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— Key, mira esto. — habló al fin. Me acerqué a ver el papel que tenía en sus manos.

Estiré la mía y el lo puso encima. Estaba arrugadísimo.

Lo estiré lo más que pude e intenté descifrar lo que decía, la verdad no era una letra muy clara.

El papel estaba escrito con dos colores distintos, que se intercalaban en cada párrafo; rosado, negro, rosado, negro... Partiendo por el color rosado.

- Me tiene harta, de veras.

- Vamos, ¿Es en serio? Deberías intentar conocerla.

- ¡Já! Ni en sueños, es insoportable y cree que puede venir y quedarse con todos mis amigos.

- Así que ¿los amigos se pueden quitar y regalar como si fueran goma de mascar?

- Vamos, Harry. Entiendes lo que quiero decir.

- En realidad, no estoy de acuerdo contigo.

- ¿Qué? ¿Por qué no? ¿Acaso tú no crees que desde que ella llegó aquí, Toffee ya no está conmigo?

- Claro que no es por eso, [...] es una muy buena persona y lo último que piensa hacer es quitarte a tus "amigas", en serio tú no le importas, no piensa en ti ni una sola vez en el día. No como tú, que pierdes cada minuto de tu tiempo pensando en cuánto la odias y cómo arruinar su vida.

- Supongo que tú también eres uno de los amigos que alguna vez tuve y que ella se llevó, jamás lo entenderías.

- jaja, Megan por favor, yo jamás he sido tu amigo, con suerte me saludabas el año pasado y ahora sólo quieres hacer algo para sabotear a [...], pero no sabes cómo hacerlo, y en tu desesperación intentas tener amigos cercanos a ella. De verdad, no sabes cómo disimular tu necesidad de que el resto se fije en ti y de llamar más la atención que ella. Porque quieres ser mejor a toda costa y no sabes cómo lograrlo.

- Harry, me estás haciendo daño.

- no te hagas la víctima, no está funcionando y te hace ver mal.

- ya basta, tu no tienes idea de nada, y sea como sea voy a recuperar a mis amigos, y tu no serás parte de ellos.

- por suerte, no lo seré.

Cada vez que parecía estar escrito el nombre de la persona de quién hablaban, había una mancha echa con lápiz. No es que yo me crea el centro del mundo, pero realmente creo que hablaban de mí.

Encima de todo el diálogo había una firma del profesor de física y en letras grandes decía "Requisado" al lado de la fecha de ayer.

— ¿De quién crees que hablaban? — Niall puso los ojos en blanco y volvió a mirarme.

— De ti, Key. Está más que claro. — me sentí un poco tonta. Pero, ¿Por qué Harry no me lo dijo? En realidad somos muy cercanos.

— Wow. — fue todo mi comentario, seguido de un suspiro.

De un segundo a otro sentí que el piso se movía bajo mis pies y mis ojos comenzaron a cerrarse, por mucho que tratara de mantenerlos abiertos.

— Keyra, ¿Te sientes bien? — preguntó Niall, frunciendo el ceño.

— s-sí. No pasa nada. — puse mi mano sobre mis ojos, si no veía, me mareaba menos.

— Siéntate — me ordenó. Luego dijo algo más, pero no logré entenderlo.

Me dejé caer sobre la silla que puso detrás de mí y levanté mi mentón, para quedar con la vista al techo. Intenté respirar profundo, pero no fue una buena idea.

Todo se puso extraño. no podía escuchar a Niall hablar y me parecía raro que no dijera nada. Intenté abrir los ojos, tal vez ya estaba pasando, pero no.

La presión, Niall. El papel arrugado en mis manos comenzaba a humedecer. Una piel cálida se posó sobre mi otra mano, que se encontraba sobre mi frente. Mi rostro estaba congelado. La máquina fotocopiadora. Suspiré despacio. Recordé mis moretones. Mi voz intentaba salir, pero no podía. Las paredes blancas. El castigo. Mis pies en el suelo. No puedo, me quiero levantar. ¿Niall? Perdí de pronto la orientación. La puerta, ¿Dónde está? Necesito salir de la habitación. Will. Aire, aire. El papel. Respiro más rápido. Uno. Dos. No. Fue demasiado. Levántate. Siento calor. Niall. Respira. Gira. Mi pulso.

Por favor.

Keyra, despierta.

Mi mente despertó, pero mis ojos aun no lo hacían. Con un esfuerzo sobrehumano abrí mis ojos a pesar de la luz que me acosaba, me picaban y los arrugué para evitarla un poco.

Había una silueta frente a mí.

— ¿Niall? — mejor cierro mis ojos nuevamente.

— Tu novio fue a hacer una llamada, pequeña. Ya viene. — En una situación corriente hubiese reído y lo habría negado, pero mi cerebro no estaba funcionando muy rápido y cuando entendí de qué hablaba, ya era demasiado tarde como para aclarar que no era mi novio.

— ¿Llamada? — pregunté con estupidez. ¿En qué posición estoy?

Levanté mi cabeza levemente, pero no me lo permitió.

— no, no. Abajo. — Me ordenó su voz muy suave.

— Claro — dije. — abajo — Traté de acomodar mi cabeza. — ¿Quién es? — no oí respuesta alguna.

— Key, ¿Estás bien? — una voz de chico, bastante exaltada. Sentí cómo algo muy frío tocaba todo mi rostro sin paciencia.

— ¡no! — exclamé molesta. — ya, basta. — arrugué mis ojos con la poca fuerza que podía usar.


Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora