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— ¡HAROLD! — gritamos al unísono. 

— Hello, ladies. — Este chico está loco. Suerte que no estabamos cambiandonos de ropa o algo por el estilo. — Ya es hora de comer. — Avisó, pasando de una actitud de ganador-conquistador a una sonrisa ñoña y adorable.

— Estás loco. — reí al pasar por su lado. Como respuesta puso su mano en mi cabeza y comenzó a desordenar todo mi cabello. — ¡Sal de aquí, loco de manicomio! 

El resto del camino hasta el comedor fue más de lo mismo: Harry sin dejar de molestarnos a Toffee y a mí. Creo que lo genial de este campamento, además de tooooodo lo que tiene por defecto, es que Mike no estará aquí para fastidiarnos. Cuatro días sin Mike son cuatro días de absoluto descanso.

Al llegar al comedor nos encontramos con un caos adentro. Más que un comedor era como un galpón gigante, seguro tenía más de 5 metros de altura y habrían más de 200 personas ahí dentro, repartidas por todo el lugar, algunos sentados sobre las mesas, otros paseándose por los pasillos, otros pidiendo ya su comida, en fin, gente por doquier. Todo eso, además de la buena música que salía por los altoparlantes. ¡en el instituo jamás hemos comido con música! 

Mientras Harry y Toffee estaban preocupados de encontrar a nuestros chicos, yo alucinaba, observando a todos. En ese momento estaba enamorada del campamento, del ambiente que se vivía ahí y sólo era el primer día. No puedo ni imaginarme la inmensidad de cosas que quedan por hacer los próximos tres días.

De un momento al siguiente me di cuenta de que estaba caminando sola, no veía por donde se habían metido mis amigos, ni encontraba a quienes estaba buscando antes con ellos. En cuanto me volteé para ver si los había dejado atrás, choqué con alguien. Claro, como es de esperar de mí. 

La buena noticia es que era Liam. — ¡Liam! — me alegraba de que fuera alguien conocido. 

— Hola Key — besó cada una de mis mejillas. — ¿Vienes con los chicos? Harry quedó de ir a buscarlas, a Toffee y a tí. 

— Ah, es gracioso. — reí. — En realidad si venía con ellos, pero los perdí. 

— Serás cabeza de chorlito ¿eh? — Desordenó mi pelo, tal como Harry había hecho antes. Debe ser de familia. — vamos. — pasó su brazo por sobre mis hombros y me guió entremedio de la multitud hasta llegar a nuestro grupo. Harry y Toffee ya estaban ahí. 

— ¡Hola, chicos! — Saludé, felíz. Aún me sentía como en un festival o algo por el estilo. ¿Cómo es que mi escuela en USA jamás hizo un evento como éste? 

Liam, por su parte, se alejó de mí apenás vió a Toffee y fue directo a sus labios. Oh, olvidé un detalle. Sí, ellos ya eran novios desde hacía un par de días. Y me encanta como se ven, todos pensamos que se complementan a la perfección.

Cuando vi a Niall me corté por completo, sentí que me hacía pequeña. Él me sonrió desde su asiento y,  - lo digo en serio - me hizo sentir especial, como si hubiese estado esperando a que yo llegara. 

— Amo este campamento. — Comenté deslumbrada apenas me senté junto a él. 

— Pero si acaba de comenzar — soltó risueño y sus cejas se elevaron —, aun no has visto absolutamente nada. 

— ¡Exacto! — exclamé, elevando mi voz lo suficiente como para que él me pudiese oír por encima de la música y el bullicio. — No puedo esperaaaaaaar. — Continuaba, sabiendo que eso lo haría reír. Y así fue.

Después de un buen rato conversando, hicimos turnos para ir a por nuestra comida, de manera que la mesa se mantuviera ocupada siempre por al menos dos personas, así hasta que todos estuvimos sentados con nuestras bandejas de comida. Comimos, reírmos, conversamos, bromeamos y gritamos. 

Estaba tan felíz, era inexplicable. Sentía que el universo quería que yo conociera a todas esas personas y que estuviera en ese lugar y en ese preciso momento. Yo pertenecía a Inglaterra, pertenecía a mi grupo de amigos y pertenecía, por sobretodo, a mi familia. Yo era parte de todo esto. 

Después de comer me levanté un momento para llamar a Mimi, pues sentía la necesidad de contarle de ésta experiencia; de lo feliz que estaba y de cuánto le extrañaba. 

Tan sólo unos segundos después de cruzar el umbral de la puerta del galpón sentí mi piel erizarse por el aire frío que me rodeaba, el ruido de la música y la gente se hicieron lejanos y la atmósfera pasó de las risas y la energía a la tranquilidad, el sonido del agua al tocar la orilla y devolverse. 

Me senté a unos pasos de la orilla del lago, a una distancia en que no me mojara, pero que estuviera cerca de todos modos. Saqué mi teléfono movil y marqué el número de Mimi. 

— ¿Sí? — Me estremecí al oír su voz, hacía mucho que no le llamaba, últimamente sólo le enviaba mensajes de texto y correos electrónicos. 

— Mimi. — No imaginé que sentiría emociones tan fuertes, pero se me hizo un nudo en la garganta apenas abrí la boca. Quería llorar, sin embargo no me sentía triste, sino felíz, era una sensación tan extraña. 

Simplemente sentía amor.

— ¡Keyra! ¡cariño! ¿Cómo estás? ¡Qué bueno oírte! 

— Bien, estoy muy bien. — Por más que luché contra la emoción, no pude contenerla más y era demasiado evidente en mi voz. — ¿Cómo estás tu?

— ¿Estás segura? ¿Pasa algo cariño? — El instinto Mimi nunca falla, por lo demás. — No llores, ¿Qué sucede?

— Nada — reí despacio. — Estoy bien, es sólo que me emociona oírte. No te imaginas lo felíz que estoy. Te he contado lo del campamento, ¿no?

— Sí, me lo has dicho hace unos días. — ella sonaba emocionada también, pero no de la misma forma. Parecía que trataba de tranquilizarme, más que nada.

— Pues estoy aquí ahora. — Me pasé el dorso de la mano por la cara, para secar esas lágrimas ridículas. — Y es increíble, Mimi, es un sueño estar aquí, he hecho muchos amigos y son los mejores, no te imaginas lo buenos que son. 

— Me hace tan felíz escuchar eso, amor. Lo único que quiero esque estés felíz allá, que Iliana cuide bien de ti y que vuelvas convertida en toda una mujer, estoy tan orgullosa de t... 

— ¿Mimi? No te escucho. — Al parecer la señal se había cortado, o bien, el saldo de mi telefono se terminó. — ¿hola? 


Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora