Capítulo 54

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Dallas

Y bien, mañana me caso. Estoy feliz, emocionado y tan nervioso que estoy seguro de que no lograría sostener un vaso con agua sin regarla toda por tanto temblar. Jake me ha pedido que aparte de mi lista cualquier plan que tenga a partir de las seis de la tarde, al parecer, me organizó una despedida de soltero. Jessica también tiene su despedida pero no quiero hacerle ninguna pregunta, no quiero saber nada de lo que sus amigas le tengan planeado, es posible que me dé un ataque si me entero lo que harán.

- ¡Ya sé! Vamos a la piscina y regresamos al mediodía.- Propone Jessica mientras hablamos sobre algo que hacer el resto de la mañana – vamos, di que sí.

- No es que me agrade mucho el...- No me deja terminar.

- Por favor, Dallas. Nunca hemos ido a la piscina.- Insiste.

- Jess, nos casamos mañana, tendremos toda una vida juntos para ir a la piscina.

- Sí pero quiero pasarla bien este último día de soltera, ¿tú no?- Se muerde el labio inferior y me paso una mano por la cara.

- ¿No estás pasando bien tu último día de soltera? - Levanto las cejas sorprendido. 

- Sabes a lo que me refiero.- Me da un golpecito en el hombro y me echo a reír. 

Termino aceptando su propuesta y se pone contenta. Se levanta finalmente de la cama y sorprendentemente, se acerca a mi piano. Empieza a tocar exageradamente despacio la canción de "¿estrellita, dónde estás?" y sonrío por la bonita imagen frente a mí.  Me levanto de la cama también, me acerco a ella y me siento a su lado en el piano, le acaricio la cintura con mis dedos y levanto un poco la camiseta que se ha puesto para dormir. Le aprieto fuerte la cintura mientras pego mis labios con los suyos, suelta un quejido y le muerdo el labio inferior, me separo de golpe y empiezo a tocar el piano. Jessica frunce el ceño pero termina riéndose al darse cuenta de lo que me estaba pidiendo con la mente.

- Eres muy talentoso. - Suelta asombrada sin quitar la mirada de mis manos moviéndose entre las teclas del piano.

- Sabes mejor que nadie que tengo dedos ágiles. - Le guiño el ojo y poco a poco sus mejillas se van tornando de un color rosa intenso.

Está imaginándose alguno de esos momentos en los que le he hecho sentir el placer que nadie podría hacerle sentir nunca.

- ¡Dallas! - Me reprende y empiezo a reír con fuerza. 

- Sabes que es verdad.- Le digo mientras me pongo de pie y la levanto para poder cargarla y seducirla un poquito.

- No empieces con tu arrogancia.- Ordena sonriente.

Así fue como entre risas, largas pláticas, estúpidas bromas y peleas, me enamoré.

La beso con dulzura y en cuanto aprieta sus piernas alrededor de mi cintura, me doy cuenta de que quiere más. La empiezo a besar de una forma más salvaje y sensual, la recuesto en la cama y le levanto la gigante camiseta que tomó prestada. Recorro su abdomen con mis labios y finalmente llego a la parada final, su punto más sensible.

La torturo hasta que la veo terminar y gritar de placer y le quito la camiseta completamente.

- Dejemos esto para la especial noche de mañana, tengo algo planeado.- Dice coqueta y a regañadientes asiento con la cabeza.

La miro a los ojos esperando que se eche para atrás y me pida que continúe pero como no lo hace, entiendo que es en serio. La beso una vez más y me levanto. Me pongo una camiseta blanca y unos jeans. 

- ¿Te gusta lo que ves?- Le pregunto apropósito cuando la atrapo observando mi abdomen detenidamente, como si quisiera comerme en este mismo instante.

Inesperadamente EnamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora