capitulo 21.

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  Salió del estudio de Shima, con las manos entrelazadas en la nuca, recargando el peso de su cabeza en ellas. Suspiró con alivio, extrañamente no dejaba de sentir cierta tensión entre su amigo y el pelinegro, aunque estos estuvieran bromeando muy sarcásticamente entre ellos, había algo muy misterioso en el recién llegado, algo que no dejaba de intrigarlo, pero no sentía que ese 'algo' fuera malo.

Sus labios se curvearon hacia arriba dibujando una linda sonrisa en su rostro cuando vio a la menor girarse en la entrada, acababa de llegar del almuerzo con Nozomi, la joven también sonrió, radiante, y sin pudor alguno se abalanzó hacia el castaño, besándolo en los labios, él quería corresponder, pero la apartó con rapidez, el miedo invadiéndole poco a poco.

— ¿Qué pasa? —le reprochó la pelinegra.
—Podrían vernos.
— ¿Está Shima, Kizumi y Masaki en casa?
—Sí, todos están aquí —afirmó el mayor, Mystikó hizo un puchero con los labios. El castaño no pudo evitar acariciarle la mejilla. Joder, se estaba comportando como un tonto enamorado. Mystikó le tomó de la mano, y besó los rígidos nudillos.

La puerta del estudio se abrió y tras las escaleras apareció el pelinegro, sonriendo con esos carnosos labios, la mirada grisácea de él se encontró con la mirada purpurea de Mystikó, notó cómo el cuerpo de la joven se tensaba por unos instantes, sus ojos se abrieron de par a par, sintió como la menor soltaba su mano y corría hacia Shiroyama, con emoción, aquella acción le dolió, un dolor que no era físico.

— ¡Mi pequeña! —estrechó a la menor entre sus brazos con fuerza, mientras Mystikó le besaba la mejilla, muy cariñosa.
— ¡Dios, cuándo fue que llegaste! ¿Por qué no avisaste? —preguntó la pelinegra. Allí Yutaka se percató de algo, el negro del cabello de ambos era el mismo, profundo y resplandeciente.
—Era una sorpresa, el único que sabía era Kouyou, hoy llegué así que no te has perdido de mucho —sostuvo Mystikó de la cintura y la elevó, tal cual él mismo había hecho en la mañana, mordió el interior de su mejilla. Cuando Mystikó volvió a estar sobre el suelo, de inmediato se volvió hacia el castaño, sonriendo resplandeciente.
—Yutaka, te presento a--
—Sé quién es, Shima ya nos ha presentado —la menor no pareció percatarse del tono cortante que utilizó y si lo hizo, no dio señal de ello.
—Bueno... Yuu es una persona muy especial para mí, aunque sólo lo he visto contadas veces, le tengo un muy profundo afecto ¿Cierto?
—Por algo eres mi pequeña ¿Cierto? —Mystikó asintió instantáneamente. — bueno, tengo que retirarme, Ruki me espera.
— ¿Ruki? ¡Ah! Es verdad que así es como llaman al profesor Matsumoto en el mundo artístico, anda, ve, pero visítame en cuanto puedas —el pelinegro le besó la frente, Yutaka quería apartarlo, lo más lejos posible, no soportaba que alguien que no tenía ningún parentesco con la menor estuviera tan cerca de la misma.
—Es una promesa —Aoi se giró hacia Yutaka y observó con atención al castaño, sonrió para sus adentros como si se diera cuenta de algo—Nos vemos, Yutaka. —salió de la vivienda, con elegancia y ese aire arrogante que lo rodeaba, y esa aura tan extraña y pura.

Sintió la calidez de la menor de nuevo en su mano, los dedos de marfil habían vuelto a sostener su mano.

—Creo que yo también debería irme —dijo, la pelinegra pareció decepcionada, y una vez más, sin importarle nada, volvió a posar sus labios sobre los del mayor, lo abrazó y le susurró.
—Te amo, Yutaka, muchísimo —sintió alivio al escuchar aquello.
—Y yo a ti, no tienes una idea de cuánto.

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Observó a Mystikó y a Yutaka separarse, al castaño atravesar la puerta de entrada y a la menor sacudir la mano derecha despidiéndose. Sintió el dolor que provocaba tener la mandíbula tan apretada, sintió también el filo de sus cortas uñas enterrarse en las palmas de sus manos.

Así que aquella escena que había visto en el hospital y de la cual Aoi había hecho que se olvidara, había sido real y no sólo su imaginación como creía. Maldita sea, Yutaka...

Escuchó un ruido en el segundo piso, alzó la mirada y vio a Kizumi apartarse del barandal bronce, alcanzó a ver la expresión confundida y horrorizada de su hermana. La castaña corrió hacia la habitación de Masaki, bueno, se imaginaba qué se avecinaba con eso. La envidia que Kizumi y Masaki sentían hacia Mystikó era lo suficientemente grande como para que ellas se encargaran de hacer que esa relación se destruyera, él le dejaría el trabajo sucio a esas dos, se limitaría a ser espectador y a hacer lo propio.

Si bien, no compartía ningún parentesco real con la menor, pero tampoco era como que no le importara, la quería, pero no era el tipo de cariño que todos creían que sentía por la pelinegra, era algo más... fuerte. La quería, y porque sabía que en realidad no eran hermanos, ni siquiera medios hermanos, no sentía ningún remordimiento por aquello. Pero era posesivo, oh, si las personas se enteraran de cuán posesivo podía llegar a ser...

Ya había poseído a la menor en alguna ocasión, y había sido rechazado una segunda vez por la menor... pero la consideraba suya. Y no estaba dispuesto a que nadie más la tocara como él lo había hecho.

Kizumi y Masaki, quién diría que esas dos serían una bendición en esos momentos.

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El flash de una cámara captó una escena muy específica, con la cual Masaki podría destruir todo por lo que el mayor y la menor habían sufrido tanto.

—Qué linda, lástima que vaya a ser usada para un fin tan... —dijo mirando la fotografía la cual mostraba a Yutaka abrazando a Mystikó por la cintura y ella rodeándole el cuello con los brazos, unidos en un cariñoso beso.

No, la pareja no había sido descuidada, de hecho había sido más que eso, estaban en un lugar donde nadie podía verlos, nadie que conocieran o que los conociera a ellos, pero la castaña se había dado a la tarea de seguirlos, no había dado crédito a lo que Kizumi le había contado, pero era cierto que la curiosidad era más fuerte que ella, y hela allí, a punto de sabotear tan hermosa relación, tan profundo amor.

Cuán frustrada debe de estar con la vida alguien como ella para querer arruinarle la vida a personas que simplemente jamás le hicieron daño, cuán miserable debe de ser para tener que hacer esa clase de cosas para poder sentirse mejor consigo misma.

Masaki... qué desafortunada mujer.   




les quería informar que voy a publicar 2 nueva historia "Amor ó....¿Decepción?" y "juegos de seduccion" 

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