Capitulo 12.

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  La joven continuaba mordiéndose el labio, inclinando las cejas hacia abajo y jugueteando continuamente con sus mangas. Él no soportaba verla así, tomaba las dos manos de ella entre las suyas con afán de tranquilizarla un poco pero ella de inmediato las quitaba, disculpándose con la mirada.

No soportaba aquello, no soportaba verla tan ansiosa. Tenía que hacer algo para tranquilizarlapero no concebía qué podía hacer por ella, por la persona que tanto quería.

—Nozomi...
—No... no digas nada, Taka... no podrías entender lo preocupada que estoy... Mystikó... ¿Dónde se metió? Desde hace una semana que no sabemos nada de ella, ni siquiera se ha contactado con Shima, aún con lo unidos que son... o conmigo... no quiero ni imaginarme cómo se siente... pero, independientemente de eso ¿Por qué no se contacta con nadie?
—Nozomi— intervino el mayor, cuyos cabellos rubios contrastaban con los mechones rojizos de la menor, le tomó las manos y las besó con sutileza, la joven se sonrojó ante tal acto. — tienes que calmarte, tranquilízate, tú misma dijiste que una vez tú y Mystikó se habían escapado por medio mes a Osaka sin decirle nada a nadie, y todos estaban igual de preocupados que tú en estos momentos por ambas, posiblemente Mystikó planeó algo parecido...
—No, Mystikó no es así, esa vez, en esa ocasión todo fue mi idea, completamente mi idea... Mystikó hubiera avisado al menos dónde estábamos, pero no lo hizo porque yo se lo impedí... ella ya se hubiera contactado con alguien y...— levantó la mirada, pero no vio a Takanori sino que su vista se centró en el castaño, Yutaka, quien también se veía claramente afectado por la desaparición de la pelinegra, el castaño la miró, agachó la cabeza, como disculpándose, y siguió su camino. — Él debería de saber algo...— el rubio volteó con cierta rapidez y observó a su amigo alejarse.
— ¿Te refieres a Yukkun?
—Sí... voy a intentarlo una vez más— rápidamente sacó su móvil de su bolsa, Takanori la miró con cariño, pero quería que dejara de atormentarse ella sola... Nozomi tecleó, marcó el número del móvil de Mystikó— ¿Mystikó? ¿Estás bien? —habló para el buzón de voz.

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[¿Mystikó? ¿Estás bien? Soy Nozomi ¿Dónde te metiste? Todos aquí están muy preocupados por ti... ¿Es por Yutaka? ¿Tanto te dolió su respuesta? Mystikó, si estás haciendo lo de aquella vez, al menos contesta con una llamada, aunque te limites a decir que 'sí, es por él'... Mystikó, recuerda cuando nos fugamos a Osaka, recuerda lo preocupados que estaban todos... Estamos así... ¿Adónde fuiste? ¿Por qué no te comunicas con nadie? ¡Por favor, no me tortures así! ¡No desaparezcas así como así! Te extraño tanto...]

El mensaje terminó de escucharse, alguien sonrió y cerró el móvil, dirigió su sonrisa a la joven que estaba a unos cuantos metros de distancia.

—Vaya, no pensé que fueran a insistir tanto, esa tal Nozomi debe apreciarte mucho. Ha enviado tantos mensajes y llamado tanto como tu hermanito... no son hermanos biológicos ¿Cierto? Según mis fuentes, tu familia te dejó a cargo de los Takashima, y tuviste... una, llamémosle, aventura con el mayor ¿Verdad? Ambos conscientes de que no guardaban ninguna relación real... ¿Es con él con quien perdiste tu valiosa virginidad?— los ojos purpúreos miraban al vacío, sí, los ojos purpúreos, le habían retirado los pupilentes castaños, el hombre resopló— si fueras virgen... con esos ojos y si lo fueras... la cantidad de dinero que habrían pagado por ti hubiera sido exorbitante, de verdad, tal vez con esa paga yo hubiera podido vivir cómodamente el resto de mi vida, no con muchos lujos pero sí viviría mejor que como vivo ahora...— suspiró con pesadez— tengo que informarte que no te sacaremos del país, si contactan con la policía lo más seguro es que la inteligencia piense que te sacaremos del país así que... el mismo Japón no será un objeto importante de investigación y posiblemente nos ahorremos muchos, muchos problemas— le acarició la mejilla y no hubo respuesta alguna de la joven— no seas tan antipática, al menos intenta resistirte, así no es divertido— se inclinó hacia ella, le besó lascivamente el cuello y acarició descaradamente las curvas del cuerpo joven, llevando su sucio tacto hasta la intimidad de la menor, él gimió de placer al comenzar a mover sus dedos en aquel sitio, sintió la excitación y el deseo adueñarse de él— dado que no eres virgen, no hay problema si yo también te pruebo un poco...— le susurró al oído, arrimándosele, tiró del largo cabello azabache mientras comenzaba su repugnante acto, lamiendo la piel de marfil, tocando partes que le provocaban un escalofrío a la menor, algo instintivo. Aunque su cuerpo no reflejara nada, las palabras no salieran, el hombre sabía que ella estaba repudiando el acto, imaginando que en realidad no estaba sucediendo... que ella no...

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Las semanas pasaban, ya había contacto a la policía, el caso había sido tomado por uno de los grandes sólo porque se trataba de la familia Takashima, y tal como el hombre había predicho, todos los investigadores consideraron que iban a sacar a Mystikó del país, así que se concentraron en eso, pero él no podía concentrarse en nada.

Durante las clases la constante expresión de preocupación de Nozomi lo distraía y lo hacía sentir peor. Un día, alguien llegó tarde, alguien con el cabello largo y negro, aunque ese negro no era tan espeso como el de Mystikó, pero como había sido eso lo primero que ocupó su campo de visión, tanto él como Nozomi habían pensado que se trataba de Mystikó, volviendo como si nada pasara... pero no, sólo era una estudiante, de esas que eran súper explosivas y energéticas.

El insomnio comenzó a hacer acto de presencia, no lo dejaba nunca en paz, no lo dejaban descansar... no dejaban que olvidara su respuesta a la pregunta de Mystikó, no dejaba que olvidara las lágrimas cayéndole por las mejillas.

Pero un día, al fin pudo dormir... pero no descansar...

El rostro permanecía apacible, la expresión era sería, los labios formaban una línea casi recta. Pero las lágrimas fluían, empapando las tersas mejillas, incontables lágrimas que a los ojos purpúreos les eran imposibles retener, la blanca esclerótica se había vuelto rojiza, las largas y rizadas pestañas se habían pegado unas a otras, formando pequeños grupitos triangulares debido a la humedad que incrementaba a cada segundo. La mirada estaba fija en el vacío, una mirada llena de súplica, de anhelo y de tristeza. Necesitada. Miraba al vacío como si éste pudiera hacer que él dijera la verdad acerca de sus sentimientos, tan profundos e intensos.

Y aunque los orbes violetas no lo miraban a él, recibía la mirada tan profunda y llena de sentimientos como si estuviera fija en él.

Sus ojos se abrieron desorbitados, el sudor frío cubría todo su torso, intentó controlar su respiración... sintió una cálida humedad en sus mejillas, cuando se llevó los dedos hacia aquella calidez se descubrió a sí mismo llorando abundantemente. Enredó sus dedos entre los castaños mechones de su cabello, agachó la cabeza.

—Perdóname... Mystikó... perdóname...

¿Continuará? ¡Déjenme sus comentarios!   

perdonenme si no escribir es q en primer lugar no tenia internet y en segundo lugar e tenido muchos trabajos q hacer 

gomenasai!!!!

KowaretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora