Capítulo 9

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Me sorprende que mientras nos dirigimos hacia no sé dónde, empezamos a charlar sobre mí, más bien el hace preguntas muy básicas como ¿por qué viniste a la gran ciudad? o ¿cuál es tu aburrido plan de vida?  

Y lo que es aún más sorprendente, la conversación fluye bien, incluso creo que lo vi sonreír por un segundo.

 – Aquí es.- Señala con su dedo a un restaurante llamado Sushi Zo.

Dallas estaciona el auto y segundos después lo veo dirigiéndose a la puerta de entrada del restaurante como si estuviera solo. Me bajo rápidamente del auto y lo sigo. En mi cabeza intento imaginar a la bola de amigos de Dallas Jake en este lugar tan bonito al que acabamos de llegar y la verdad... se me hace imposible.  

- Dallas Brett.- Le dice Dallas a una joven guapísima en el mostrador.

¿Reservó la mesa a su nombre? esperen, ¿reservó?

La chica revisa el nombre en una lista y sonrie mientras nos guía hasta nuestra mesa. 

Miro a mi alrededor. Hay unas lámparas rectangulares colgando en el techo, las paredes y mesas son blancas con figuras color café obscuro. Todo está muy bien combinado, de hecho, el restaurante es bastante moderno.

- Mesa de cuatro.- nos indica la chica – la mesera vendrá enseguida.

Dallas toma asiento en una de las sillas y yo me siento frente a él.

- ¿Cuatro? - Pregunto incrédula, ¿y el resto?

- Pues...- Dallas está a punto de hablar pero es interrumpido por la mesera, quien nos saluda cordialmente y nos deja el menú sobre la mesa antes de irse. 

- ¿Qué vas a pedir? - Me pregunta mientras abre su menú. 

Genial, me evadió.

- Hmm...- abro el menú al igual que él y sonrío al ver un platillo que llama mi atención - sushi soba ¿y tú?

- Uramaki, ¿lo has probado? - Niego con la cabeza.

- No, pero suena feo.

- Sí, ¿verdad? yo tampoco lo he probado.

Pocos minutos después la mesera regresa y nos toma el pedido. Observo como camina hacia los chefs que se encuentran en el fondo y pega en la barra el pedazo de papel en el que estaba anotada nuestra comida.

- ¿Y bien? - Dallas no me mira, sus ojos están concentrados en una chica pelirroja de la mesa de al lado.- ¡Dallas!

Se remueve en su asiento y pongo los ojos en blanco.

- Los demás no vienen. ¿Dónde están todos? - Me cruzo de brazos sin dejar de mirarlo.

- No sé, tal vez se les olvidó.- Hago una mueca. No esperaba que su respuesta fuera tan tajante. 

- ¿Dallas?

- ¿Qué?

- ¿Estás seguro de que ellos sabían de este almuerzo? - finge una tos y enarco una ceja exigiendo una respuesta – si no me respondes, me voy.

- Sí, es solo que necesitaba... tu ayuda para algo.- Lo miro confundida intentando procesar lo que acaba de decir.

- A penas nos conocemos.- Se relame los labios y desvío mi mirada para no ver ese movimiento.

- ¿Y qué?

Suspiro al ver nuestra comida llegar y observo los platillos de sushi con cuidado. Inhalo el olor fresco, agarro los palillos y empiezo a comer.

- ¿Por qué quieres mi ayuda?- Intento continuar hablando, pero él me detiene.

- ¿Crees que sea posible que dejes de hablar tanto por un segundo?- Me mira un poco molesto mientras me concentro en masticar despacio el bocado que me llevo a la boca. 

Luego de unos minutos de un silencio incómodo fatal, me doy cuenta de que estoy por terminar mi sushi, sin embargo, Dallas casi no ha tocado el suyo.

- ¿No te gustó?- Pregunto sutilmente, intentando no molestarlo otra vez. 

- ¿A ti que más te da? - Salta. 

En cuando termina su oración, mi orgullo reacciona y me reclama por dejarme tratar así.

- ¿Que más me da?- levanto la voz - ¿por qué estoy aquí en primer lugar?, te recuerdo que fuiste tú quien me trajo así que no merezco que me trates como si fuera la última persona a quién quisieras ver. 

Varias personas ya tienen puestas las miradas en nosotros y quisiera gritarles que se metan en lo suyo pero sé que no me atrevería.

- Hasta luego.- Es lo único que dice antes de levantarse y salir del lugar. 

Tomo la billetera para pagar la cuenta y busco mi celular. 

Me llevo la mano a la cara y me regaño a mí misma al darme cuenta de dónde está. Lo dejé en el auto de Dallas.

Salgo del restaurante y empiezo a caminar hasta que me acuerdo que no tengo ni idea de dónde estoy, el chico se fue y yo no tengo ni la menor idea de cómo volver al edificio. Tomo un taxi y le doy el nombre de las calles que recuerdo, quince minutos después llego sana y salva.

Al entrar, seguramente mi cara de pocos amigos me delata, entonces Patrick se acerca a mí y me pregunta si estoy bien. Se me antoja desahogarme con alguien así que le doy un resumen, a lo que él me responde con una tremenda carcajada. 

- ¿Por qué te ríes? - Le pregunto frustrada.

- Fue un mal rato, lo sé, pero ¿cómo es que no te diste cuenta de que te invitó a salir?- Abro los ojos como platos. 

- ¿De qué estás hablando? Actuó como un idiota, se fue y me dejó ahí como si nada, ¿como por qué iba a invitarme a un almuerzo en el que él no quería estar? 

- Seguramente hay una explicación, los hombres somos un tanto torpes cuando nos gusta alguien. 

Me ruborizo enseguida con tan solo pensar que Dallas haya querido estar conmigo a solas. Nah, es imposible. Me despido de Patrick y subo a mi departamento. Cuando se abren las puertas en el séptimo piso, me encuentro a Jake en el pasillo.

- Jake, ¡me tenías preocupada! ¿cómo estás? - Le doy un rápido abrazo y él me mira sonriente.

- Ayer estaba muy...

- ¿Borracho? - Termino su oración y nos echamos a reír.

- Sí.

- Lo siento, la pasé muy bien, ¿vendrás a la fiesta de hoy? 

A partir de hoy, detesto los fines de semana en el edificio. 

- Por supuesto que sí.- Respondo, para mi sorpresa, sin siquiera pensarlo. 


Inesperadamente EnamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora