Durante el camino me pareció haber oído a Jeff hacerme un par de preguntas, pero cuando me daba cuenta ya era muy tarde para responder. Estaba nerviosa y no dejaba de imaginar todos los escenarios posibles de lo que podría suceder cuando estuviera en el instituto. Corría el riesgo de que Niall ya no quisiera hablarme bajo ningún motivo, pero ya estaba de camino, no podía retractarme y estaba segura de que podría llegar a arrepentirme muchísimo más de no haberlo intentado.
—Llegamos. —Anunció, deteniendo el auto en la entrada del campus. —¿Quieres que te espere aquí o vas a clases? Te ves bastante sana hoy, ¿eh?
Esbocé una sonrisa enorme y le di las gracias. —Esperame aquí, no creo que me tome mucho tiempo.
Me bajé del auto y caminé un poco torpe hasta el edificio B, donde mi sección estaba teniendo clase de ciencias a esa hora. Por cada paso que daba mi corazón iba un poco más rápido, mi estómago se revolvía como loco, a ratos sentía ganas de volver al auto, pero no. No podía irme, tenía que hablar con Niall y disculparme con él, jurarle que desde ahora haría las cosas más fáciles para él y para todos, quería jurarle que iba a sanarme cuanto antes, aunque eso último fuese un poco más difícil de cumplir.
Subí las escaleras para encontrarme con todos los pasillos vacíos y silenciosos. Miré la hora en mi reloj: 9:20am. En diez minutos sería el primer receso de la mañana. diez-malditos-minutos. No sabía si podría aguantar todo eso esperando.
No dejaba de mirar mi girasol, de cambiarlo de una mano a la otra a ratos para que dejaran de sudar, de toquetearle y mirarle los pétalos, el centro, el tallo, todo. ¡Que comience el receso de una vez!
Al fin sonó el timbre ensordecedor -probablemente lo único que no extrañaba del colegio- y los pasillos comenzaron a inundarse de gente. Me puse de pie con torpeza y lentitud y comencé a caminar hasta el salón de ciencias, un par de puertas más lejos de donde me encontraba. Miraba a las personas que salían y caminaban por lo pasillos, varias caras conocidas que transitaban por mi lado me sonreían o saludaban al pasar. Hasta que Niall salió de ahí, acompañado por Toffee y Louis.
Toff fue la primera en verme y, a pesar de que ni siquiera sabía que yo iría, se sonrió de inmediato y le dió un codazo a Niall. Sus labios decían "mira quién está ahí" y su dedo índice me apuntaba desde lejos. Él me miró serio; mis piernas ya no me hacían caso, no querían seguir avanzando. Y aunque había un montón de gente a mi al rededor moviéndose y haciendo ruido, sentí que todo se detuvo -tal como en las películas, que de hecho solía encontrar ridículas por esa clase de escenas-. Comenzó a caminar hacia mí, sin dejar de lado la expresión de desconcierto en su rostro.
Al fin llegó hasta mí y sólo podía pensar en decir —Perdóname.
Niall me abrazó con tanta fuerza que casi me dejaba sin aire, pero lo había logrado: una vez más me demostró que no me odiaba por mis estupideces, que quizá incluso me perdonaba. Sin dejar de abrazarme, se agachó, yo lo rodeé por el cuello con mi brazos y me besó. —Te extrañé tanto, joder. —Volvió a atraparme entre sus brazos y me acercó más a él, tomándome de la nuca con una mano.
Recordé a frase del libro que me motivó a hacer todo esto: —No espero que un girasol mejore todo, pero no se me ocurría qué más hacer.
—Con eso basta. —Respondió risueño. —Te amo.
Me besó la frente y de pronto comencé a oír algunos aplausos aplausos a nuestro al rededor, que se fueron convirtiendo en un sólo gran aplauso que llenó todo el ancho del pasillo y, claro, no podían faltar los gritos y chiflidos de todos nuestros amigos, que seguramente se habrían enterado hace días de lo que pasó entre nosotros.
—Sabía que este par no podría estar más de unos días separado. —Comentó Harry, que acababa de unirse al resto del grupo.
—Dios, qué vergüenza. —Me lamenté, hundiendo mi cara en el sweater de Niall, quien sólo comenzó a reírse de mi reacción.
El momento célebre terminó al fin, permitiéndome un relajo de toda la tensión y la vergüenza que me povocaba ese tipo de experiencias. Niall y yo nos apartamos de la multitud y caminamos de la mano hasta el lugar que de alguna forma nos unió en un principio: El banquito viejo de madera con el riachuelo que ésta vez nos encontramos por completo congelado.
Cuando ya estábamos sentados, en un principio no supe qué decir, cómo comenzar la tan necesaria conversación entre nosotros.
—¿Cómo diablos has encontrado un girasol en esta época del año? —Preguntó de pronto. Me giré sobre el asiento para apoyarme sobre mis rodillas y quedar frente él, que no dejaba de mirar la flor por todos lados y tocar sus pétalos, tal como hice yo mientras esperaba al receso.
Me reí de su curiosidad. En ese momento esperaba cualquier otra pregunta a excepción de esa. —Es su secreto. —bromeé. Él me miró por sobre su hombro, fulminándome con la mirada, pero si poder evitar sonreírse un poco.
—Tramposa. —Se quejó, bajando la mirada hasta el pasto cubierto de hielo a medio derretirse.
—Hey, en serio quiero pedirte perdón por todo. —Cambié el tema.
Niall se giró sobre el asiento también y se puso a lo indio, mirándome de frente. No me quitó los ojos de encima por varios segundos, que se me hicieron una eternidad, ¿No pensaba decir nada?
De a poco una sonrisa se fue dibujando en su rostro, hasta que salió de su trance y se miró las manos.
—No podría decir que no aunque quisiera, ¿sabes? —Volvió a mirarme directo a los ojos, luego miró a la nada y suspiró. —No sé cñomo diablos lo haces, pero en serio tengo un problema contigo. Ni siquiera recuerdo cómo vivía antes de que llegaras, porque ahora simplemente no puedo alejarme. No puedo.
Me sonreí al escucharlo hablar. Es que jamás alguien me había dicho eso antes... bueno, jamás había estado así de enamorada tampoco.
—Y perdóname también. —Frunció el ceño y negó con la cabeza, como regañándose a sí mismo. —Fui un idiota. Tenía tanta rabia que no controlé el impulso de gritarte como si fueras... —suspiró molesto. —Como si no fueras una persona con sentimientos, la chica a la que amo.... —Me miró, con sus labios apretados entre sí. —Lo siento tanto. —Susurró. —Respetaré tu decisión. Si quieres dejar el tratamiento, por mucho que me duela, no podría dejar de estar a tu lado.
—No voy a dejarlo. —Interrumpí. Se produjo un silencio entre los dos, en el que no dejamos de mirarnos a los ojos ni un segundo. No creíq ue fuera posible, pero sus ojos hoy estaban más lindos aún de lo que suelen estar; brillaban con la poca luz del día, me miraban con un azul infinito que opacaba todo a su al rededor. Mierda, cómo lo amo.
—Si lo vas a hacer por mí, no...
—No sólo por tí, sino por todos. —Interrumpí de nuevo. —También por mí.
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Eternidad (corrigiendo)
FanfictionKeyra Johnson siempre creyó que su vida estaba bien, hasta que decidió mentir estratégicamente para mudarse a vivir a otro continente junto a su padre, a quien no ha visto en años. En este nuevo lugar conocerá el verdadero significado de amistad, y...