Sintió como si le arrebataran algo cuando dejó de sentir el cuerpo del mayor sobre el suyo cuando el mismo se separó, para buscar la salida más cercana y cuando la encontró tomó a la joven de la muñeca pero luego cambió de opinión y la atrajo hacía sí posando su mano en la cintura de la pelinegra, sintiendo el calor ajeno y la levemente acelerada respiración.
Salieron del bar y comenzaron a caminar hacia la camioneta del más grande, una camioneta plateada con vidrios polarizados. El mayor se obligó a sí mismo soltar a la joven, mientras él se dirigía a la puerta del conductor y Mystikó al asiento del copiloto. Apenas estuvieran ambos adentro sus cuerpos volvieron a estar en contacto. La menor no se quedó en el asiento que le correspondía sino que se movió con rapidez colocándose sobre las piernas de Yutaka, pegándose al mismo con necesidad, mientras sentía como las manos del mayor comenzaban a pasearse por su espalda y piernas con caricias ciertamente un poco bruscas pero placenteras mientras sus labios saboreaban el cuello de Mystikó, besando, lamiendo y mordiendo la piel que le era ofrecida.
Inclinó su cabeza hacia un lado para dejarle más espacio al castaño en el que pudiera posar sus labios, sus manos buscaron los cabellos del mayor tirando con necesidad de ellos, dejó que su voz comenzara a salir, jadeando y gimiendo suavemente, indicándole al más grande que estaba haciéndolo bien. Movió su rostro y tirando del cabello ajeno hizo que Yutaka levantara el suyo, las miradas llenas de deseo se cruzaron, la temperatura de su piel aumento más al contemplar la marcada excitación en el rostro del otro, se miraron un par de segundos y luego hicieron que sus labios se encontraran en un profundo beso, en el que la lengua del otro no tardo en hacerse presente, con necesidad, con deseo, con excitación. Ella misma comenzó a moverse de adelante hacia atrás, con lentitud, sintiendo la erección del Yutaka rozar con su intimidad, haciendo que ese tacto le provocara gemir tanto a ella como al castaño. Tomó la cintura de Mystikó haciendo más presión en los movimientos que ella hacía, gimiendo, dejando salir tenues sonidos guturales y excitándose más con la excitada voz de la pelinegra.
Sin querer separarse del otro, a regañadientes dejó a la menor sobre el asiento del copiloto, aún con la respiración agitada, el mayor arrancó el automóvil y comenzó una ruta hacia algún albergue donde pudieran... bueno, no era necesario decirlo.
El mejor lugar que conocía no estaba demasiado lejos pero el trayecto se le hizo una tremenda tortura. Maldito alcohol, hacia que se dejara llevar por sus estúpidos impulsos... maldito alcohol, estaba haciendo que aquel deseo que mantuvo en secreto durante dos años se hiciera realidad... Maldito alcohol, estaba haciendo que se perdiera en la infinita belleza y sensualidad de la que era dueña Mystikó.
¡Joder, no recordaba que el camino fuese tan largo!
Estacionó la camioneta en el lugar que le asignaron al entrar en el lujoso albergue, ambos bajaron y el no desistió de sostener a la joven por la cintura, ella llevó su mano hacia la espalda de él, una caricia que hizo que una corriente eléctrica de extendiera por la espina dorsal del mayor.
Entraron impacientes al cuarto del que les dieron llave, el cuarto No. 13... que curioso, esos eran exactamente los años que los separaba. En la entrada del mismo ambos se despojaron de su calzado, el mayor de los relucientes zapatos y las medias y la joven de las zapatillas con un tacón no demasiado alto. Rodeó el cuello del mayor con ambos brazos atrayéndolo hacia ella y besándolo profundamente, el castaño rodeó la cintura de la menor pegándola a su cuerpo y profundizando más el contacto que la pelinegra había comenzado, comenzaron a caminar hacia atrás hasta que sus piernas chocaron contra el borde de la cama cayendo sobre la misma, Yutaka sobre Mystikó.
Llevó sus manos a la camisa del mayor y comenzó a desabrocharla, acariciando el fuerte torso, dejando leves marcas de rasguños en la espalda al sentir como el castaño mordía su cuello y llevaba sus manos hacia la blusa, alzándola y rozando torturantemente su sujetador. Despojó al mayor de la camisa dejándola caer en algún lugar del suelo y beso cuanto le permitía el más grande, el hombro masculino, el cuello y el lóbulo de la oreja ajena fueron probados por los finos labios de una chica de 17 años.
ESTÁS LEYENDO
Kowareta
FanfictionNadie sabía... y nadie debió saberlo. Debía guardárselo para sí. Era la hermana menor de su mejor amigo. Era el mejor amigo de su hermano mayor. Había algo que ninguno de los dos sabía. Era un secreto... como su nombre.