo al hospital?

—De hecho estaba a punto de ir a elegir las mesas y camas, no sé si quieras ir conmigo.—dice Natalie.

—Sí claro, hoy estoy libre.—responde Amellie y mira a Izan, el cual asiente antes de besar sus labios.

—Entonces yo me voy, nos vemos luego, un placer Natalie.—dice despidiéndose con su mano y sale de la casa.

—Bueno, creo que yo también me voy, debo empacar.—digo guardando mi iPad.

Amellie me mira desconcertada y yo suspiro.

—Pensé que te quedarías hasta la inauguración.—dice con tristeza.

—Aidan me llamó ayer y tengo demasiado trabajo en Sydney, además, siempre que llega Natalie significa que mi trabajo ha terminado.—me encojo de hombros.

Ella aprieta sus labios y luego mira a mi compañera.

—¿Nos permites un momento a solas?—le pregunta de manera educada.

—Claro, estaré en el auto.—dice ella antes de salir de la casa.

Dejo mis cosas de nuevo sobre la mesa improvisada que han hecho durante la obra y le miro. Su rostro está completamente serio.

—Has hecho un trabajo excelente con la casa.—dice en tono neutro.

—Supongo que soy bueno en esto.—me encojo de hombros.

Ella se acerca unos pasos a mí y siento que mi pulso se acelera, pero me mantengo relativamente tranquilo.

—Lo eres, pero no ha sido por eso que te he pedido que vengas y lo sabes.—me mira a los ojos y aprieto los labios.

—Amellie...

—Estoy cansada de que pasemos por alto todo esto que sentimos solamente porque tienes miedo de ser como tu papá y porque no eres capaz de perdonarte a ti mismo cuando ya yo lo he hecho.

Me congelo ante sus palabras, jamás la había escuchado hablar con este tono tan frío y casi sin emoción. Está cansada y lo entiendo.

—Te he dicho que vengas para que pongamos claro de una vez por todas qué va a pasar con nosotros, porque ya no puedo seguir con mi vida pretendiendo que no estoy ilusionada con que vamos a estar juntos.—dice sin darme opción a responder, porque no sé qué decirle.

Suspiro y paso mis manos por mi rostro.

—Amellie te vas a casar.

—No te estoy pidiendo que me digas lo que ya sé, quiero que me digas por qué has estado en contra de esto toda la vida. Créeme que si no supiera que quieres estar conmigo ya hubiese dejado de perseguirte, pero necesito que me lo digas, Alessandro.

Aprieto la mandíbula, no puedo decirle todo lo que siento cuando ya tiene una vida hecha. Tiene un trabajo, un novio con quien se casará, una casa que he arreglado para ella que en un futuro será habitada por su familia.

No puedo destruir esos planes al decirle lo que quiere escuchar, no puedo ser tan egoísta.

Así que lo único que puedo hacer es sacar el sobre de color rojo que llevo dentro del estuche de mi iPad y dárselo.

Frunce el ceño y lo toma.

—Cuando estés segura de lo que quieres, ábrelo.—digo antes de tomar todas mis cosas.

No dice ni una palabra, por lo que me acerco y beso suavemente su mejilla, haciendo que mi nariz se inunde con el maravilloso olor de su cabello. Suspiro y luego me separo, mirándola a los ojos.

—Adiós, Am.—susurro antes de comenzar a salir de la casa.

Con la respiración acelerada subo al auto y comienzo a conducir a su departamento. No puedo creer esto, no puede ser que una vez más haya sido tan cobarde.

Al llegar al departamento saludo a Jax y entro inmediatamente a mi laptop para comprar el primer boleto de avión, encontrando uno a primera hora de mañana. Lo compro y luego comienzo a empacar, debo irme de inmediato así deba dormir en el aeropuerto, porque sé que puede venir a buscarme y no quiero que lo haga por impulso, sin estar segura.

Quiero que si vuelve a mí, sea porque está completamente convencida de que quiere estar conmigo. Y si no vuelve, lo entenderé.

Amellie

Me quedo sin saber qué hacer, con el sobre entre mis manos en esa enorme casa. He querido una respuesta y la tengo en una carta.

Cierro mis ojos y suspiro con fuerza para no llorar, necesito ser fuerte porque la verdad estoy más que confundida. Estoy indecisa entre lo que quiero y lo que probablemente me haga bien.

Estar aquí en Boston, con Izan, significa seguir el curso de mi vida con el cual me he sentido bien en los últimos tres años. Izan no es perfecto pero nadie lo es, tenemos nuestras peleas como toda pareja, pero logramos llevar las cosas.

Pero por otro lado está lo que grita mi corazón, lo que siempre he querido, y eso es estar con Alessandro sin importar todo lo que ha pasado. Entiendo que no es sano, entiendo que me lastima, pero sé que si él decidiera cambiar y dejar sus miedos a un lado, nunca más tendríamos problemas.

Paso una mano por mi cabello sin saber qué hacer, así que solo puedo colocar el sobre dentro de mi bolso y tomarlo para salir al auto de Natalie.

No tengo cabeza para pensar en muebles, así que dejaré que ella decida.

~~~

Y es así como pasa una semana donde Natalie se ha encargado de hacerme parte de todas las decisiones que toma acerca de la decoración de mi casa.

Me doy cuenta de que no me interesa lo que suceda con esa casa, toda mi felicidad estaba en el hecho de que Alessandro estuviese aquí. Y se ha ido sin hablar conmigo.

No he leído su carta, porque sinceramente me asusta que su contenido pueda cambiar mi vida por completo y no sé si estoy preparada para eso.

Y así pasan dos, tres, cuatro y hasta cinco semanas luego de la inauguración de la casa, a la cual han venido sólo amigos de Izan debido a que mis amigos de la universidad no eran de Boston y luego de
graduarse se han ido.

No tengo noticias de Alessandro y él tampoco tiene noticias sobre mí porque no he querido escribirle ni llamarlo. Creo que esto ha sido todo.

Me muevo en la cama y siento que el brazo de Izan suelta mi cintura.

—Buenos días, cariño.—dice antes de besar mi cabello y levantarse.

Luego de que ha dicho que viviría yo sola en esta casa, se ha mudado conmigo sin darme opción a protestar. No hemos discutido más, la verdad las cosas van de la mejor manera.

—Buenos días.—respondo simple antes de incorporarme en la cama.

Él se levanta y se dirige al baño, donde luego escucho el sonido de la ducha. Suspiro y me levanto para entrar también en el baño y hacer mi higiene bucal.

Le veo en la ducha debido a que las puertas son de vidrio y él me sonríe.

—¿Vienes?

—Haré el desayuno, se nos hará tarde.—digo antes de salir del baño.

Salgo de la habitación y bajo las escaleras. Al llegar a la cocina comienzo a preparar unos panqueques y a cortar algo de fruta. Suspiro y trato de no pensar en todo lo que quise que pasara y no pasó.

Cuando Izan llega a la cocina y comienza a comer, me siento frente a él para hacer lo mismo. Ninguno dice nada, hasta que él suelta sus cubiertos y me mira, llamando mi atención.

—¿Qué te sucede?

—¿A qué te refieres?—pregunto frunciendo el ceño.

—Desde hace días no me dejas tocarte y son pocas las palabras que intercambias conmigo, ¿qué tienes?—sé que está molesto, reconozco ese tono en su voz.

—Solo estoy cansada, es todo.—me encojo de hombros evitando su mirada.

—Todo por el bendito trabajo.—dice molesto.

Siento de inmediato como voy a explotar de la rabia, no de nuevo este tema.

—¿O es que ya no te quieres casar?—cuestiona y le miro a los ojos.

—No he dicho eso.

—Entonces pongamos una fecha.—dice en tono desafiante.

—Te he dicho que esperaré a hacer mi post-grado.

Golpea la barra haciendo que sus cubiertos salten, al igual que yo. Mi corazón se acelera y sus ojos lanzan dagas a los míos. Pienso que va a comenzar una gran pelea, pero por el contrario él solo se levanta y sale de la casa hecho una furia.

Paso mis manos por mi cabello y guardo ambos desayunos en la nevera, se me ha quitado el hambre por completo. Subo las escaleras y entro en la ducha para comenzar a arreglarme para el trabajo.

~~~

Es un día pesado en el hospital, pero he tenido tiempo de almorzar. Son más de las nueve y aún no llega el médico para el cambio de turno, por lo cual no puedo irme todavía.

Suspiro exasperada y sigo atendiendo pacientes por otra hora más, hasta que por fin llega Shawn, el médico de turno, disculpándose.

—De verdad lo lamento Amellie, se me ha hecho demasiado tarde, cubriré tus horas de mañana en la mañana.

—Vale, no te preocupes.—digo sonriendo.

Tomo mis cosas y luego de firmar los informes de cambio de turno,salgo del hospital. Veo que son casi las diez, por lo que decido comprar una hamburguesa y papas fritas, no quiero cocinar.

Luego de comprar mi cena, conduzco a casa, y unos diez minutos después estaciono mi auto en el garaje. Cierro el portón eléctrico con el control y entro directamente a la cocina por la puerta de acceso con las bolsas de comida.

—¡Hasta que por fin llega la dama!—escucho que exclaman y al ver a Izan sobre el mesón de la cocina, bebiendo una cerveza, frunzo el ceño.

—¿Qué se supone que haces ahí? Bájate.—digo molesta mientras dejo las bolsas sobre el mesón.

—Es mi casa, puedo hacer lo que quiera.—se encoge de hombros y le da otro sorbo a su cerveza.

—Te recuerdo que la casa está a mi nombre, y por lo tanto es mía, así como todo lo que hay dentro, ¿recuerdas?—me cruzo de brazos.

Ríe con fuerza antes de darle otro sorbo a su cerveza.

—¿De verdad te creíste eso?—me mira y yo frunzo más el ceño si es posible, haciéndole reír de nuevo.—Estas cosas pasan cuando firmas algo sin leer, cariño. El título de propiedad en realidad era un poder en donde dice que la casa es mía hasta que te cases conmigo.

—¿Qué?—siento que la rabia crece más y más en mi interior.

—Cásate conmigo y la casa es toda tuya.—me guiña un ojo y se baja del mesón para terminarse su cerveza de un trago.

—Eres un imbécil.

—¿Es por eso que no quieres casarte conmigo?—se acerca cada vez más, haciéndome retroceder.

—Izan, yo...

Me interrumpe dándole un manotazo a las bolsas de comida, que terminan en el suelo.

—¡Te doy todo en la vida, te protejo, te doy mi amor, te lleno de regalos, te dejo trabajar e incluso compro una maldita casa para los dos y aún así te niegas a casarte conmigo!—grita señalándome con su dedo.

Respiro con rapidez y la furia ahora se convierte en miedo. No soy capaz de responder, sólo me quedo aturdida ante lo que acaba de suceder.

—¡Ya no sé que mierda hacer para que te cases conmigo, incluso me he ganado al idiota de tu papá para poder estar contigo!—grita de nuevo acercándose cada vez más.

De repente me veo acorralada entre él y la puerta.

—Has dicho que no tiene que ser ahora, cuando me pediste matrimonio dijiste que...

—¡Pero no pensé que me harías esperar meses para poner una maldita fecha!—exclama dándole un golpe a la pared.

Y es cuando comprendo todo.

—Todo lo que has dicho ha sido mentira, solo me estabas manipulando.—digo entre dientes.

Él sonríe de lado.

—Qué problema enamorarse de la única mujer en el mundo que es capaz de pensar.

Me enfurezco y le aplico una llave de defensa personal que me permite empujarlo con fuerza lejos de mí, pero me arrepiento de inmediato cuando siento que mi mejilla arde debido a la bofetada que me da.

Le miro incrédula y mis mejillas se llenan de lágrimas. Él de inmediato suaviza su expresión y va a tocarme pero me aparto, abriendo la puerta que da al garaje y corriendo hasta mi auto.

—¡Amellie!—grita y una vez dentro del auto, abro el portón eléctrico.

Bajo un poco la ventana del auto antes de arrancar. Me quito el anillo de mi dedo y se lo lanzo con fuerza.

—¡Quédate con tu maldito anillo y tu jodida casa!—grito con furia.

Pero chillo cuando su botella de cerveza impacta contra el vidrio, agrietándolo en el centro. Eso me hace arrancar a toda velocidad y conducir hasta el primer hotel que tengo en la cabeza.

No puedo ir a mi departamento, sé que me buscará y tiene llaves.

Al estar en el estacionamiento del hotel, apago el auto y poso mi cabeza en el volante, llorando con fuerza.

¿Cómo no he visto antes que podía pasar algo así? Debí prestar atención a las señales, a las pequeñas cosas que hacían entender que nunca estuvo interesado en hacerme feliz, sólo quería tenerme a su lado para hacerse feliz a sí mismo.

Es increíble que luego de tres años, pase algo como esto. Pero supongo que nunca terminas de conocer a las personas.

Solo me siento agradecida de que todo esto haya sucedido antes de que cometiera el gran error de casarme con él. Sin embargo, no puedo dejar de llorar ante el ardor que hay en mi pecho.

¿Algún día podré ser feliz?

Y de inmediato Alessandro aparece en mi cabeza. Él me ha lastimado, es cierto, y no sé por qué sigo empeñada en querer algo con él cuando ni siquiera él me da motivos para eso, pero nunca me ha puesto un dedo encima.

Nunca me ha tratado como Izan me acaba de tratar, o como me había tratado en los años anteriores.

Es por eso que abro el compartimiento que hay en mi auto para sacar el sobre rojo que me dio Alessandro la última vez que lo vi. Lo guardé aquí porque no quería que Izan lo encontrara y lo abriera sin mi consentimiento.

Y luego de todo esto, lo creo más capaz que nunca.

Enciendo la luz interior de mi auto y limpio mis lágrimas para abrir el sobre. Mi corazón late a mil por hora y cuando saco la carta, mis ojos se llenan de lágrimas otra vez.

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Amellie, sé que no es la mejor manera de decirte todo lo que siento, pero justo ahora es la única forma. Necesito que sepas que en todos estos años, hice hasta lo imposible para olvidarte, para ya no quererte más, y llegué a pensar que lo había conseguido, pero al verte en la boda, luciendo tan hermosa, todo se volvió tan claro como el agua. Y cuando caminamos juntos al altar, supe que siempre serás tú la mujer que quiero llevar a ese lugar, siempre serás tú la que se quede en mi corazón, porque es allí donde perteneces, al menos para mí.

Créeme que no hay otra cosa que quiera más en éste momento que tenerte entre mis brazos, no importa cuándo leas ésta carta, el sentimiento jamás cambiará, porque tú eres la mujer que quiero a mi lado, yo te considero la mujer de mi vida.

Te pido perdón por haber sido un idiota tantas veces, por haberte lastimado de esa manera, te juro que no ha sido intencional y cada día que pasa me arrepiento. Sin embargo, he pagado el precio al verte en brazos de alguien más, lo cual me lastima como no tienes idea.

Mi objetivo con ésta carta no es hacerte abandonar tu vida, nunca he querido que hagas eso por mí, es por eso que decidí alejarte cuando estábamos en esa cueva, porque sabía que si dejabas todo atrás no ibas a estar bien, no ibas a ser feliz.

Cuando me has preguntado en tu casa qué necesito para ser feliz, he tenido que llenarme de valor para no decirte que te necesito a ti y solo a ti para poder ser feliz. Sé que a tu lado no sabría jamás lo que es la tristeza, porque eres el amor de mi vida.

Pero justo ahora no puedo pensar en mí, sino en ti, por lo que estoy dispuesto a dejar de lado todos mis miedos por ti. Siempre me ha aterrado caer en cuenta de que no soy suficiente para ti y es por eso que he decidido alejarme, pero nunca he tomado en cuenta qué es lo que realmente quieres, porque me da miedo no ser lo que mereces. Porque sé
que me amas, y yo también lo hago, pero para que el amor funcione, amarse no es suficiente.

Y me di cuenta de que puedo mejorar y que valdrá toda la pena hacerlo por ti, pero lamentablemente me di cuenta demasiado tarde y hoy estás por casarte con alguien más.

Sin embargo te conozco, preciosa, ¿y cómo no, si estoy enamorado de ti? Quiero que luego de leer todo esto te hagas a ti misma la pregunta que me has hecho a mí: ¿qué necesitas para ser feliz?

Te amo, Amellie, te amo y siempre te amaré, nunca dudes de ello.

—Alessandro F.

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Las lágrimas salen una tras otra sin que pueda controlarlas y aprieto la carta a mi pecho. Es un imbécil, y yo lo soy aún más por estar perdidamente enamorada de él.

Intento calmarme pero me es imposible, está al otro lado del mundo y yo lo que más quiero es tenerlo a mi lado. Pero justo ahora siento que no puedo lidiar con nada de esto, son demasiadas cosas por procesar.

Lo único que sé con entera certeza es que lo amo, y él también me ama.

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Y se nos acabaaaa, si el cap llega a 100 votos subo el epílogo hoy mismo, de lo contrario lo subo el lunes, xoxo -Pau

Same Old Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora