Capitulo 2.

121 13 0
                                    

—Mystikó— llamó a su hermana apenas entró a la casa y cerró la puerta principal, la mota de cabello negro no tardo en aparecer en su campo visual.
— ¿Qué pasa, Shima? — preguntó la pelinegra, mirando a su hermano mayor con aquellos ojos cafés artificiales.
— ¿Recuerdas que dijiste que querías trabajar? — la mirada de la pelinegra cobró un brillo particular.
—Por supuesto, ¿Cómo no voy a acordarme? — sonrió con ironía, y el más alto le devolvió esa sonrisa.
—Pues ya tengo un puesto perfecto para ti— anunció.
— ¿Cuál es? — se apresuró a cuestionar.
—Vas a ser la asistente de tu ex profesor y amigo mío, Yukkun—no supo si fue la sorpresa o el miedo lo que la abrumo por completo— ¿Estás bien, Mystikó?
—Por supuesto ¿Cuándo empiezo?
— ¿Tan ansiosa estás?
— ¿Y cómo no? Si es algo de las pocas cosas que puedo hacer por mí misma
—Claro— dijo, burlón— empiezas dentro de una semana, el próximo viernes vamos a ir a un bar para celebrar el éxito de una de nuestras producciones y podemos agregar un pequeño brindis por tu ingreso a la compañía—la joven le sonrió con complicidad al mayor.
—Eso quiere decir que... ¿Me meterás a un bar? ¿A una menor de edad? — Dramatizó, llevándose ambas manos a la altura del pecho— ¿Qué clase de hermano eres? — el más alto se soltó a reír, observando la evidente indignación actuada de su hermana.
—Vamos, no es tan malo, una vez por año no le hace nada mal a nadie, además, estás a medio año de cumplir la mayoría de edad y no es la primera vez que te facilito la entrada a un bar, tómalo como... un presente de tu querido hermano para que comiences a acostumbrarte a los lugares que pronto comenzarás a frecuentar—le guiñó el ojo a la pelinegra, ella rió por lo bajo.
—De acuerdo, todo sea por un buen comienzo en la vida laboral.
—Así se habla— observó a la joven asentir con la cabeza, darse media vuelta y comenzar a subir las escaleras. Cuando Mystikó desapareció de su vista sonrió para sí— Definitivamente... eres tan distinta a Kizumi y a Masaki... pero eso era de esperarse... — luego de un rato también subió las amplias escaleras y se adentró en su habitación.
.
.
.
Se recostó con pesadez en su cama, extendiendo sus brazos y dejando caer sus piernas hacia el suelo, le resopló a un mechón que le estorbaba y el mismo se movió hacia un lado, cayendo sobre las finas sábanas. Observó el techo, la lámpara que pendía del mismo, los adornos de las pareces, los productos sobre la pequeña cómoda, el armario y finalmente los escasos cuadros que estaban colocados sobre un par de repisas flotantes. Y sus ojos fueron a parar a la puerta que daba al cuarto de baño, se levantó y se adentro en el mismo, abrió la llave del agua caliente y mientras la amplia bañera se llenaba se despojaba de su ropa.

—Trabajar con Yutaka-san... y siendo su asistente, eso me obliga a permanecer cerca de él... ¿Cómo será la vida laboral a su lado? — Comenzó a hablar para sí misma mientras su cuerpo estaba sumergido en la calidez del fluido— ¿Será tan cortante como la escolar?— porque tenía muy claro que no le era de mucho agrado, siempre la había tratado con demasiada seriedad, con un tono demasiado distante, intentando siempre marcar un enorme distancia tanto físicamente como emocionalmente, y siempre supuso que eso se debía a que no quería que hubieran diferencias con su relación por ser la hermana menor de su mejor amigo, intentando no hacer evidente alguna clase de favoritismo. Pero no encontraba una razón, una buena razón para que fuera tan... cortante e indiferente cuando hablaran o se cruzaran en el camino— como sea... daré mi mejor esfuerzo— se sumergió por completo dentro del agua caliente, evitando pensar en la principal razón de su ¿Nerviosismo, miedo?
.
.
.
— ¡Mystikó! — exclamó, mirando el reloj de plata que rodeaba su muñeca, su mirada miel se dirigió hacia las escaleras y de inmediato notó la fina silueta de su hermana menor bajando con tal rapidez las escaleras que casi resbalaba en uno de los escalones— ¿Por qué se tardan tanto?— bufó.
—Hey, que no ha sido mi culpa— miro por unos instantes a las mujeres que estaban a un costado de Uruha— Alguien hizo una mala broma— fingió indignación, Kizumi y Masaki se echaron a reír.
—Eso solo es para que comiences a resolver pequeños problemas diarios— argumento la castaña con ojos miel.
—Por favor, Kizumi, como si que tu ropa se hiciera tirones fuera algo cotidiano—comentó Mystikó— Pero estoy casi segura de que fue tu idea, Masaki, Kizumi no tiene una mente tan perversa como para idear esa mala broma
—Bueno, tampoco es que sea tan inocente— dijo la castaña con los ojos café oscuro— Tú no la conoces tan bien como yo— Masaki abrazó a Kizumi por el cuello— ¿Cierto?
—Cierto— afirmó Kizumi.
—Demasiada palabrería— interrumpió el más alto— Vamos saliendo, que vamos tarde a la celebración— Mystikó asintió acercándose animadamente a la puerta principal. Los 4 hermanos salieron.
.
.
.
El sonido de copas chocando unas contra otras, el sonido de botellas siendo destapadas una tras otra, las risas, las conversaciones imposibles de diferenciar, la música a un volumen ensordecedor, las pequeñas luces de colores neón, los laceres, todo junto hacían más emocionante la pequeña celebración.

Mystikó había bebido unos cuantos tragos, Uruha ya había bebido demasiado, Kizumi y Masaki estaban ya en la pista de baile con algún desconocido o con algún amigo. Y Yutaka estaba enfrente de ella, mirándola de una manera que la confundía... no sabía cuál era el sentimiento que estaba oculto detrás de esos orbes gris oscuro. ¿Le disgustaba la ropa que traía puesta? ¿Era demasiado poca cosa para una celebración de esa tipo? Bueno, que no la culpara a ella, su vestido había sido destrozado como una mala broma... Oh, pero ella bien sabía que ese tipo de bromas que Masaki y Kizumi le hacían eran más que eso, porque ella no era vanidosa pero sabía que las más grandes le tenían envidia, porque ellas no habían nacido con el cabello negro azabache digno de un oriental de sangre pura ni mucho menos poseían facciones tan finas y hermosas como las que ella tenía... ni la suerte, ni mucho menos la cantidad de pretendientes o miradas constantes sobre ella que Mystikó tenía... así que no podía culparla por la ropa, la blusa y la falda que había elegido no estaban tan mal, no eran tan indecentes ni tampoco tan recatados.

Suspiró con cierto aburrimiento, mientras observaba la pista de baile, no, no era realmente buena en ello pero tampoco tenía dos pies izquierdos, Yutaka pareció notar su aburrimiento, y un poco tomado pero aún bastante consciente tomó la muñeca de Mystikó y la arrastró a la pista de baile. El castaño observo a la pelinegra, hasta con la sorpresa marcada en el rostro se veía hermosa, admiró la ropa que la joven llevaba puesta, definitivamente no era demasiado llamativa pero... para él era demasiado incitante. Puso todo su esfuerzo en dejar de mirar a la chica que estaba en frente de sí, poniendo su atención en seguir el ritmo de la música, que de a poco fue siendo más rápido, más rápido provocando que las personas en la pista comenzaran a empujarse e inevitablemente terminaron por empujarlo a él y a la joven que estaba frente suyo.

Chocó contra una de las paredes y el castaño apenas alcanzó a apoyar una mano sobre la pared para no caer sobre el cuerpo de la menor, su mano derecha impactó contra la pared mientras que su mano izquierda busco otro soporte... un soporte que resulto ser la cintura de Mystikó, cuando su mano se posó arrebatadamente sobre la fina cintura tiró de la tela de la blusa de la chica, bajando la tela y dejando ver un poco del pecho de la menor... la pálida piel fue expuesta sin intensión...

Maldito alcohol, estaba haciendo efecto en su organismo y su mirada no podía enfocarse en el hermoso rostro de la chica o en la piel que era expuesta, inhaló el aroma que emanaba de la chica, solo consiguió embriagarse más... observo como las luces iban desapareciendo dejando algunas en la pista y en todo el bar en general con las que fuera suficiente observar a la persona que estaba enfrente, la respiración de la joven se aceleró levemente mientras notaba la cercanía del cuerpo del castaño con el suyo. El mayor se inclinó, acortando más la cercanía, respirando en el oído de la joven y provocando un escalofrío que se expandió a través de todo el cuerpo de la misma, acercó sus labios al cuello de Mystikó e inhaló profundo el perfume de ella, joder... era tan exquisita... la deseaba tanto... dejó que sus labios tocaran la suave piel y la saborearan, bajando desde la oreja hasta el hombro con torturante y placentera lentitud...

Sintió como su cuerpo se estremecía ante los besos del castaño, cerró los ojos y se dejó hacer, sintiendo, disfrutando de las caricias, sintiendo el diminuto placer que eso le producía expandirse lentamente hacia todos los rincones de su cuerpo... gimió suavemente cuando el castaño mordió su piel, dejando una marca rojiza que ella no podía ver, pero que el castaño observaba con deseo, sintió más el calor del mayor sobre su cuerpo y no pudo evitar acercarse ella misma más a él...

—No podemos...—dijo el mayor, con la voz claramente excitada.
—... hacerlo aquí...— finalizó la joven, mirándolo seductoramente.

KowaretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora