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"Salió del automóvil y cogió el ramo de flores que llevaba. La última vez que había hablado con su esposa, se habían peleado, y lo que más deseaba era retractarse y poder reparar el daño causado. No esperaba que las flores ayudaran a mejorar las cosas entre ellos, pero no se le ocurría qué más podía hacer. Asumía toda la responsabilidad de lo que había sucedido, pero sus amigos casados le habían asegurado que el sentimiento de culpa era la piedra angular de cualquier matrimonio sano."

—¿Quieres que siga? —Preguntó Toff, quitando la vista de mi libro favorito, En Nombre Del Amor. 

Yo ya llevaba una buena cantidad de páginas agonizando de sueño y luchando contra él, pero ese libro siempre lograba distraerme de los problemas y, siendo honesta, sabía que si ella dejaba de leerlo para que yo durmiera todos mis enemigos volverían a mí y no me dejarían dormir. 

El último párrafo que había leído me dejó bastante intrigada. Sí, he leído ese libro al menos unas catorce veces, pero ninguna de las trece veces anteriores me había detenido a analizar ese párrafo, pues jamás me había sentido tan identificada con él como me sentía ahora.

Sí, me sentía culpable por mi pelea con Niall, pero... ¿Asumí mi culpabilidad? Creo que no lo había hecho aún y ahora que oía el mensaje en la voz de mi hermana, me daba cuenta de que sí era mi culpa y que todo lo que me angustiaba tanto no era más que el cargo de conciencia. 

—Sí, por favor. —Toffee levantó el libro y siguió leyendo, mientras que su voz retumbaba en mi oído, pegado a su pecho. 

Al fin era fin de semana y podía pasar el tiempo con mi hermana. Definitivamente ella es la persona que logra calmarme de mis arranques de locura y depresión, además de la infinita paciencia que me ha tenido en todo este tiempo. No quiero decir que los demás no la tengan, pero con ella es diferente. Siento que ella, a pesar de no estar viviendo mi enfermedad en carne propia, de alguna manera logra entenderme.

Quizá simplemente estoy loca...

Llegó la hora del almuerzo; Papá había cocinado y corría el rumor por los pasillos de la casa -Mike, Toffee y Tiffany - de que su comida no es lo más deliciosa del mundo. 

—¡A comer, chicos! —Llamó desde el comedor y todos bajamos corriendo por als escaleras. Al fin sentía hambre. 

Nos sentamos a la mesa y observamos desde cerca el especímen que había sobre nuestros platos. 

—¿Qué es esto? —Pregunté, esperando cualquier cosa como respuesta. 

—Come y calla. —Bromeó Mike. Lo fulminé con la mirada y se largó a reír. 

—Son frijoles. —Will nos miraba con orgullo y expectativa en sus ojos. —Vamos, pruébenlo. 

—Tiffany, arriésgate por el equipo. —Propuso Toffee. 

—Vale, chicos. Está delicioso, en serio. —Sonrió Will una vez más. —Ya pruébenlo. 

Todos miramos a Tiffany, esperando a que comiera la primera cucharada. Ella nos miró con temor, tomó su cuchara y la hundió en la pasta color crema. —Aprobado. —Dijo una vez que se tragó la comida. Todos celebramos con un largo "eeeeeeh" y comprobamos que en realidad estaba muy sabroso el plato, incluso sacando aplausos de todos nosotros. Papá sólo sonreía y hacía pequeñas reverencias, mirándonos con falsa modestia. "No se molesten", decía.

Por la tarde me sentía con mejores ánimos y, viendo que la nieve de varios días se estaba tomando un descanso, tuve la grandiosa idea de ir al centro comercial y comprar  por adelantado todos los regalos de navidad que pretendía hacer. Entonces, aproveché el momento en que todos dormían la siesta de la tarde y me arreglé un poco, porque no iba a sacar a pasear la horrorosa cara que llevaba. Busqué a Jeff, que sólo descansaba y leía el periódico en la sala de la casa y le pedí que me llevase al centro, no sin decirle antes de todo que nadie podía enterarse. 

Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora