Capítulo 2

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Despierto de una siesta, han pasado casi tres horas así que debemos estar por llegar. 

Miro hacia el asiento del copiloto y veo a Luke  conversando animadamente con mi tía mientras ella presiona la bocina furiosa para que el auto de adelante avance. No tengo ni idea de a dónde fue el tío Louis pero agradezco que no esté aquí.

Suelto un suspiro.

Miro por la ventana y me pongo a pensar en cómo será mi vida en cuanto empiece la universidad. Estudiar, obtener buenas calificaciones, buscar un buen trabajo, sobrevivir como pueda. 

Mi tía me dio la opción de vivir en un departamento en Los Ángeles con la condición de que ella pagaba el arriendo si yo pagaba todo lo demás, es decir, estudios, agua, luz, teléfono, etc. Por suerte, logré conseguir una beca en la universidad, no completa pero es una gran ayuda financiera. 

Noto una mirada sobre mí y cuando volteo, Luke levanta sus cejas como si esperara una respuesta. Me quedo en blanco y la voz de mi tía resuena en el auto.

- Discúlpala, cariño, está demasiado distraída el día de hoy. 

Me aclaro la garganta incomoda y vuelvo a mis pensamientos. 

Recuerdo a papá despedirse de mí con un beso en la frente mientras me envuelve con sus brazos. Mamá le da un rápido beso en los labios y lo observamos atravesar la puerta para dirigirse a su viaje de trabajo. Ella se hecha a llorar. Lo siguiente que viene a mi mente es el inolvidable olor a menta de la sala de emergencias y en el fondo, por en medio de dos cortinas, la imagen de la camilla en la que se encuentra recostado mi papá. Soy pequeña pero corro tan rápido como puedo hacia la salida del hospital, paro en seco al recibir el aire de la calle. Me doy cuenta por primera vez de que hay algo de lo que no puedo escapar.

- Tu papá está muerto, Jessie.

Resbala una lágrima por mi mejilla y la limpio rápidamente. Me doy cuenta que se me ha acelerado el corazón y mi respiración agitada ha empezado a empañar los vidrios. 

Por mucho que a veces intentamos olvidar, hay cosas que simplemente no nos dejan hacerlo, han grabado una huella en nosotros que por más que intentamos hacer que desaparezca, solo se esconde para salir a rompernos un poquito más el corazón de vez en cuando.

Con el tiempo, saldrá de su escondite menos seguido.  

El auto deja de moverse y me doy cuenta de que llegamos al departamento que mí tía y yo vimos en un anuncio de internet meses atrás. 

Los tres nos bajamos del auto y lo primero que siento es una brisa cálida recorrer mi cuerpo. De pronto, cuando miro lo que tengo frente a mí, se me abren los ojos como platos.  

El edificio se ve genial, tiene unos veinte pisos y se ve bastante lujoso... y caro. Según leí en internet, alrededor del sesenta por ciento de estos departamentos han sido ocupados por estudiantes de las universidades vecinas, una de ellas es la mía, la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles). Así que no me vendría mal un departamento como este, todos los días tranquilos, con vecinos amigables y estudiantes al igual que yo. 

Sería increíble.

Mi tía nos señala que la sigamos y vamos tras ella hacia la recepción del edificio. Entramos por unas gigantes puertas giratorias y cuando estoy dentro, mi mandíbula casi cae al suelo, por segunda vez. 

Es bastante moderno, hay adornos de cristal por todos lados y el lugar es inmenso, el piso es de cerámica blanca y todo está tremendamente limpio y brillante. El techo tiene unas cuantas lámparas araña con adornos plateados y hay una sala que de seguro equivale al precio de la casa de mi tía multiplicado por cien.

Inesperadamente EnamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora