Capitulo 39.

6 1 0
                                    

 Abrió la puerta del departamento del morocho, aunque podría decirse que era suyo también puesto que se había convertido en un cálido hogar, el segundo sitio donde había conocido el amor real, desinteresado y puro, sí, el segundo, el primero había sido en los brazos de Yutaka, sitio que sabía había perdido para siempre.


Cerró la hoja de madera noble detrás de sí, dejó las llaves sobre un pequeño mueble en la entrada, se despojó de sus zapatillas deportivas y las acomodó en un zapatero. Cuando se adentró en la sala se encontró con un sonriente Yuu y una mujer adulta conversando animadamente, sin poder evitarlo se extrañó, no pensaba decir nada hasta que alguno de los dos se diera cuenta de su presencia pero un leve ataque de tos la delató, tosió un par de veces antes de reponerse y observar los rostros expectantes y sorprendidos de la pareja.

—Disculpen, no era mi intención interrumpir —hizo una pequeña reverencia.
— ¿Es ella, Yuu? —la voz de la mujer se le hizo conocida y el tono de la misma sonaba impaciente y a la vez emocionada. El morocho sonrió.
—Sí, la misma que viste y calza —la mujer caminó hacia ella titubeando un poco, Mystikó la miró extrañada y miró interrogante al pelinegro.
—Mi nombre es Chihiro, Shiroyama Chihiro —anunció la mujer.

Mystikó retrocedió un poco.

— ¿Shiroyama? —el pelinegro se les acercó.
—Es mi madre, Mystikó —cierto escalofrío le recorrió la espalda al escuchar las palabras del mayor.
— ¿Qué...? —dio un paso hacia atrás.
—Sé que es un poco inesperado pero... —comenzó a decir el mayor.
— ¿Eso quiere decir que...? —Dio otro paso hacia atrás— Eso no puede ser... —la vista se le nubló, se llevó una mano a la sien y la presionó levemente, comenzó a toser fuerte y secamente. La mujer se le acercó y la sostuvo de los hombros.
— ¿Mystikó? ¿Estás bien? —el mayor se le acercó y le dio unas cuantas palmaditas a Mystikó en la espalda.
—Estoy bien, no te preocupes —dijo, sobándose la garganta.
—Tienes que cuidarte, viajamos mañana temprano a Nagoya por la pequeña gira —advirtió el pelinegro.
—Lo sé, Yuu, lo sé, sólo necesito descansar, me voy a dormir ¿Vale? —le sonrió levemente.
—Promete algo —terció la mujer.
— ¿Qué cosa? —cuestionó Mystikó, Chihiro le sonrió.
—Que en cuanto estén en Nagoya veras a un doctor —Mystikó pestañeó un par de veces, asintió y se dirigió hacia su habitación.

La mujer la admiró con mucha vehemencia.

—No está pasando por un buen momento ¿Verdad? —murmuró con tristeza.
—Así es... me hubiera encantado que la hubieras conocido antes de que hubiera pasado por tantas tragedias...
—Soy muy afortunada de quisiera poder verla... —sus ojos azules se cristalizaron.
—Mamá...
—Seguro que Ryuu y Zazu hubieran amado verla crecer, tan hermosa y madura...
—Basta, mamá, sólo lograrás hacerte daño.
—Seguro que ellos... —gimoteó, se sostuvo del respaldo de uno de los sillones mientras se llevaba una mano a la boca, intentando ahogar sus sollozos, el pelinegro la abrazó.
—Sólo piensa que ellos murieron en su labor por protegerla de Reita y todos los demás, que Mystikó no estaría con vida de no haber sido porque Papá y Zazu se sacrificaron por ella...
—Ella se parece tanto a Ryuu... —sollozó.
—Es su hija después de todo.
— ¿Crees que todo fue en vano? Reita está muy cerca ¿No? ¿No es por eso que me llamaste?
—No exactamente... —Chihiro se incorporó.
— ¿Entonces?
—Mystikó ha tenido un par de prolepsis y una de ellas me perturbó de sobremanera.
— ¿Prolepsis? ¿De verdad? ¿Por qué?
—Porque en ella morías.

.
.
.

El programa de variedades estaba realmente animado y ese mismo ánimo aumentó cuando anunciaron que el nuevo álbum 'Voice' de la famosa Himitsu sería lanzado ese mismo día por la tarde, una de las canciones, mejor dicho, la canción principal tiene PV y que ellos habían recibido una copia y el permiso para ser los primeros en transmitirlo. Yutaka estuvo a punto de cambiar de canal o de apagar el televisor pero no pudo hacerlo, se mordió el labio inferior mientras se removía en su cama, la pantalla mostró el nombre de la joven artista y el título de la canción que curiosamente era el mismo del álbum sólo que en japonés: Koe.

()

El piano sonaba armonioso y triste, la joven apareció en un costado de un escenario en ruinas, con expresión entre vacía y nostálgica, comenzó a cantar:

'Si viviese en las profundidades del océano
Me convertiría en un pez sólo para estar contigo
Descendería a las cimas más profundas
Merodearía entre la oscuridad como una sombra
Sólo para estar contigo

Nuestros recuerdos fluyen intensamente
Me estaba ahogando en mi propia pena
Te has ido
Lo entiendo
Lo sé
El sol se alza, purifica mi mundo
Una tibia ráfaga se lleva el tatuaje
Que estaba grabado en mi mente

Si pudiese transmitirte éstas palabras
Sacrificaría mi voz con gusto
Mi intensa cicatriz y ésta desesperación
Tu calor sepulta mi tristeza
Ansiaba tanto esto
Ansiaba tanto esto
Aunque sólo sea una ilusión

El calor tenue me lleva
Quiero dormirme en los brazos compasivos

El sol se alza, purifica mi mundo
Quiero dormirme en los brazos compasivos
El calor tenue me lleva
Una tibia ráfaga se lleva el tatuaje
Que estaba grabado en mi mente

[Los recuerdos se disipan con el tiempo
Soy como un pendiente sin su alfiler
Olvido todo, todo se vuelve borroso
Tu voz se desvanece]

Si se rompe, perderé el control
Soy como un pendiente sin su alfiler
Olvido todo, nada queda
Tu voz se desvanece'

Los presentadores volvieron a aparecer en la pantalla pero él no los vio, comentaron acerca del vídeo, la música, la letra, la voz de la joven, el vestuario y la interpretación, acerca de sus expectativas pero él no escuchó sus palabras. Sintió los sollozos en su garganta.

Se limpió las lágrimas bruscamente con el dorso de la mano.

—Sé fuerte, Yutaka, no dejes que su voz te ablande, deja de sentir que todas las canciones que escribe son para ti... Basta, Yutaka.

Se sentía ridículo, llorando de aquella forma por una simple canción, reprendiéndose a sí mismo, diciéndose una y otra vez que no la amara, que no admitiera que la seguía queriendo, pero por más que lo repitiera, en voz alta o sólo en sus pensamientos, no podía convencerse a sí mismo.

Porque sólo se estaba mintiendo, porque sabía que no podía dejar de querer a Mystikó de la forma en que la quería, así, sin más.

Así que sólo le quedaba hacer una cosa: Entregarse completamente al llanto.   

KowaretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora