Capitulo 44.

17 2 0
                                    


  El pelinegro caminó con rapidez hacia la oficina del ojimiel, estaba nervioso y las manos le temblaban ligeramente, no advirtió a la secretaria, abrió la puerta de cristal esmerilado y la cerró con seguro detrás de sí. Cuando miró hacia el escritorio encontró al castaño sentado en si silla giratoria, mirándolo con extrañeza, caminó hacia él y puso las manos sobre el escritorio.

—Está aquí, Kou —dijo, sin rodeos ni previas explicaciones.
— ¿De quién hablas? —preguntó el castaño, inclinándose hacia él.
—Reita, está aquí. —la expresión de terror que apareció en el rostro del ojimiel fue impresionante.
— ¿Cómo es que te asustas más que yo? Siendo tú lo que él es, también.
—Seré eso, pero no de la forma en la que lo es él, yo no soy malvado, al menos no como él.
—Bueno, en eso tienes razón...
— ¿Qué vamos... no, qué van a hacer?
— ¿Por qué hablas así?
—Porque eso sólo les concierne a ustedes, a ti y a Chihiro, yo no tengo nada que ver.
—Ah ¿No?
—No. —el morocho sonrió.
—Vale, como digas. —hizo ademán de incorporarse.
—Hey, Yuu. —el morocho lo observó una vez más.
— ¿Qué? —el más alto lo tomó del cuello de la camisa y lo jaló hacia sí, besando los carnosos labios del morocho, al principio este último quiso apartarse pero luego puso una mano en la nuca del castaño, atrayéndolo más hacia sí. — Por dios... —el ojimiel rió por lo bajo. — No puedo creer que me haya enamorado de ti.
—Y que lo digas —volvió a recargarse en el respaldo de su silla, el pelinegro rodeó el escritorio, giró la silla, puso una pierna entre las del castaño, le levantó la barbilla con cierta brusquedad y volvieron a besarse.
—Dime que me pusiste alguna clase de maldición. —Shima rió.
— ¿Por qué? —le preguntó, sonriéndole divertido.
—Porque no hay forma en que... —le besó el cuello con deseo— no pueda odiarte después de lo que hiciste... —le besó la clavícula, mordiéndolo levemente, escuchó gemir suavemente al castaño— y que siga deseándote de la forma enloquecedora en que te deseo, Kou, sin que esté maldito. —el más alto se mordió el labio inferior al sentir las frías manos del pelinegro tocar su piel.
— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames así?
—Kou... —volvió a decir, el castaño le tomó de los largos cabellos negros, le levantó el rostro y lo besó con fiereza.
—Basta.
—No quiero. —hizo una especie de puchero.

Y así, hundidos en su propio infierno, se olvidaron del infierno que traería consigo el rubio, él pasó a segundo plano.

.
.
.

Las risas llenaban el lugar, originadas desde la cocina, la madre de Yutaka abrió la puerta y de inmediato los escuchó reír, llegaba del minisúper, caminó hasta la cocina y se quedó viendo sorprendida lo que sus ojos veían: Mystikó y Yutaka llenos de harina.

—Vaya, pero ¿Qué pasó aquí? —rió levemente. Yutaka le sonrió.
—Una pequeña pelea, eso es todo.
—Pequeña, cómo no —añadió la pelinegra.
—Los dejé haciendo la masa para las galletas y terminaron ¿Echándose la harina encima? ¿En serio? ¿Qué edad tienen? ¿15?
—Oh, vamos, mamá, no nos regañes —se le acercó con los brazos abiertos.
—Ni se te ocurra, Yutaka, no me to-- —ya era demasiado tarde, el castaño le había embarrado el rostro del polvo que tenía en las manos, Mystikó y él soltaron una sonora carcajada— Pareces un niño, de verdad —se acercó al recipiente casi vació, tomó un puñado de harina y se la aventó a su hijo.
— ¡Ja! ¡Mira quién lo dice! —volvió la pelea de harina, todos contra todos, inundados en una ambiente familiar conocido para el mayor, pero nuevo para la pelinegra, quien en el fondo, agradecía poder vivir todo aquello.

Las galletas se estaban horneando y su exquisito aroma se había propagado por el departamento, la madre del mayor había terminado agotada y se había ido a la cama temprano, la menor terminaba de ducharse mientras el castaño preparaba algo de café. Mystikó se secó el cabello, el mayor entró a la habitación con dos tazas de café caliente, dejó una frente a Mystikó y le dio un tierno beso en la frente, se separó y sorbió un poco del suyo.

KowaretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora