Epílogo

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El día de la muerte de Jessica fue el peor día de mi vida al igual que el día de su funeral. Aiden y Chloe lloraron mucho por ella, la extrañan demasiado al igual que yo.

Me desmoroné totalmente, sin embargo, mis hijos me ayudaron a salir adelante, son lo que me incentiva a seguir sonriendo todos los días. Pasan los meses y yo aún no acepto del todo que la chica que más amé, se había ido.

Ese día me di cuenta de que nunca sabes cuándo será la última vez que verás a una persona. Extraño tanto el sonido de su risa, tocar su cabello, besarla, extraño ver sus pucheros y verla sonrojada, extraño que cocine y lo queme todo, extraño que discuta conmigo, extraño verla jugar con los niños, extraño todo de ella. La extraño demasiado.

- Aiden, Chloe, ya está la cena.- Les grito y bajan corriendo. Les dejo los platos en la mesa y luego llevo el mío también y me siento a su lado.

Los observo jugar entre ellos, cada vez están más grandes.

Cuando termino me voy a recostar en el sofá y saco el celular. Se me cristalizan los ojos al ver el fondo de pantalla. Esa fotografía la tomé cuando estábamos en Paris, ella estaba en el balcón de la habitación, observando la ciudad, con aquella bata blanca que le quedaba de maravilla. 

Mis hijos se acercan y bloqueo el celular enseguida. No quiero que ellos la extrañen, tienen hermosos recuerdos con ella, no les arruinaré eso.

- Te amo papá.- Chloe me besa en la mejilla.

- Te amo papá.- Aiden la imita y les doy un beso a ambos después de decirles que yo mucho más.

Así estuvimos, jugando, charlando, bromeando. Yo observándolos mientras reían. Los dos me recuerdan a ella con cada movimiento, cada expresión, cada parte de ellos tiene una parte de Jess. Gracias a ellos jamás olvidaré a la persona que más amé en la vida. La recordaré siempre, siempre la amaré, siempre será mía y nunca alguien la remplazará porque yo jamás amaré a nadie como la amé a ella.

No tuvimos un final feliz pero sí una gran historia.

Los niños se quedan dormidos en el sofá y los llevo a su habitación. Los acuesto y cuando estoy seguro de que están durmiendo, me voy a la mía.

Me acerco a la ventana y recuerdo la promesa que le hice un día. La recordaré siempre que vea hacia el cielo y mire las estrellas. Es lo que hago todas las noches porque sé que Jess ahora es una de ellas. Entonces así, cuando las luces de la noche iluminan la habitación, me siento a hablar con la luna tratando de llegar a ella, con la esperanza de que esté del otro lado, hablando conmigo también.


Inesperadamente EnamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora