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Me levanté en la mañana, más felíz que nunca y lista para bajar el campamento y volver a Londres, igual extraño un poco estar en el colegio y en casa de Will. 

Las chicas, como siempre durmiendo; Por la noche habíamos juntado mi cama y la de Toffee de manera que hubiese más espacio para las tres, entonces Brandy durmió en el medio. 

Ya se oía un poco de ruido desde afuera; Gente hablando, sonidos de cubiertos, el agua del lago tocando la orilla y retirándose... Era más un sonido de ambiente, pero la mezcla de muchas cosas que delataban que ya no todos dormían, sino que había movimiento ahí afuera. ¿Ya pasaron los monitores con sus megáfonos?

Me asomé por la puerta y, sin molestarme por estar en pijamas, salí caminando a pies descalzos por la arena, encontrándome con chicos y chicas jugueteando por ahí, matando el tiempo, riéndose, ordenando sus cosas, o simplemente paseándose por todo el sector como yo. 

— ¡Pero si es la chica novia! — Exclamó Zayn cuando me vió caminar, — ¿Cómo estás? — preguntó sin esperar a que respondiera — Veo que aún durmiendo, — dijo al ver mi pijama y soltó una risita.

— Qué ridículo eres, chico, — reí y le di un golpecito en el hombro. Zayn y yo teníamos esta clase de juego en que siempre nos llamábamos chico y chica cuando nos dirigíamos a nosotros. — Veo que tú te has levantado más temprano. 

— Sí, chica. Al que madruga Dios le ayuda, dicen. — Una cosa que me encanta de Zayn, es que puede decir mil cosas sin sentido en muy poco tiempo y le da igual si alguien le entendió o no, lo seguirá haciendo. — Si andas en busca de tu noviecito, lo vi por allá hace unos minutos. — Anunció, apuntando a su derecha. En realidad no lo buscaba, pero si él me estaba indicando dónde estaba... pues, no es una mala idea saludarlo. 

— Gracias, chico. — me reí y partí dando saltitos en la dirección que mi amigo me indicó, por entremedio de las cabañas. 

Entonces lo vi a lo lejos; iba solo y llevaba su guitarra, sólo tocaba sus cuerdas con suavidad mientras caminaba sin un rumbo aparente. Corrí y lo abracé por detrás, como era de esperarse, mi cabeza llegó con suerte a la altura de sus hombros.

— Hey, — Se dió media vuelta y sonrió bien grande. — ¿Cómo estás, nena? — Se quitó la correa de la guitarra y la sostuvo en una mano, entonces abrió sus brazos y me rodeó con ellos. 

— Bien. — Apoyé mi cabeza en su pecho y tomé mucho aire, llenando mis pulmones del aroma de su perfume que tanto me gusta. Niall besó mi pelo y me apretó un poquito. — ¿Y tú? ¿Has dormido bien?

— Sí. He soñado contigo. — se rió tímido y sus mejillas se ruborizaron un poco, aunque no podía ver sus ojos debido a sus anteojos oscuros. Bieeeeeeen, no voy a mentir: Yo también me ruboricé un poco, pero ya le estoy agarrando el gustito.

— ¿Qué has soñado? — Levanté la vista y miré su rostro, apoyando ésta vez mi mentón sobre su pecho. A propósito, llevaba una playera rosa de mangas cortas, muy bonita.

— Pues... — Miró al horizonte, como tratando de recordar. — No, la verdad es que no me acuerdo. — los dos nos reímos. — Pero si me acuerdo de haber despertado con una sonrisa en la cara. 

Me pregunto por qué me hace esto, por qué es así, ¿habrá necesidad de que sea tan perfecto? Le di un beso en los labios y sonreí también. 

— ¿Ya tomaste desayuno? — Preguntó una vez que me separé de él. Negué con la cabeza y él me escaneó por completo con la mirada. — Sigues en pijama. — Dijo, más como una afirmación que como una pregunta. Entonces asentí con la cabeza, sintiéndome como una niña pequeña. — Vamos. — Me tomó de la mano y me arrastró hasta el casino. 

Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora