—Nos vemos mañana, Señorita Himitsu. —el joven le besó la mejilla. La pelinegra se limitó a sonreír. Él se alejó, la miró a los ojos por unos segundos, volvió a acercarse y la besó delicadamente en los labios. Mystikó cerró los ojos como si eso hiciera que aquel contacto acabara más rápido, sintió los labios ajenos separarse de los propios y se sintió aliviada.
—Sí, nos vemos, Adam. —el rubio cobrizo le sonrió feliz, se alejó con pasos rápidos y emocionados hacia la puerta, en cuanto cruzó la misma y la cerró, Mystikó se llevó los dedos a la boca, frunciendo el entre cejo con tristeza. Se recargó en la pared y se dejó deslizar por ella. — No puedo... es imposible, completamente imposible... —sollozó leve, cuando sintió la calidez de sus lágrimas deslizarse por sus mejillas se mordió el labio inferior, se levantó de un tirón y se dirigió hacia una pequeña mesa redonda donde reposaba una jarra de cristal llena de agua, tomó el vaso que estaba a un lado y se sirvió, sin embargo, cuando lo tomó dejó caer el mismo, quebrando el cristal. Las lágrimas seguían fluyendo y eso sólo la enfado más. — ¿Cuánto más? ¿Cuánto más voy a llorar? ¡Joder! —golpeó la madera, tirando la mesa con todo lo que ésta contenía, hubo más cristales rotos, algunos trozos que alcanzaron las piernas desnudas (la pelinegra llevaba puesto un short de mezclilla).Supuso que fue tal el estruendo de la mesa al caerse, de los recipientes al romperse, que el mismo llegó hasta fuera de la habitación. Grande fue su sorpresa cuando la puerta se abrió de golpe y la silueta del pelinegro apareció casi por arte de magia.
— ¿Qué... no se suponía que llegabas mañana? —preguntó la joven, mirando con suma extrañeza al mayor.
— ¿Qué pasa aquí? Vi a Adam salir del edificio hace unos minutos... ¿Pasó algo entre ustedes?
—No.
— ¿Pelearon?
—Ojalá hubiera sido eso. Conseguir que Adam se enfade resulta más difícil que controlarte a ti cuando te emborrachas.
— ¿Entonces, qué pasó? —el morocho miró la habitación, contempló el desastre en el suelo.
—Me besó. —se limitó a decir, el mayor resopló.
— ¿Sólo eso? Pensé que era algo más grave.
— ¿Sólo eso? ¡Sólo eso! —la menor caminó hacia el mayor.
—Cuidado con los cristales rotos. —la joven se puso en frente de él.
— ¿Sólo eso? ¡Claro, sólo es un beso! ¿Qué más da? —sonrió con sorna.
—Dime qué es lo que tanto te molesta de eso.
—Sólo es un beso, un beso que no deseo, un beso que no me provoca nada, que no me emociona, que me resulta vacío e insignificante.
—Mystikó.
—Eso es lo que me molesta. Que un beso de Adam no signifique nada para mí, cuando debería significarlo todo ¡Todo! —exclamó, irritada.
—Mystikó. —la joven lo ignoró. Se dio media vuelta y volvió a sentarse en la cama. —No tienes por qué obligarte a sentir algo por Adam, o por cualquier otra persona.
—Pero tengo que olvidar estos sentimientos... olvidar esos recuerdos... tengo que olvidarlo a él... seguramente él ya lo ha hecho, seguramente ha continuado su camino sin mí y yo...
—Mystikó, en realidad Yutaka--
—Silencio, te lo dije aquella vez, no quiero saber nada de él, porque entre más sepa, más anhelaré regresar, porque entre más sepa... más querré volver a su lado."El olvido no existe, es una ilusión.
Es imposible eliminar el dolor cuando ya se han abierto las heridas."
[—William Osorio Nicolas.]El morocho se acercó, se sentó a un costado de la joven y la estrechó entre sus brazos, cerró los ojos sintiendo la calidez del frágil cuerpo, sintiendo los temblores.
"Ella necesitaba un abrazo a ojos cerrados.
De esos en los que uno se aferra al otro, y a la vida. De esos que convierten sus brazos en hogar, fuego y azúcar." [— Mind of Brando.]—Mystikó —dijo, sintió las manos de la menor aferrarse a su camisa, suspiró— Tenía pensado decirte algo, pero creo que tendrá que esperar para mañana.
—No. —la menor se separó y lo vio, con los ojos cristalinos pero sin dejar caer una sola lágrima— Lo que sea, dímelo de una vez.
—No creo que sea prudente.
—Yuu, por favor, no es como que algo pueda ser realmente malo después de todo lo que hemos pasado...
—Realmente no creo que...
—Habla de una vez. —se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación, evitando el lugar donde estaban los cristales rotos. El morocho suspiró, se levantó, abrió la puerta y del mueble metálico que había afuera tomó un sobre, al regresar se lo entregó a la menor.
— ¿Qué es? —lo tomó, abrió el sobre y antes de que sacara lo que este último contenía el mayor habló.
—El testamento de los Takashima. —la menor se paralizó, lo miró con expectación y luego volvió su mirada al sobre, se apresuró a sacar el documento.
— ¿Testamento? ¿Por qué? ¿Acaso ellos...?
—No, no han muerto, por lo que Kouyou me explicó, quieren retirarse completamente de los negocios haciendo que sus respectivos herederos se hagan cargo de sus bienes.
—Pero, yo no soy su hija biológica, no tienen por qué...
—Lo sé —suspiró. — Yo también quisiera saber la razón, pero estás incluida en el testamento, y lo que te dejan es bastante sorprendente, léelo.
—Seguro que tú ya lo leíste, cuéntame. —el morocho volvió a suspirar, se llevó una mano a la cabeza y se echó el cabello hacia atrás.
—El porcentaje de lo que te dejan, es mayor que lo les dejaron a Kizumi y a Masaki juntas. —la menor abrió los ojos de la sorpresa, casi dejó caer el sobre y las páginas— Debieron apreciarte mucho para hacer tal cosa.
—Espera, espera... ¿Hablas en serio? ¿Cómo?
—Por obvias razones, quien tiene la mayor parte es Kouyou, con un 45 % de los bienes, Masaki, con 15 %, Kizumi con 10 % y tú... en serio debieron quererte mucho, con un 30 % de los bienes. —la pelinegra casi se deja caer en el suelo.
—Vaya... eso debió enfadarlas mucho. —el mayor rió con fuerza.
—Sí, no me imagino con lo que tuvo que lidiar Kouyou.
—En cualquier caso, ¿Eso era lo que no me querías decir? —la sonrisa desapareció de los labios del de los ojos grises.
—No.
— ¿Qué era, entonces?
—Todos tienen que comenzar a hacerse cargo de lo que les corresponde, tienen que reportarse y-- —la menor cerró los ojos con fuerza.
— ¡No! Por favor, dime que no vas a decirme lo que me imagino...
—Mystikó, sí, es lo que te imaginas, tienes que volver a Japón, y pronto. —aclaró el pelinegro, Mystikó se acercó a la ventana y miró el paisaje que se extendía frente a ella.
—Volver a Japón ¿Eh? —sonrió sin muchas ganas.
—Sí, volver a Japón..
.
.El rubio tomó una pluma cuando terminó de leer lo escrito en las páginas que sostenían sus manos, firmó donde se le indicaba, le sonrió a la persona que estaba en frente de él, expectante, y le entregó las páginas adjuntas.
—Será un placer hacer ese dúo, admiro mucho a esa artista. —dijo, mientras se levantaba de su asiento, la persona de traje le imitó.
—Estamos seguros que será un éxito total dicho dúo, la misma Himitsu lo seleccionó a usted para esta colaboración. —estrecharon manos.
—Pero ¿Tengo que viajar, cierto?
—Oh, no, tengo entendido que pronto va a arribar en Japón, así que los más probable es que aquí mismo se realicen las grabaciones. —aclaró la persona.
—Genial, entonces no tendré que cancelar nada en mi agenda.
—Por supuesto que no, una cosa más —añadió el de traje— por favor, no comente con nadie que se hará este trabajo, tenemos que limitar esta información sólo con los relacionados, no comente con nadie de la llegada de Himitsu si no...
—Entiendo, sé cómo es de reservada esta artista, no hay problema con ello —se sonrieron una vez más y la persona trajeada salió de la estancia, Takanori volvió a tumbarse en su cómodo sillón burdeos. — Así que va a venir a Japón pronto... me pregunto ¿Sabrá de esto Yutaka? —echó su cabeza hacia atrás, Nozomi salió de la cocina y se le acercó al rubio.
—Así que... Mystikó está de vuelta ¿No?
—Así es. —la linda sonrisa de la pelirroja no tardó en surcar el rostro de la misma, comenzó a dar pequeños brinquitos.
— ¡Qué pasada!.
.
.Su corazón latía con fuerza, respiró profundamente mientras sostenía su maleta y bolso con una mano, sintió una presión cálida en su mano izquierda y volteó a ver al rubio cobrizo, quien le sonreía con cariño.
—Para serte sincero —intentó poner toda su atención en lo que Adam decía— nunca había estado en Japón, tengo grandes expectativas de este país. —Mystikó sonrió.
—Verás que no te arrepentirás ni un poco. —el rubio ensanchó más su sonrisa.
—Por supuesto, si tú, querida, estás a mi lado ¿Qué malo podría pasar? —Mystikó no atinó a hacer otra cosa que no fuera sonreírle con cierta timidez.
—Qué cosas dices, Adam. —el morocho se acercó a ellos, sonriéndoles a ambos.
— ¿Vamos? —la menor respiró profundo de nuevo.
—Sí, vamos.Comenzaron a caminar juntos hacia la salida del puerto aéreo; Adam con esa energía que le caracterizaba, sonriéndole a todos los que lo miraban con asombro al reconocerlo, Mystikó más que nerviosa y con el corazón golpeándole fuertemente el pecho, y Yuu, observando a la pareja, intrigado de cómo resultarían las cosas.
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Kowareta
FanfictionNadie sabía... y nadie debió saberlo. Debía guardárselo para sí. Era la hermana menor de su mejor amigo. Era el mejor amigo de su hermano mayor. Había algo que ninguno de los dos sabía. Era un secreto... como su nombre.