Habían pasado dossemanas, dos semanas en las que no obtuvo respuesta alguna de partedel mayor, bueno, al menos que el que Yutaka la ignorara sea unarespuesta...
Si lo era, Mystikó se negaba a aceptarlo, erauna adolescente, posiblemente más madura que otros pero... unaadolescente al fin y al cabo.
Las clases en la Universidad noeran absolutamente nada comparado que cuando estaba sola con el mayoren la camioneta de éste último. Antes podían hablar de lo quequisieran: de su extraña relación, de las clases, de cualquier temay la pasaban bien... y ahora, ahora ya no cruzaban una sola palabra.Aquello resultaba peor que si Yutaka la hubiera rechazado y punto.
¿Es que aquel comportamiento era una coraza que utilizabaYutaka para ocultar sus sentimientos por ella? O ¿Es que Yutakasiempre la consideró como una adolescente ingenua con la cual podíatener sexo gratis y seguro? No quería ni pensar que la verdad fuerael segundo planteamiento.
Pero quería, anhelaba con todo suser, que Yutaka fuera claro, que la rechazara o la aceptaraclaramente.
Cada día era una tortura, cada día le costabamás trabajo ocultar su incertidumbre, le costaba más sonreír antetodos, mostrándose siempre como todos los días. Podría hacer comosiempre que se sentía perdida entre todo lo que la rodeaba, podríapensar que ella estaba estudiando en una de las más prestigiosasuniversidades y que era ella la mejor estudiante de su generación,pero pensar en eso simplemente ya no la reconfortaba. No le importabaque estuviera estudiando en Horikoshi High School, no le importabaabsolutamente nada que no tuviera que ver con Yutaka.
Siconsideraba que se sentía hecha una porquería todos los días, esesentimiento no se comparó nada con el fatídico día en que vio comoYutaka conversaba animadamente con una mujer, más o menos de lamisma edad que el castaño, los observó de lejos, medio escondidadetrás de una columna de la salida y entrada al estacionamiento, losmiró con tristeza y furia, la furia dirigida hacía la mujer queacompañaba al mayor.
— ¿Seguro?— dijo la mujer,claramente ilusionada.
—Sí, sólo permíteme arreglar algo enla camioneta— pasó a un costado de la mujer, abrió la puerta delcopiloto de la camioneta, alcanzó a ver la expresión de sorpresadel mayor cuando no encontró a la joven ocupando su lugar habitual,sintió como su corazón se aceleraba cuando Yutaka la buscó con lamirada y sintió como su pulso pareció detenerse en seco cuando élsonrió con alivio, le dijo algo a la mujer, algo que no alcanzó aescuchar, y ella se apresuró a subir en el automóvil al mismotiempo que el castaño.
Se tragó el nudo en la garganta,contuvo las lágrimas tanto como le fue posible. No le había contadoa nadie, ni siquiera a Nozomi, su mejor amiga y a quien le contabatodo, claro está, a excepción de la relación que había mantenidocon el mayor. Así que no podía dejar que nadie la viera llorar.Corrió tan rápidamente como podía, se detuvo en la avenida y lehizo la parada al primer taxi que pasó, le dijo la dirección, pudonotar la sorpresa del chofer al escucharla, pues la zona era dondelas familias más adineradas vivían, pero no hizo caso alguno deeso.
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Al menos, podía consolarse con queése día no vio a Yutaka besar a la mujer, así que pensó que sóloera una amiga, una compañera... todo menos que fuera una mujer en laque Yutaka estuviera seriamente interesado... no, no podía siquierasoportar la simple idea.
Pero si ella no los quería creer,Yutaka hizo que lo creyera y que con ello escuchara un sonido de algoromperse, un sonido real, físico, justo en el momento en que Yutakabesaba a aquella mujer alguien no tan lejos del sitio dejaba caer alsuelo algún recipiente de cristal, pero posiblemente eso sólosirvió como camuflaje del sonido de su corazón hacerse trizas.
Susonrisa desapareció, sus ojos dejaron de ocultar la tristeza o talvez la misma se intensificó. Todos lo notaron, pero sólo Nozomi yTatsuya se preocuparon por intentar animarla, Nozomi intentó queMystikó le dijera la razón de su desanimó, por llamarlo de algunamanera, pero la pelinegra se rehusó a decir siquiera una palabraacerca de ello, Tatsuya por su parte sólo se centró en animarla,Mystikó le regalaba una sutil sonrisa e intentaba sentirse mejor conlas atenciones de ambos pero... aquello era imposible. Se disculpabacontinuamente, no podía concentrarse en nada... hasta que ya no pudomás.
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Su cuarto estaba casi completamente aoscuras, las luces de la casa estaban apagadas, incluidas las de sucuarto, todo se iluminaba por la sutil luz plateada de la luna queentraba por las ventanas, estaba sola.
Lloraba, los pupilentescastaños yacían en su estuche y sus ojos purpúreos parecían unpar de cristales por las lágrimas acumuladas en ellos, las gotas sedeslizaban por sus pálidas mejillas, sus brazos abrazaban susrodillas. La tenue luz que entraba por la ventana hacía que lassombras de los objetos fueran más definidas y ciertamentesiniestras. Su celular sonó, estiró con trabajo su brazo, tomó sucelular, en el identificador de llamadas estaba el nombre de Nozomi,contestó sin dudar.
—Mystikó ¿Cómo estás?
—Nozomi...—su voz se quebró.
— ¡Dios! Mystikó ¿Qué sucede?
—Ven...por favor— sus hombros se remecieron.
—Voy para allá— lallamada se cortó y más rápido de lo que Mystikó imaginaba que eltrayecto de la casa de Nozomi tomaba a la suya, el coche de su amigaestaba estacionado en la entrada.
Nozomi sacó el llavero,escogió una de las llaves y abrió la puerta de la casa de Mystikó,sus pasos retumbaron en el lúgubre silencio, entre la oscuridad,subió hasta la habitación de su mejor amiga y entró sin avisar. Laencontró en posición fetal frente a la ventana, sollozando de unaforma en la que nunca pensó llegaría a verla.
—Mystikó...—se agachó y abrazó con cariño a su amiga. No tardó en sentir losbrazos de Mystikó rodearla también.
—Lo perdí... Nozomi, loperdí...—sollozó.
— ¿A quién, Mystikó? ¿A quiénperdiste?— la estrechó con más fuerza.
—A Yutaka...—sintió como Nozomi se sorprendía, pero luego su cuerpo se relajó.
—¿Te refieres al profesor Yutaka?— Mystikó asintió con la cabeza.— Explícame. — el tono utilizado no era el que Mystikóesperaba, pensaba que Nozomi la regañaría y que el tono sería deenojo pero el tono era tranquilo, suave. Casi maternal.
—Él yyo... desde hace unos meses él y yo... hemos...— el esfuerzo porcontener el llanto era evidente.
—Tranquila, Mystikó,tranquila...
—Hemos mantenido una relación un poco excéntrica...buscamos placer en el otro... pero... yo... yo... dejé de sentirsólo deseo por Yutaka... lo amo... lo amo... y cuando lo dije sinpensar en las consecuencias... él sólo me ignoró... y... pareceque ahora sale con una mujer... ¿Realmente lo perdí? ¿Realmente?
—¿Por qué no me contaste? ¿Por qué, Mystikó?
—Porque sé quetu moral es...
—Déjame contarte algo, ¿Sí?
—Claro...
—Haceunos meses comencé a sentirme atraída por alguien, me sentíaincomoda por ello pero cada día que lo veía me sentía aún máscautivada y cuando le escuchaba cantar me sentía extasiada, hastaque un día él y yo nos reunimos, y... nos besamos, hasta ahora hasido lo más maravilloso que he vivido, entonces mi moral se desplomacuando sus labios se encuentran con los míos...
— ¿Qué tieneque ver tu moral?
—Porque él es Takanori Matsumoto— sin dudaaquello tomó por sorpresa a Mystikó.
— ¿Qué?
—Como looyes, ahora no estoy en posición de juzgarte, ahora sé que la edadno tiene absolutamente nada que ver... dices que Yutaka sólo teignoró, así que ¿Cómo saberlo? Tienen que hablar claramente,poner bien en claro todo, sus sentimientos, Mystikó, hazlo, sé quete da miedo, pero es mejor afrontarlo... eres tan fuerte y hermosa,no puedes desperdiciar tu hermosa vida por alguien que posiblementeno es tu destino.
—Nozomi...
—Si quieres seguir llorando,hazlo, yo voy a estar aquí, siempre— le sonrió con cariño,Mystikó levantó la mirada y Nozomi sonrió con más amplitud—éstaes la segunda vez que tengo el privilegio de ver tus ojos sin esoshorrorosos pupilentes. —Mystikó comenzó a llorar más,aferrándose a su amiga.
En el suelo se reflejaba la sombra deambas abrazándose, las dos estaban demasiado enfrascadas en elestado de Mystikó como para notar que la sombra de Mystikó se habíadeformado, ahora tenía dos grandes figuras sobresaliendo de laespalda de la pelinegra, figuras que no sobresalían de la espalda deMystikó físicamente.
¿Continuará?
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Kowareta
FanfictionNadie sabía... y nadie debió saberlo. Debía guardárselo para sí. Era la hermana menor de su mejor amigo. Era el mejor amigo de su hermano mayor. Había algo que ninguno de los dos sabía. Era un secreto... como su nombre.