Está triste. Ha estado triste desde que todo eso pasó, desde que yo ya no estoy con él. Le veo sonreír, pero es una sonrisa débil, lo hace meramente por cortesía. Su mirada está apagada, hace todo mecánicamente.
Me duele verlo así, y cuando empieza a llorar es aún peor, evito verlo, deshago la visión de inmediato.
El Cielo, el Paraíso. Qué absurdo, para mí esto es el infierno. Me siento enjaulada, atada a algo que simplemente no va conmigo, sola, tal vez es porque así es como estoy, los grilletes en mis muñecas y tobillos pesan demasiado, no me refiero a un peso físico sino emocional, el no poder acercarme, el ver cómo otros bajan y conviven con los humanos me irrita, me siento desesperada, no puedo hacer nada.
Aquí hay algo así como las pantallas que nos mostraban en las películas futuristas, son un tanto diferentes, los bordes no están limitados sino que son borrosos, como vapor. Yo la uso muchísimo, siempre estoy observándolo, viendo cómo continua su vida de manera tan escasa. Su madre lo visita más a menudo y durante esos días su ánimo mejora un poco, Chihiro también le visita, con ella se rompe, porque me ve a mí en ella, aunque nunca lo haya dicho yo sé que así es. Sólo necesito querer verlo para que esa pantalla aparezca frente a mí con su imagen.
También puedo visualizarlo en mis pensamientos, imaginármelo caminando hasta mí pero justo en el momento en que nuestras manos se van a tocar, duele, un dolor punzante que hace que despierte y me dé cuenta de lo sola que estoy. De lo desgraciada que soy. Esta no es vida para mí.
Las alas las mantengo siempre plegadas, no las he usado una sola vez y no pienso hacerlo mientras tenga conmigo estos grilletes. Ya me he acostumbrado a las miradas burlonas y curiosas de los demás alados, burlonas porque según ellos es un desperdicio de energías y tiempo ir y venir caminando siempre, curiosas porque quieren saber mis razones. Estoy rodeada de criaturas hermosas andróginas con majestuosas alas. Pero no me siento asombrada en lo más mínimo.
Ahora mismo camino sin un destino exacto, dejo que mis pies descalzos simplemente avancen por el piso inmaculadamente blanco. Los grilletes emiten su tintineo metálico a medida que doy un paso seguido de otro, escucho voces, voces conocidas, comienzo a caminar más despacio pero con pasos más grandes, los grilletes dejan de hacer ruido alguno. Las voces vienen de uno de los grandes salones abiertos, rodeados de pantallas con bordes borrosos, donde se proyectan imágenes desconocidas, multitudes, parejas, lugares, montañas, ríos, en su gran parte son paisajes silvestres.
— ¿Cómo está? —reconozco la voz, las dos figuras están de espaldas, pero reconozco el cabello azabache de Yuu.
—Como se podría esperar —no sé de quién es esa voz, pero el sujeto tiene el cabello rubio platinado y su voz es suave y etérea.
— ¿Está disfrutando de esta vida? —el sujeto rubio niega con la cabeza. — ¿Por qué si ya habían desistido de traerla, de repente todo esto pasó?
—No fue nuestra culpa, alguien de aquí le proporcionó a Reita una copia de la vida de Mystikó, los registros terminaban con el símbolo de infinito.
— ¿Eso qué quiere decir?
—Que al fin iba a ser feliz, que al fin había superado todos los obstáculos que el destino le tenía preparados, o que esto era inminente, de cualquier forma, Reita, al leer eso, iba a tomar medidas en el asunto, como todo demonio, no la dejaría ser feliz —dice el ángel.
—Entonces... si no fuera por Reita...
—Mystikó estaría feliz con Yutaka, creo que a partir de que tú le aclaraste lo que pasó aquella noche, todo iba a ser amor y felicidad para ellos dos —anuncia el rubio, me llevo las manos a la boca para no emitir ningún sonido.
—Quisiera verla. —declara Yuu.
—Me temo que eso es imposible, Yuu, aunque tal vez quisieras saber algo que descubrí cuando llegó aquí —eso llama mi atención.
— ¿Qué cosa? —pregunta Yuu, se lo agradezco.
—Mystikó estaba encinta —tengo que reprimir un respingo, me llevo una mano al vientre. Un largo silencio.
— ¿Y qué pasó?
—Cuando absorbió la sangre de Reita del cuerpo humano de Yutaka... el bebé murió —la vista se me nubla, siento el llanto en la garganta.
— ¿Murió? —Es mi voz, no puedo controlar mi cuerpo, me muevo antes de pensar en las consecuencias, intento acercarme pero los grilletes tiran de mí, ni siquiera puedo acercarme a mi propio hermano, ambos se giran con rapidez, reconozco al rubio— Gabriel, lo que acabas de decir ¿Es verdad? —Yuu me mira con tristeza, pero yo sólo miro al ángel.
—Así es —dice al fin, las lágrimas se escurren por mis mejillas.
—Yo iba a tener un hijo de Yutaka... —me dejo caer de rodillas, Yuu se me acerca, los grilletes tiran de mí hacia atrás, no tengo fuerzas para intentar resistirme. — Me arrebataron eso también ¿Qué hice yo para merecer esto? —jamás me había planteado esa pregunta en voz alta. — ¿Qué hice? —grito y lloro con fuerza. No puedo creerlo, me abrazo el vientre fuertemente, resulta tan doloroso escuchar sus palabras que por un momento anhelo no estar allí, anhelo desaparecer, no haber ido en busca de esas voces que me parecían conocidas. Escucho que Gabriel dice algo, pero no lo entiendo. Me remuevo en el suelo como un animal buscando deshacerse de un dolor inmenso, me revuelvo como un gato salvaje, miro por última vez a Yuu quien tiene una expresión que refleja pura impotencia— ¡Debieron dejarme morir junto con Zazu y Papá! —Grito, él abre los ojos como platos, Gabriel me carga, asomo la cabeza por su hombro— ¡Debieron dejar que cualquiera de estos malditos me llevara consigo! —Veo sus rasgos cada vez más lejanos, veo sus lágrimas, Gabriel gira en el pasillo y ya no veo a Yuu, pero sigo gritando— ¡Debieron matarme! ¡Debieron haber dejado que muriera aquella vez en el hospital! ¡Debía haber muerto! ¡Prefiero morir a seguir en este sitio! ¡No quiero vivir si no soy libre de decidir! —Gabriel despliega sus alas y comienza a volar hasta la torre blanca, casi todo aquí es blanco, donde me asignaron una habitación, me deja caer en la cama, intento levantarme pero él me sostiene de los brazos.
—Escucha, Mystikó —comienza a decir.
— ¡Suéltame! ¡Mátame de una vez! —escucho mi propia voz ahogada en el llanto.
—No puedo hacer eso, cálmate.
— ¡Estás loco si quieres que me calme! —gruño, pero me siento débil, increíblemente débil.
—No debiste haber escuchado eso, Mystikó, tenía la esperanza de que pronto te resignaras y...
— ¡Nunca! ¡Jamás aceptaré esta maldita realidad!
—No digas esa palabra. —su voz serena sólo logra irritarme más.
— ¡Maldita sea!
—Basta.
Continúo gritando, siento como mi cuerpo se vuelve pesado, siento la garganta irritada y las alas me resultan molestas, Gabriel se retira unos momentos pero vuelve con un recipiente curvo lleno con lo que parece agua.
—Bebe esto. —sin poder protestar él lo vierte en mi boca, no tardo en sentir los parpados como plomo. — Sé que esto resulta muy difícil, Mystikó, yo también lloré cuando noté tu pérdida, pero está claro que mi dolor no se compara con lo que tú estás sintiendo, con el dolor que sentirás de ahora en adelante. —comienzo a escuchar su suave voz más lejos. — Espero que algún día vuelvas a sonreír, tu sonrisa es preciosa.
— ¿Cómo sabes eso? —mi voz es débil, comienzo a pensar que lo que bebí no era agua, Gabriel baja la mirada— Que yo recuerde, no he sonreído desde que llegué aquí ¿Cómo sabes si mi sonrisa es linda o no?
—Porque era tu guardián, te protegía. —sonrío con sorna.
—Debería de demandarte por incumplimiento de labores —noto su expresión dolida. Un peso cae sobre mí, siento cada miembro de mi cuerpo como un gran pedazo de plomo, estoy a nada de quedarme dormida.
—Tú aún puedes elegir, Mystikó, estos grilletes significan nada, las Alysída significan nada, tú aún puedes ser libre, aún puedes deshacerte de tu jaula. —le escucho decir con lejanía, luego, todo se vuelve oscuro.
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Kowareta
FanfictionNadie sabía... y nadie debió saberlo. Debía guardárselo para sí. Era la hermana menor de su mejor amigo. Era el mejor amigo de su hermano mayor. Había algo que ninguno de los dos sabía. Era un secreto... como su nombre.