Capitulo 46.

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Reí al escuchar aquella broma.

—Sé que estoy más panzona, pero tampoco es para que me diga que estoy esperando un bebé —dije en un tono obvio.

—Mire señorita, no estoy completamente segura, pero por lo que me está diciendo y por el cambio en su cuerpo, da a pensar que usted esta embaraza —me miró y sonrió como cualquier madre a su hija. —Lo comprobaremos con un test de embarazo, y si hace falta haremos una ecografía.

—Por supuesto —afirmé sin dudarlo un segundo.

La mujer dio media vuelta, y fue en busca del test.

Traté de pensar que no era real. Por una parte me sentía muy nerviosa... tan nerviosa que creí que iba a volver a vomitar.

¿Y si era cierto? ¿Y si realmente estaba embarazada? ¿Qué pasaría luego? ¿Qué haría Niall? ¿Se haría cargó del bebé, si realmente éste, estaba dentro de mi panza? ¿Qué dirían mis padres?

Oh Dios.

Mi padre.

¿Qué diría él? ¿Haría algo al respecto?

Sentí que comenzaba a marearme.

Lo miré a Niall, quien se encontraba totalmente nulo. No había dicho ni una sola palabra.

—Niall... —susurré.

Pero él seguía sin dar alguna respuesta.

— ¡Niall! —chasqué mis dedos en su cara.

Se quedó mirándome por unos minutos, pero seguía sin hablar.

—Niall no estoy embarazada —tragué saliva, al sentir que un miedo se apoderaba por todo mi cuerpo.

Quería creer que no lo estaba.

La mujer se acercó, me entregó el test, y rápidamente fui al baño.

Era inútil decirle a Niall que me acompañe. Sólo quería entrar allí, hacer el maldito test, y que me diera negativo. Sentía tanto miedo.

Temía a la reacción de mi padre.

Una raya, negativo. Dos rayas, positivo.

Temblaba demasiado, y no sabía por qué.

En ese entonces, no era que no quería tener hijos con Niall. Claro que no. Al contrario, deseaba con todas mis fuerzas que él fuera el padre de mis hijos. Pero sabía que ese no era el momento indicado. Aunque, un hijo puede llegar en cualquier momento. Un hijo es un milagro, y se da cuando se tiene que dar. Pero sentía miedo. Mucho miedo. A penas tenía dieciocho años. Siempre soñé con tener un hijo a los veinticinco años. ¿Por qué elegí esa edad? No lo sé. Solo era una aproximación. La edad perfecta. Pero eso nunca lo iba a saber. Eso solo lo sabia el destino.

Mi destino ya estaba escrito.

Y si estaba embarazada no habría vuelta atrás.

Tenía que enfrentarme a todo lo que estaba por venir.

Tenía que enfrentar a mi padre, a quien más temía.

Me quedé allí adentro esperando el tiempo que indicaba para que dé correctamente los resultados.

Estaba tan nerviosa, mareada, con náuseas, sin aire, y a medida que pasaban los minutos el corazón me latía con fuerzas.

Observé la hora por enésima vez.

Era el momento...

Respiré hondo, y acto seguido lo tomé y lo observé.

— ¡Emily! —Niall golpeó la puerta. — ¿Qué pasa? Llevas rato allí encerrada —murmuró del otro lado de la habitación.

No podía hablar. Me sentía confusa. No sabía qué decir, qué hacer. Intenté hablar, pero el nudo que tenía en mi garganta me lo impidió. Las lágrimas se amontonaron en mis ojos, dificultando mi visión.

—Emily... —repitió, y acto seguido entró.

Me encontraba sentada contra la fría pared. Tenía las rodillas presionadas en mi pecho, y mi cabeza apoyada en las mismas, mientras mis manos descansaban a un costado.

Las lágrimas impedían ver su rostro.

Se inclinó a mi lado, y sin decir nada con delicadeza, sacó el tes de mis manos.

Llevé mis manos a mi vientre y lo miré. Lo miré anhelando una respuesta. Necesitaba que Niall me diera respuestas.

Sus azules ojos se quedaron posados en el test. Sabía perfectamente que él también se sentía confuso.

Incluso más que yo.

Alzó la vista, y su mirada se encontró con la mía.

Sonrió.

Sin decir nada, él me abrazó con fuerzas.

—Emily...—comenzó a decir, tomando mis manos. —Soy el hombre más feliz del mundo... —continuó, mientras una lágrima caía por su mejilla.

Una lágrima de felicidad.

—Niall, te amo. —afirmé, sonriendo con dulzura.

—Yo mucho más Emily... —hizo una pausa, y miró hacia mi vientre. —A las dos, o los dos —agregó con una dulce risada.

Niall secó mis lágrimas y yo las de él.

—Te prometo que saldremos adelante. —prosiguió, con la voz más suave que he oído en mi vida. —Juntos saldremos adelante.

Asentí, y fijé mis labios con los suyos.

Nos pusimos de pie, y salimos del baño en busca de la mujer que nos había atendido hacía tan solo un momento. Buscamos por unos minutos, pero no la encontramos por ninguna parte.

—Será mejor que volvamos. Ambos necesitamos descansar, y queda claro que mañana volveremos a primera hora para que te revisen, y asegurarnos de que todo está bien —murmuró Niall.

Parecía tan seguro de sí mismo, que no podía yo también sentirme segura a su lado.

Ese, había sido un día bastante largo para ambos.

Al fin y al cabo volvimos al hotel.

A decir verdad, ambos estábamos aturdidos con esta noticia. No sabíamos qué pasaría con la banda... con sus padres... con los míos... con su vida... y con mi vida...

Nuestras vidas y la de nuestro hijo.

Oh Dios.

Necesitábamos poner las cosas en claro.

Al día siguiente, les dimos la noticia a nuestros amigos. Por suerte todos se lo tomaron bien, en especial mis amigas que siempre estaban para apoyarme.

Siempre estuvieron allí, al igual que Niall.



Nunca te olvides de mi (NIALL HORAN) |TERMINADA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora